Ciudad de México, México.– El proceso de enfermedad, además de afectar físicamente a quien la padece, también repercute en la familia, por lo que debe abordarse desde una perspectiva sociocultural que va más allá del aspecto biológico, con el objetivo de que la persona enferma y los suyos puedan enfrentarla en mejores condiciones, consideró, Alejandra Monroy López, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
Explicó que pocas veces se alude a la dimensión social y cultural; es decir, a la experiencia conformada por factores sociales y culturales que dirigen la percepción, vivencia, concepción, explicación y afrontamiento de la enfermedad; implica que cuando una persona atraviesa por una etapa de esa naturaleza le otorga un significado de acuerdo con su cultura y entorno social.
“A partir de eso significamos o simbolizamos lo que enfrentamos, construimos el ‘padecer’, esta dimensión subjetiva de la enfermedad es dinámica, y nunca será igual para dos personas, aun cuando tengan el mismo diagnóstico, todo el tiempo la reconstruimos. La propuesta que trabajo se enfoca en indagar el ‘padecer’ de las personas, cómo interpretan y perciben su proceso de salud-enfermedad-atención”, enfatizó.
Señaló que las y los trabajadores sociales pueden considerar a la gente como una estructura biopiscosociocultural para entender que las afectaciones físicas repercuten psicológica, social y culturalmente.
De esta manera, cuentan con los elementos para realizar procesos de investigación-intervención social que les permitirá generar estrategias más focalizadas, interculturales e innovadoras que propicien alternativas de atención integral y centradas en los esquemas subjetivos de las personas afectadas y sus propias narrativas de lo que experimentan e implica estar enferma en el proceso salud-enfermedad-atención.
“En la ENTS estamos un grupo de profesionistas que analizamos estas situaciones sociales del paciente, incluyendo su círculo familiar, aludiendo todo lo que implique problemas y necesidades sociales objetivadas y sentidas a lo largo de su trayectoria por el diagnóstico médico que presentan. Priorizamos acciones metodológicas, éticas y de gran compromiso social en la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación salud-enfermedad”, destacó.
La intervención de las y los trabajadores sociales, especificó, debe profesionalizarse desde su visión metódica, lo que implica la configuración de abordajes teórico-metodológicos que indaguen y analicen la dimensión de estudio y atención del modelo de salud sociocultural o humanista de atención a la salud, el padecer, lo que involucra la construcción, concepción, vivencia e implicaciones sociales y culturales en el proceso salud/enfermedad/atención, provocando una intervención focalizada y de calidad desde la mirada del propio actor social.
“Desde la UNAM, a través de la ENTS, participamos en grandes proyectos. Actualmente desarrollo investigaciones relacionadas con aspectos sociales y culturales en el proceso salud-enfermedad-atención de personas con diagnósticos oncológicos, neurológicos y recientemente, con infección por SARS-COV-2 y sus familias”, aseguró Monroy López.
Agregó que al trabajar con pacientes también trata con sus familiares, a fin de entender su padecer familiar, por ello recurre a su historial clínico, historia de vida o biografía, ambiente, esquemas subjetivos de percepción y concepción de la enfermedad, trayectoria o camino de atención, y otras características sociodemográficas, así como su visión sobre la prevención y promoción de la salud, ya que en muchas ocasiones las enfermedades pueden prevenirse y/o detectarse de manera oportuna, eso es importante que las personas lo tengan presente.
“No tenemos una educación de prevención en salud, por eso es que en la actual pandemia por COVID-19 nos ha costado trabajo seguir las medidas de seguridad sanitaria, que son básicas para evitar contagiarnos. Por tanto, es una tarea pendiente que desde nuestra Universidad Nacional generemos estos procesos de investigación y sensibilidad a la población”, comentó.
Trabajo social y Salud
De acuerdo con la también profesora de la ENTS, desde los orígenes del Trabajo Social esta disciplina se relaciona con la salud y es una área de intervención tradicional. Resulta de un proceso histórico que inició en el siglo XIX, con el interés por el contexto social que rodea la enfermedad; pero fue hasta el siglo XX, cuando surge el trabajo social en la salud.
Actualmente, aseveró, Trabajo Social en el ámbito de la salud se define como el conjunto de profesionistas que colaboran con un equipo multidisciplinario de salud, en el estudio de la situación social y atención integral del conjunto de necesidades y problemas sociales objetivados, y sentidos por la población que surgen en la trayectoria de la persona con su proceso salud-enfermedad-atención, desde la propia interpretación y percepción de las y los sujetos involucrados.
“El ejercicio profesional de Trabajo Social en situaciones de emergencias sanitarias, como la actual por COVID-19, es de gran valor y contribución para la atención de las implicaciones y problemas sociales que se derivan de la situación. Es el puente o enlace entre el personal clínico y la población atendida, además de generar procesos de acompañamiento a las personas con este padecimiento y sus familiares durante su instancia hospitalaria”, señaló.
Agregó que es necesario recalcar el aporte significativo de los y las trabajadoras sociales del sector salud, porque desempeñan un ejercicio profesional social y humanitario al efectuar funciones, actividades y acciones sociales que contribuyen al bienestar integral de las personas, familias y comunidades en el proceso salud-enfermedad-atención.