Una nueva forma de ser Papa rompió con todos los protocolos, casi aún bizantinos y constantinianos de la jerarquía de la iglesia católica, y se desvistió de la rancia solemnidad del pontificado inaugurado por el emperador Constantino, verdadero fundador del cristianismo en la roma imperial, para llegar al mundo de los pobres, excluidos, explotados, no sin el malestar de las fuerzas más conservadoras y diabólicas del aparato clerical de la Curia romana.
Ese cambio casi antidogmático lo representa el papa Bergoglio, el papa Francisco, en honor a Francisco de Asís, el segundo cristiano más comprometido con la pobreza y los pobres y miserables, y limosneros y lo peor de la fauna humana, después de Jesucristo, quien debió de predicar los verdaderos principios de una nueva forma de vida y conducta para los judíos en primer lugar y luego para los habitantes de todas las latitudes salvo los imperios religiosos del oriente, de Japón, de China, de Manchuria, de la India, del medio oriente y de Palestina que se quedó sin Cristo por razones políticas,
Pues ese Bergoglio, argentino, latinoamericano, acusado alguna vez como socio de las dictaduras militares, le puso el cascabel al gato y se ganó al mundo, a todo el mundo hasta los ateos como yo y digo ateo porque no creo en ese dios que me vendían las grandes religiones como mercancía de hipermercado.
Ese papa vino a México. Muy peligrosa su presencia en México para el sistema político. Porque el hombre de dios conoce la realidad de este país, de violencia, sangre, dolor, desaparecidos, muertos, delincuencia organizada, narcotráfico y un gobierno dedicado a los negocios, como vender la empresa de México, Petróleos Mexicanos, y sólo mirar pasar las injusticias que se cometen en este país en contra de los trabajadores, en contra de las mujeres, en contra de los periodistas, en contra de los opositores, como en los viejos tiempos de las dictaduras que oprimían la tierra de Bergoglio, la Argentina de los grandes poetas y los grandes luchadores sociales.
La visita del papa con sus denuncias en temas como el papel crucial que deben jugar los gobernantes ante la pobreza y la exclusión, su desinterés supino en el caso de los cientos de miles de desaparecidos forzadamente, de los miles de asesinados, de la violencia espuria cometida diariamente por los sicarios de los grupos de narcotraficantes y por los representantes de la ley y el orden, muchos coludidos con los grupos de la mafia criminal, tiene que cambiar la vida de los mexicanos y la actitud de los gobernantes.
Y si no la cambia entonces tendremos razón cuando hemos advertido que los mexicanos no tenemos remedio. Pero algo está quedando en el ánimo de la gente que va y ve al papa, un nuevo papa, no Juan Pablo II, menos Benedicto. Un papa que va y se confronta como Pablo de Tarso, o como Francisco de Asís, hombres que se comprometieron hasta la muerte con los desheredados.
No pretendo convencer a ningún antipapista. Yo mismo soy antipapista, Desde toda la vida he sentido que los papas de la iglesia católica más que representantes de dios eran representantes de la perversidad. Sin embargo, debo reconocer que Jorge Bergoglio le está cambiando el rostro al diablo-
Ah, y va a Chiapas, una tierra donde históricamente se ha enseñoreado la explotación, el racismo, la exclusión, la concentración de la riqueza, en donde muy buena parte de la población, especialmente la India, aún muere de enfermedades curables y los gobiernos locales están conformados por gambusinos, que sólo van a recoger el oro para hacerse multimillonarios y depauperar aún más a la población. De esta situación seguramente ya tendrá información el papa Bergoglio. No lo timará “el güero”, representante de un partido político de oportunistas corruptos.
Buena estancia en México, amigo Bergoglio. Aquí corre mucha sangre inocente, aquí desaparecen miles, aquí son asesinados miles también, aquí hay dolor en mucha gente, en muchos padres y madres y hermanos. Está usted en tierra de nadie, De todos modos, le deseo buena estancia y que se comprometa con los pobres mexicanos que sufren todo lo sufrible, mientras unos cuantos políticos y empresarios se enriquecen de lo lindo.