Cuando además estos “expertos” aseguraron que según investigadores de la UNAM y otras instituciones llovió esos días en Cocula, lo que había impedido la incineración de los cadáveres de los normalistas desaparecidos y ejecutados, volvieron a mentir: llovió en Iguala, no en Cocula.
Estas nuevas mentiras de los “expertos” fueron una reacción ante el desmentido que verdaderos expertos de prestigio universal ala versión falaz de su asesor José Torero, quien aseguró que la incineración había sido imposible en Cocula.
Pero también fue una respuesta a las revelaciones que hemos hecho sobre el sucio pasado de los “expertos”, en particular de Claudia Paz y Paz y Angela María Buitrago.
Lo que a los “expertos” exaspera es que al gobierno mexicano ya no lo tienen contra las cuerdas como a inicios de septiembre de 2015 y ya no le pueden imponer la falsificación de la masacre de Iguala, la pretensión de culpar a inocentes (los militares) y exonerar a los culpables: desde José Luis Abarca hasta los líderes del ERPI quienes aliados con los narcos Los Rojos enviaron a normalistas a Iguala para ser masacrados.
Si todavía hay alguien en el gobierno del Presidente Peña que creía que los “expertos” vinieron a ayudar a esclarecer los hechos, ya no puede porfiar en su candidez.
Hay que pasar a la plena ofensiva, hay que llevar la investigación a donde la PGR desde el principio intuía estaba la verdad y las tonterías políticamente correctas (“no criminalizar a las víctimas”) lo impidieron: a quienes precisamente provocaron la masacre, a los narco-terroristas y sus socios narcos. Hay que investigar el papel deOmar Vázquez, vocero de Ayotzinapa, cuyo hermano era de Los Rojos y por eso fue asesinado.
Ante las enormes presiones que ha soportado el gobierno mexicano para torcer la verdad de la masacre de Iguala, la mejor defensa es la verdad misma.