La Cueva de Satanás

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SCT
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Socavón es ya un término que quedará grabado en la tétrica historia de la irresponsabilidad y la corrupción con que se desempeñan influyentes miembros de la clase política mexicana y poderosos contratistas de obras públicas

Socavón, cueva que se forma por el hundimiento de la tierra y, en el caso que nos ocupa, por el colapso de una presuntamente indomable, fuerte, carpeta asfáltica (así nos la vendió el secretario de comunicaciones y transportes), que duraría si no la eternidad, si por lo menos cuatro décadas. Pero que colapsó impulsada por la corrupción de tirios y troyanos.

Si la llamada Estela de Luz construida casi a las puertas del Bosque de Chapultepec y el Paseo de la Reforma, medio construida para servir de nada en la administración de Felipe Calderón, fue bautizada por la voz popular como un monumento a la corrupción, el socavón del Paso Exprés de la carretera México-Acapulco es ya el avatar del cinismo en la  muy cuestionada, por diversos sectores, administración del presidente Peña.

Y como en muchos de estos casos vergonzosos y que incriminan a personalidades de la clase política, involucradas con el tema de la construcción de caminos y puentes, mientras columnistas y analistas de diversos medios informativos impresos, si no es que de todos, continuaron haciendo presión para que el secretario de Comunicaciones y Transportes presente su renuncia por ser el más importante responsable de la tragedia en Paso Express, los dos rotativos más influyentes y que imponen la agenda periodística diaria – El Universal y Reforma – no incluyeron, este lunes, el tema de la tragedia del Paso Exprés en su página frontal – el Home – y lo trasladaron a páginas interiores, a espacios intrascendentes. Curioso, sospechoso. ¿Verdad?

Hay que tomar en cuenta que, en las empresas periodísticas, quienes confeccionan el periódico sólo consideran como noticias que vale la pena destacar, importantes o muy importantes, las que incluyen en su primera plana, Esas son las que realmente valen la pena. En las páginas interiores, la información, las noticias, sólo son “relleno” de los espacios que dejan libres los anuncios, la publicidad, los avisos y la propaganda. Los espacios de análisis y opinión no tienen la menor importancia. Son desahogos de analistas e intelectuales, y sólo son visitados por un público reducido, enterado de la temática tratada en el día. En honor a la verdad, artículos, comentarios, columnas de opinión pueden ir o no ir en el periódico. Nadie los extraña. Ni siquiera su autor,

El caso del Paso Exprés amerita una investigación tan a fondo como la corrupción atribuida a Javier Duarte de Ochoa – 45,000 millones de pesos, según la Auditoría Superior de la Federación – en el gobierno de Veracruz. Por cierto, este lunes fue extraditado y traído a México a un supuesto Javidu. Nos han acostumbrado tanto a la mentira que de todo dudamos. Y muchos creen que el Duarte de Ochoa traído a México para enfrentar la justicia mexicana no es el auténtico ex gobernador, sino un doble y que el amigo del presidente está ya a salgo gozando der cabal salud y libertad en algún lugar del mundo que podría ser Londres. Qué pena que llegue uno a estas conclusiones, pero es que ya no hay credibilidad, no hay confianza, no hay fidelidad.

Por lo demás. Todo el mundo consciente y enterado espera que en el caso de la tragedia de El Paso Express se realice una acuciosa investigación. Y se castigue a los responsables y a los culpables sean amigos o no de la casa presidencial. El hecho de que Ruiz Esparza sea mantenido en el puesto le daña mucho al presidente, quien – esperamos – se dé cuenta. Le daña tanto como la corrupción de su amigo Duarte de Ochoa, independientemente de que éste sea juzgado y quizá condenado. Y es que es mucho dinero el que está desaparecido o en las cuentas oscuras, escondidas, del ex gobernador y de sus amigos.