Lo importante no es que crezca el número de puestos de trabajo en un periodo determinado. Puede haber 50 millones de empleos, pero si su potencial para dar de comer, de vestir, de curarse, y hasta de morir a los trabajadores no es el suficiente, sirven de muy poco; quizá para simular que una administración gubernamental está teniendo éxito. Pero esto es autoengañarse y engañar a la gente, que es la que padece la mala calidad de su empleo.
Un dependiente de cualquier tienda de conveniencia sólo llega a ganar unos 3,000 pesos al mes. Si ese empleado tiene pareja y un hijo, no entiendo cómo puede alimentar, vestir, pagar una vivienda, pagar el transporte con esa irrisoria cantidad de dinero.
El presidente dice la verdad, pero a medias. Dice que, en lo que va de su gobierno, se ha creado el mayor número de empleos que en cualquiera de las administraciones anteriores. No lo dudo. Pero la inmensa mayoría de puestos de trabajo sólo revelan, por sus magras remuneraciones, una brutal explotación de la fuerza de trabajo de los millones de pobres que logran obtener un empleíto.
“En lo que va de la administración se han creado más de dos millones 800 mil empleos. Nunca antes se había creado tanto trabajo a estas alturas de un sexenio”, dijo en un video compartido en su cuenta de Twitter. Lo que no dice el señor Peña es que la demanda laboral es de más o menos un millón 300 mil empleos cada año. La economía, si estuviera en buena marcha, ya debería de estar creando un millón 300 mil puestos de trabajo cada año. En lo que va del sexenio tendrían que haberse creado ya seis millones 500 mil puestos de trabajo y justamente remunerados. Pero esta economía mexicana no da más que para crear dos millones 8900 mil empleos, que son de los que presume el presidente, y muy mal remunerados.
Mire cómo vive la clase trabajadora. Mal. Come mal. Viste mal. No tiene prestaciones. Pocos son los que tienen seguro médico del seguro social. No tienen contrato colectivo. No les pagan por nómina sino mediante un recibo de esos llamados de honorarios. No tienen futuro, pues porque no hacen carrera dentro de la empresa. Lo veo con mis hijos. Fueron a la universidad, sacaron muy buenas calificaciones, les premiaron con medallas, se titularon summa cum laude, y apenas tienen un empleo pobre. Si eso ocurre con la gente que se especializó en las instituciones de educación superior, que se puede esperar de la situación en la que vive la mayoría de los mexicanos (millones; quizá 50 millones, quizá 70 millones, quizá 80 millones). Simplemente sobreviven en medio de la angustia y la zozobra.
Las cifras no dicen mucho. El hecho de que, como lo presume Peña, en junio se hayan creado, según el IMSS, 86 mil 233 puestos de trabajo, lo que suma 500 mil empleos en el primer semestre de 2017, “el mayor aumento para un primer semestre desde que se lleva registro desde hace 30 años”, no significa nada. Una economía que sólo crea 500 mil empleos muy mal remunerados en un semestre es una economía sumamente débil, sub desarrollada. No responde a la demanda de puestos de trabajo, que ya dijimos, históricamente es de un millón 300 mil al año, pero más que nada empleos que resuelvan la vida de los trabajadores y su familia.
Pero dejemos que el señor presidente se haga ilusiones cuando afirma que los empleos creados “son un claro ejemplo de crecimiento de la economía y de que México está avanzando”.