Ciudad de México, México.– Mayor aprovechamiento del espacio público, pasar de la globalización corporativa a conceptos, de cómo vivir mejor y hacer efectivo el derecho de la población a la infraestructura convencional, fueron parte de las problemáticas de las grandes ciudades que se abordaron en el 4to. módulo del “Seminario Internacional Tópicos de Frontera en Sustentabilidad 2021”.
Loreta Castro Reguera Mancera, académica de la Facultad de Arquitectura, advirtió que la mitad de la humanidad (tres mil 500 millones de personas) viven en ciudades, cifra que en nueve años aumentará a cinco mil millones aproximadamente.
El 95 por ciento de la expansión de los terrenos urbanos tiene lugar en urbes de formación rápida, no necesariamente planeadas. Tan solo 883 millones habitan en barrios marginales o ciudades informales, la mayor parte en Asia, África y América Latina, añadió.
Del total de infraestructura que se necesitará para que esas ciudades funcionen, falta construir 80 por ciento. “Esta condición se vuelve una oportunidad para transformar la manera de actuar ante este problema, porque se relaciona con el tema del agua”, sostuvo.
En el caso de nuestro país, expuso que la disminución del vital líquido, inundaciones, urbanización del suelo permeable obstruyendo la infiltración del agua al subsuelo, son temas conocidos en la Ciudad de México, así como las grandes infraestructuras como el túnel emisor oriente, considerado el drenaje más grande del mundo.
En el encuentro organizado por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM, indicó: en la capital mexicana se puede empezar a trabajar en paralelo entre las infraestructuras tradicionales y distintas formas de realizar construcciones descentralizadas, donde cada espacio público abierto tenga potencial de funcionar como transformador, a fin de mejorar el manejo del agua en pequeña escala.
“Estamos convencidos de que el espacio público, más allá de ser un sitio necesario para recreación y esparcimiento de los habitantes, también incluye otra serie de potenciales que no han sido explorados a fondo, como infraestructura sustentable”.
A su vez, Omar Masera Cerutti, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, aseveró: a pesar del progreso tecnológico y la visión que tenemos de la tecnología como vía de salida a nuestros problemas existen promesas incumplidas.
Consideró que la tecnología se orienta a producir lo que genera ganancia y no lo que beneficia a la gente, por eso se tienen productos de vida corta, elaborados con materiales no reciclables. La lógica favorece el sobreconsumo y el desperdicio, con ello surge un impacto cada vez mayor sobre los ecosistemas y una gran desconexión entre los contextos locales y globales.
En este contexto, propuso cambiar y pasar de la globalización corporativa, desigualdad, violencia, individuo, competencia y machismo hacia conceptos de crecimiento, buen vivir, aprender de las comunidades indígenas, asociado al consumo local, los aspectos democrático y diverso, autogestión, resiliencia, adaptación y justicia. “Un imaginario donde realmente todos tengamos cabida”.
En la sesión moderada por el director del Centro de Estudios Mexicanos de la UNAM en Sudáfrica, Arturo Mendoza Ramos, Masera Cerutti expuso que las innovaciones ecotecnológicas buscan ser una forma de contar con un mundo más sustentable. Hemos visto que se pueden detonar procesos de empoderamiento local con base en la coproducción del conocimiento, la creación de empleos, actividades económicas, todo esto con un diálogo de saberes en armonía con la naturaleza.
En su intervención, Santiago Septien Stringel, de la Universidad de KwaZulu-Natal, en Sudáfrica, manifestó que el saneamiento es un derecho fundamental de los ciudadanos de ese país; sin embargo, la mayoría de la población no tiene acceso a la infraestructura convencional. Varias de las zonas periurbanas o urbanas no están conectadas y lograrlo resulta caro.
Propuso considerar soluciones como el saneamiento descentralizado de bajo consumo de agua y electricidad, con reducidos costos de instalación y mantenimiento que sean higiénicos con la valoración de los desechos y su reuso.
En Durban, por ejemplo, 30 por ciento de su población vive en extrema pobreza, en asentamientos informales; el drenaje es caro y por ello se establecieron baños centralizados, es decir, una especie de tanques sépticos o letrinas, así como un contenedor de desechos, concluyó.