Ciudad de México, México.– La pandemia de COVID-19 ha impactado de manera traumatizante en las sociedades al exponer nuestra fragilidad. Irrumpió rápidamente nuestra vida y tranquilidad, con efectos como incertidumbre, ansiedad, muerte y crisis económica, afirmó Laura Laguna Lamas, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
El SARS-CoV-2 cuestiona nuestra existencia; es un hecho que algún día moriremos, pero tener una enfermedad cerca que lo concrete nos exacerba, por lo que es importante que en la práctica clínica los especialistas de la salud mental reconozcan y piensen en esa situación, recomendó la instructora de la División de Educación Continua de la FP.
En la conferencia virtual “Reflexiones sobre la práctica clínica en tiempos de COVID-19”, la especialista señaló que con las medidas de prevención como el confinamiento nos hemos separado de tajo de nuestros familiares y amigos, y de la interacción social que brindan los centros laborales y escolares, provocando ansiedad por separación.
Salud mental
La universitaria refirió que la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió del impacto de la pandemia en la salud mental de la población, y los psicólogos clínicos “debemos estar preparados. Diversas instituciones como la UNAM han brindado información para que la comunidad sepa identificar los síntomas emocionales”.
Hasta ahora, debido a que el riesgo de contagio y de morir es real, sobre todo si las personas padecen comorbilidades como diabetes o hipertensión, y ante la angustia que eso produce, la población ha hecho uso de mecanismos de defensa como negar la existencia de la enfermedad, hasta tener regresiones (como enuresis en los niños) e idealizaciones (creer que vendrá algo mágico que nos ayudará).
“No sabemos qué pasará o cómo lo resolveremos. A la crisis sanitaria se suma la situación económica, y ello trae una vivencia de vulnerabilidad. La pandemia nos ha impactado de manera traumatizante; hay una excesiva cantidad de energía psíquica que el aparato mental no puede procesar”.
Los sueños repetitivos, pesadillas y la dificultad para dormir también son referentes de una sobrecarga psíquica. El cerebro de una persona que pasa gran parte del día frente a una pantalla está muy estimulado a nivel neuronal, hay un exceso de energía psíquica por estar siempre alerta, y esa sobrecarga no se alcanza a procesar. Además, muchos pacientes se sienten desolados, tristes, apáticos o deprimidos.
Laguna Lamas resaltó que en estos momentos necesitamos redes de apoyo, pero al mismo tiempo el otro resulta amenazante, porque nos puede contagiar. “Nuestro aparato mental tiene que lidiar con todo eso”.
Intervención
En este contexto, la especialista de la UNAM indicó que la intervención en crisis es una especie de primeros auxilios psicológicos para tratar de restablecer el equilibrio, basándose en las esferas cognitiva, emotiva, interpersonal, somática y afectiva.
Los especialistas se pueden topar con una crisis cuando un paciente recibe un diagnóstico positivo de COVID-19, cuando un familiar fallece, cuando no pudo despedirse de la persona que murió o cuando nos tenemos que alejar de un ser querido porque está infectado.
En estos tiempos, la calidez que los especialistas de la salud mental tengan con los pacientes (desde la tecnología digital) implicará un plus, concluyó.