Ciudad de México, México.– La COVID-19 afectó la relación social y los vínculos físicos del ser humano. Hoy, abrazar, visitar a alguien, incluso estrechar su mano, lo reflexionamos; lo dejamos de hacer por temor a enfermarnos, refiere Verónica Montes de Oca Zavala, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
“Hemos perdido esa empatía y sensibilidad por los demás, porque concentramos toda nuestra energía en la no enfermedad, ni siquiera en la salud, nos hallamos en la perspectiva de la supervivencia”, subraya a propósito de la conmemoración del Día del Amor y la Amistad que se celebra el 14 de febrero.
La socióloga y demógrafa universitaria indica que aun cuando esta fecha se proyecta como impulsora de la economía, es necesario mirar más allá del aspecto comercial: pensemos en los vínculos afectivos, porque dentro de los hogares hay violencia. La gente está cansada, nuestra salud mental agotada y, obviamente, “nos vemos ‘cuadriculadamente’ todos los días”.
La también expresidenta de la Asociación Latinoamericana de Población asegura que se debe apelar a la libertad, a romper con esa reproducción del amor romántico sumiso y subordinador, que se propicia a partir de la lógica mercantil.
“Yo quisiera activar las ideas, las reflexiones y pensar que esta jornada puede ser un día de cultura de paz, de amor con la naturaleza, y con otros seres humanos”. Para la experta, es urgente reparar el daño que la violencia y la pandemia le han hecho al amor.
Montes de Oca Zavala manifiesta que actualmente se viven situaciones destructivas que no están relacionadas con el amor, como nuestra interacción con la naturaleza y el capital natural.
Tampoco debemos perder de vista la emergencia de movimientos sociales que incluso con la pandemia se hacen notar, que apelan a relaciones amorosas, igualitarias en materia de derechos, con una gama de diversidad y formatos.
A la antigua
En las inmediaciones de la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria, Adolfo Obregón se coloca frente a Carolina Garrido, quien se visualiza inquieta, algo sucederá: él con la rodilla diestra en el piso, abre un estuche y le muestra una argolla radiante como los ojos de ella.
Aplausos, vítores de curiosos y de algunos familiares que se dieron cita en el lugar. Los egresados de Ingeniería Industrial y Medicina, respectivamente, se conocieron hace tres lustros en Villahermosa, Tabasco, de donde son originarios. Hace 16 meses que son pareja y ese día Adolfo le preguntó si quería casarse con él; ella dijo “sí”.
“Nos conocimos desde hace muchos años en la secundaria, hemos estado en contacto, pero hasta ahorita que me animé a pedirle que sea mi esposa. Nos separamos un buen rato, nos dejamos de ver, por complicaciones académicas, porque tenemos carreras distintas, pero esto es maravilloso, yo no me lo imaginé”, sonríe el joven al relatar su relación con su ahora prometida.
“Hoy cumplimos un año cuatro meses, aquí fue la primera vez que tuvimos una cita. Esto es hermoso, es increíble, además aquí, en CU, todo es tan bonito, da paz, alegría, la Universidad se presta mucho para el romanticismo”, comenta emocionada Carolina.
La realidad
En México, de acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda 2020, 38 por ciento de las personas de 15 años y más está casada, 30 por ciento es soltera y 20 por ciento vive en unión libre.
La información del INEGI indica que en 2019 se realizaron 504 mil 923 matrimonios legales; de estos 501 mil 327 fueron de parejas de distinto sexo, y tres mil 596 del mismo sexo. Sin embargo, de 2000 a 2019 la relación divorcios-matrimonios casi se quintuplicó, al pasar de siete a 32 divorcios por cada cien matrimonios.
Además, de 2000 a 2020 el porcentaje de la población casada disminuyó de 49 a 38 por ciento, en contraste con la que vive en unión libre que pasó de 11 a 20 por ciento. Asimismo, más de 50 por ciento de las mexicanas de 20 a 24 años de edad son solteras.
Al respecto, Verónica Montes de Oca, doctora en Ciencias Sociales con especialidad en Población por El Colegio de México, comenta que estos datos significan apropiación de la libertad por parte de las mujeres.
“Quiere decir que están reflexionando en que el matrimonio no es su única vía para vivir mejor y para tener una compañía. Puede estar reflejándonos diversas formas de vínculos amorosos, que no necesariamente tiene que ver con el matrimonio, y que no tienen que ver con las relaciones tradicionales, que son de tipo patriarcal, en la que muchas mujeres se subsumen”, explica.
Esta soltería elegida, reflexionada, es muestra de la libertad, de que ellas tienen mayor escolaridad, y participan más en el mercado de trabajo.
“Los matrimonios ahora ya no duran tanto como antes porque podemos ejercer nuestra autonomía, y decidir parar una relación tóxica, o hay parejas que funcionan mucho mejor separadas que juntas todos los días. Para vivir una relación de pareja, no tienes que atravesar el matrimonio, ni la reproducción o la formación de una familia en términos tradicionales, además las personas trabajan muchísimo y a veces no tienen tiempo para una vida afectiva”, asevera.
Acompañamiento elegido
Se ha presentado aislamiento hacia las personas mayores, olvidamos llamarles, estar con ellas, apoyarlas; esto es muestra del desamor, es parte de esta lógica de supervivencia y del temor a esta etapa, están viviendo una soledad, que no necesariamente es la elegida, es impuesta por la dinámica de la pandemia, destaca la también coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM.
En su soledad elegida, diversas personas de este sector aprovecharon el tiempo para amarse a sí mismas, “recuperaron el tiempo para su música, su espacio para leer, lo decidieron y eso me pareció una forma resiliente, hubo grupos de chats que armaron clubes para monitorearse, como un seguimiento amoroso”, recuerda.
Otras se reencontraron, no se habían visto durante varios años: exnovios, excompañeros, incluso decidieron juntarse, ya no salen, pero están juntos, son como modalidad para afrontar de manera novedosa. Es una soledad o un acompañamiento elegido”, finaliza.