Ciudad de México, México.– Obesidad, hipertensión, diabetes, tabaquismo, mala alimentación y tener vida sedentaria son enemigos del corazón y pueden causar riesgos de infarto al miocardio o de accidente vascular cerebral, por lo que prevenir es la estrategia más efectiva, sencilla y al alcance de la población para reducir daños irreversibles o hasta la muerte, señaló el cardiólogo del Hospital General Toluca del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Oswaldo Aldana Varela.
Estableció que se ha detectado que por frecuencia y gravedad las principales patologías cardiovasculares son el infarto agudo al miocardio, el evento vascular cerebral isquémico y la hipertensión arterial sistémica, que tienen alto riesgo de muerte y en caso de sobrevivencia, discapacidad.
En el Día Mundial del Corazón, el ISSSTE hace un llamado urgente a las familias para frenar estos malos hábitos que afectan la salud y causan enfermedades cardiovasculares, las cuales –de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS)- provocan hasta 26 mil muertes prematuras, es decir entre los 30 y los 69 años de edad.
El especialista aseguró que alrededor del 70 por ciento de los adultos en México corren el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, debido a los actuales estilos de vida donde predominan la mala alimentación, el tabaquismo y vida sedentaria, factores de riesgo de estos padecimientos.
Señaló que el director general, Luis Antonio Ramírez Pineda, impulsa en todo el país una estrategia para consolidar el modelo preventivo y evitar consecuencias graves en la salud. Prevenir, educar y sensibilizar a la población en el autocuidado, es fundamental para el ISSSTE, enfatizó.
Resaltó la importancia de identificar los factores del estilo de vida que contribuyen a aumentar el riesgo de las patologías cardiovasculares, para que puedan contrarrestarlos.
Entre ellos están el incremento del consumo de grasas saturadas y alimentos procesados; uso mayor de tecnologías como computadoras, videojuegos, celulares y dispositivos electrónicos, tanto para el trabajo, entretenimiento y socialización, que favorecen el sedentarismo y la obesidad; así como el tabaquismo, una adicción socialmente aceptada que no debe normalizarse.
Al respecto, el especialista refirió un estudio realizado por el Hospital General de México en 2017, el cual, reveló que a seis meses posteriores a un infarto al miocardio, solo 14 por ciento de los sobrevivientes se rehabilita y reintegra a su trabajo, en tanto que su calidad de vida se deteriora mucho y en varios casos los lleva a ser dependientes de sus familiares.
Por ello, recomendó dejar de fumar, aplicar medidas para bajar de peso quienes tienen obesidad, monitorear periódicamente los niveles de azúcar, colesterol y presión arterial para mantenerlos en control; en general, adoptar una adecuada alimentación y activación física como ejes constantes de su estilo de vida, afirmó.
Puso énfasis, en los signos alertadores de enfermedades cardiovasculares que la población debe conocer como: dolor torácico opresivo que se presenta caminando y se quita al reposar; la disnea o falta de aire, “personas que habitualmente caminaban 200 metros y se sentían bien, de pronto, en el mismo recorrido les falta el aire”.
Otras señales que pueden ser indicio de algún trastorno cardiaco son las palpitaciones en reposo, “cuando el paciente está recostado o viendo la televisión con la familia y súbitamente siente taticardia o acelerado su corazón”, precisó, y la hinchazón repentina de las extremidades, principalmente en los pies y las piernas.
Ante la presencia de alguno de estos síntomas, Aldana Varela recomendó acudir a sus unidades médicas para ser valorados por profesionales de la salud.
Por último, invitó a las familias mexicanas y a las personas en lo individual a asumir la responsabilidad del autocuidado de su salud y corazón, optando por estilos de vida saludables, cuidando su alimentación, haciendo uso racional de las tecnologías e involucrándose con la activación física o el deporte de su preferencia, en todas las etapas de la vida, desde la infancia hasta la vejez.