ÍNDICE POLÍTICO
Por FRANCISCO RODRÍGUEZ
En los últimos días México ha sido arrasado por dos verborreas igualmente macabras: la logorrea que se desprende de los delitos de odio de las “mañaneras” y la diarrea legislativa que no ha dejado un cuerpo sano. Las dos igualmente atentatorias de la convivencia pacífica tienen un solo objetivo: la destrucción del tejido social.
En medio de ese pandemónium surge un dato escalofriante: de acuerdo con los datos de la Asociación Nacional de Telecomunicaciones, para crear el padrón de telefonía móvil que proponen las reformas aprobadas de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, se invertirán 21 mil millones de pesos, lo suficiente para poder comprar millones de dosis de la vacuna contra el Covid-19.
El dato es terrorífico. Debemos de tomar en cuenta que según el INEGI, hoy ya casi en manos del totalitarismo, de los 33 millones de delitos que se cometen anualmente en el país, el segundo en importancia es el de la extorsión. Sólo el año pasado, según cifras oficiales, se cometieron seis millones de extorsiones a lo largo y ancho del territorio.
El dictamen que prometen las reformas describe que el padrón obligatorio contendrá la razón social, nombre del titular que adquiera una línea móvil, número de identificación con fotografía y CURP, domicilio, con el agregado de los datos biométricos, todo asegurado por el Instituto Federal de Telecomunicaciones, que operará y mantendrá esa base de datos.
La policía cibernética de Carlos Slim
Y aunque la consigna generalizada de “abrazos, no balazos” impide que se realice una labor de inteligencia en los órganos de seguridad, esa labor recaerá en la poderosa policía cibernética de Telmex que por fin encontró el paraíso perdido entre los opositores que serán las víctimas directas de este nuevo abuso.
Por algo se apoderaron los chairos del INAI. Con una estructura reforzada podrá rastrear, tener el registro obligatorio para los ciudadanos y todos los datos de las personas que todavía confían en la telefonía móvil. Por lo visto, entre la austeridad y la crisis humanitaria, el régimen modito Tepetitán escogió echar a la basura ambas, sólo para imponer su ambición de perpetuarse en el poder.
Y nadie ha dicho esta boca es mía
En México las diarreas legislativas de fin de año –y más las producidas en estos tiempos de confinamiento, reclusión ciudadana e indefensión– han arrojado un bodrio del tamaño de la ignorancia y de la incompetencia para atacar a fondo el problema de la inseguridad colectiva, pública y nacional.
Nadie dijo ni Pío, nadie advirtió sobre esta amenaza que instala de golpe y porrazo el big brother en manos del monopolio telefónico privado que hoy por hoy está al servicio del gobiernito que nos portamos. Con excepción del dirigente nacional del PRD nadie ha dicho esta boca es mía. Vamos hacia un abismo sin fondo ni medida.
El aparato represor a base de escuchas y delatores
Cuando Antonio Gramsci, apresado por Mussolini, aceptó que el Estado tenía el monopolio de la violencia, jamás imaginó que en el futuro, ante el vacío de autoridad, iba a caer un control despiadado de un neofascismo despiadado, cibernético-estatal-empresarial en manos de cuicos acaudalados que iban a fungir como custodios de un sistemita.
Con las reformas aprobadas por cámaras legislativas obnubiladas, la política de seguridad ha dado una vuelta de tuerca, pero hacia atrás. El aparato represor se convertirá en un sistema de orejas, escuchas y delatores sin fondo. Se acrecentará el odio, la desconfianza, la incertidumbre… y se acelerará la destrucción de los organismos constitucionales autónomos que para algo se crearon.
En el pasado, lo usufructuaron Los Zetas
El “fuchi guácala” llevado a la excelsitud. Los principales culpables de todo lo malo que suceda de hoy en adelante serán los que jamás han cometido un ilícito. La vida en sociedad será imposible, tratando que los ciudadanos clamen por mecanismos de oprobio e insensatez para resolver sus obligaciones fundamentales. Así como suena.
No es la primera ocasión que se trata de imponer este sin sentido. Ya durante el periodo de los neoliberales tan temidos se instaló la policía cibernética con Carlos Slim al mando. La ambición irrefrenable de los zafios en el poder lo ha hecho posible… y más atentatorio que en el pasado reciente de Enrique Peña Nieto.
En aquella ocasión, aparecieron los oficios de un policía yucateco contratado por el empresario de postín para llevarla a cabo. Manelich Castilla Cravioto hizo un imperio a partir de la venta de plazas de seguridad en municipios importantes controlados por la pandilla organizada de Los Zetas.
Mastín de Heriberto Lazcano, fundador de los desertores militares que fundaron el Grupo de Los Zetas, con la compañía de Iván Velázquez, el Zeta 50 y Miguel Treviño Morales, el Zeta 40, Manelich Castilla, secretario de la Comisión de Seguridad Nacional, fue el más complaciente de la manada en los corredores de la droga.
Era el mismo que facilitaba y escoltaba el trasiego de estupefacientes hacia el insaciable mercado estadounidense. Castilla Cravioto fue habilitado para vender los mandos policíacos, cómplices de los trúhanes, en decenas de millones de dólares, que seguramente salpicaba hacia arriba. No podía entenderse de otra manera.
¿Y el chip de seguridad que nos pertenece?
Los zafios no se conforman con sólo destazar a la Nación. Son los cancerberos de los negocios sucios fomentados desde el poder para que nadie hable y todos obedezcan a punta de metralla y bayoneta, escudándose en un monopolio legítimo de la violencia, que ya se ha convertido en un dolor de cabeza.
Al frente de la policía cibernética, Slim puso a Ernesto Canto –un homónimo del machista olímpico– quien hizo de las suyas desde el centro Telmex ubicado en la plaza comercial de Pabellón del Valle, en la esquina de Universidad y Miguel Laurent de la capital nacional. Una casa dedicada a la extorsión y a la befa ciudadana. Miles de usuarios del sistema de telefonía móvil se quejaron de sus improperios y abusos.
Siempre se reservaron, al extender los contratos de telefonía, el chip de seguridad correspondiente. No conozco el caso de algún ciudadano que lo haya obtenido para su resguardo. Con él, Carlos Slim, el Mussolini chiquito, tenía en su poder los datos, las conversaciones, los WhatsApp, los links, las imágenes de videos y todos los elementos para poder fincar responsabilidades fantasiosas a los ciudadanos pacíficos.
Obligatoria, la inscripción en el padrón de la infamia
Pero como toda idea que se respete en el ámbito de la ignorancia, la idea ha obtenido carta de naturalización. De hoy en adelante, los principales delatores del sistema serán nuestros oídos. Es obligatoria la inscripción en el padrón de la infamia.
A partir de ahora, ¡a abrocharse los cinturones! El autoritarismo se refuerza con leyes a modo que no tienen otro objetivo más que castrar, aflojar la voluntad del ciudadano apacible que deberá, quiera o no, caer en sus garras.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Las reformas a la Ley Federal de Telecomunicación y Radiodifusión fueron avaladas con 392 a favor y 44 en contra, y ahora pasarán al Senado, señalan que el Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil estará conformado con la información de las personas y de las empresas titulares de cada línea telefónica móvil con el fin de “colaborar con las autoridades competentes en materia de seguridad y justicia por la comisión de delitos”. Este Padrón se integrará con los datos de los usuarios, como su número telefónico, identificador único de la tarjeta SIM, fecha y hora de activación de la línea telefónica, nombre completo, domicilio y datos biométricos como su huella digital y datos del concesionario.
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