Pese a que estos males representan el 37 por ciento de los decesos en la población femenina “no se les presta atención como sucede con el cáncer de mama, que si bien es otro grave problema de salud pública, los fallecimientos por esta causa representan 2 por ciento del total”, de acuerdo con la Asociación Nacional de Cardiología, precisó.
En un punto de acuerdo urgió a la Secretaría de Salud (SS) a intensificar las acciones de prevención de las enfermedades cardiovasculares en coordinación con los sectores público, social y privado a nivel nacional, para atender especialmente a mujeres que registren mayor riesgo de padecerlas.
Asimismo, para que esa dependencia federal en el ámbito de sus facultades realice a la brevedad la evaluación de los programas y protocolos preventivos de estos padecimientos, a fin de establecer nuevos modelos de atención médica.
Lizárraga Figueroa, destacó la necesidad de realizar campañas de prevención en torno a estos padecimientos y que en las consultas médicas regulares se efectúen a las pacientes evaluaciones cardiovasculares, porque la incidencia no puede seguirse pasando por alto.
Estos padecimientos afectan el corazón al estrechar las arterias y reducir la cantidad de sangre que recibe lo que provoca que dicho órgano trabaje con mayor esfuerzo.
Refirió que entre los principales factores de riesgo se encuentran la obesidad, que aumenta de cuatro a 10 veces la posibilidad de sufrir una grave enfermedad cardiovascular; la preeclampsia, que triplica la incidencia y es seis veces más probable que la mujer se vuelva hipertensa, y la diabetes gestacional que aumenta siete veces la expectativa de desarrollar diabetes mellitus tipo 2.
Otras causas son el tabaquismo, dieta no cardiosaludable, sedentarismo, obesidad abdominal, trastornos del metabolismo, anemia, el síndrome de ovario poliquístico, el uso de anticonceptivos orales, depresión y ansiedad. Cada uno de estos antecedentes incrementa las probabilidades de que en el futuro una mujer padezca un mal cardiovascular.
Sostuvo que las mujeres mexicanas presentan condiciones de salud que favorecen el desarrollo de estas afecciones, como el sobrepeso y la obesidad, presentes en más del 70 por ciento de mujeres adultas en el país; el 10 por ciento de la población femenina tiene diabetes; en mayores de 60 años la frecuencia de esta alteración es del 20 por ciento y el 60 por ciento de las mujeres mayores de 50 años de edad tienen niveles elevados de colesterol.
Debe considerarse también el tener más de 55 años de edad e incluso antecedentes familiares como la muerte de la madre antes de tos 65 años y del padre antes de los 55.
Estos factores no son considerados en los servicios de salud y no se toman en cuenta al momento de evaluar a las mujeres, ya que casi nunca se les revisa su condición cardiovascular y como resultado se presenta la elevada cifra de muertes por esta causa.
Estas condiciones, manifestó, dificultan el diagnóstico de las enfermedades cardiovasculares en mujeres, porque no se reflexiona en que tienen características distintas a las de los hombres. En primer lugar la mujer, no sufre el típico dolor en el pecho cuando hay un infarto al miocardio.
“Se queja de opresión, respiración limitada o cortada, sudoración fría, fatiga, mareos, náuseas, dolor en el cuello, espalda y mandíbula. El problema es que varios de estos síntomas coinciden con los de la etapa de menopausia, de ahí que en los servicios médicos no se les preste la atención que requieren”, apuntó.
Otros elementos son la falta de información de los médicos respecto a que las alteraciones en las mujeres son a nivel microvascular (vasos sanguíneos pequeños) y en los hombres las afectaciones se presentan en arterias, donde se localiza más fácilmente la obstrucción de la circulación sanguínea.
La panista subrayó que se estima la muerte de 23 millones de mujeres por esta causa para el 2030.
Resaltó la importancia de prevenir los problemas de corazón mediante prácticas más saludables, como hacer ejercicio físico de forma regular, consumir fibra vegetal, evitar alimentos con muchas calorías, reducir las grasas saturadas, moderar la sal en los guisos, no consumir tabaco, combatir el estrés, moderar o evitar el consumo de alcohol y reducir los azúcares.