Se trata de un proyecto que realiza un grupo de investigadores de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) conformado por los doctores Eliézer Chuc Meza y Martha García Ramírez, y el maestro en ciencias Gerardo Ávila Velarde, en colaboración con el Instituto Nacional de Psiquiatría (INP).
Los estudios realizados en un modelo animal (ratas) ayudaron a comprobar que al inyectar uno de los antipsicóticos típicos más usados en el núcleo reticular talámico, disminuye la memoria y esto tiene el mismo efecto que cuando se administra el fármaco sistémicamente.
Para corroborar dicha repercusión se colocó al roedor en una caja para que conociera dos objetos iguales. Posteriormente se le inyectó el fármaco y después de 15 minutos se puso en contacto con uno de los materiales reconocidos y otro nuevo, en condiciones normales la rata examinaría con mayor interés la pieza nueva, pero no fue así, su indagación fue indistinta y ello demuestra que no recordó la exploración previa.
Otro experimento consistió en colocar al animal en una pequeña alberca en donde había una plataforma sumergida, la cual encontró después de nadar cierto tiempo. Durante varios días se introdujo a la rata en el contenedor y cada vez ubicaba más rápidamente dicha estructura. Después se le inyectó el medicamento y no se acordó de la ubicación del pedestal en el que podía apoyarse para descansar del nado.
El doctor Chuc Meza señaló que a nivel mundial la esquizofrenia tiene incidencia de uno por ciento y, según datos de la última encuesta de la Secretaría de Salud (SSa), en México al menos medio millón de personas la padecen. Indicó que el factor hereditario aumenta la susceptibilidad de sufrir la enfermedad, otro componente importante es el psicosocial, ya que eventos ocurridos en entornos estresantes en la infancia pueden contribuir a desarrollarla.
Además hizo hincapié en que el abuso de sustancias ilícitas como las anfetaminas y la cocaína pueden desencadenar la afección en estado latente, pues basta un estímulo para que aflore.
El especialista del Laboratorio de ganglios basales y sistema límbico mencionó que normalmente la esquizofrenia inicia en la juventud temprana con “síntomas negativos” que influyen en la reducción de la función mental y psicológica del individuo, quien se retrae, descuida su aspecto personal y pierde la capacidad de dar respuestas emocionales adecuadamente.
Cuando en ciertas zonas del cerebro (sistema límbico) hay una exagerada producción, liberación y efecto del neurotransmisor dopamina, se manifiesta la afección y aparecen “síntomas positivos”, tales como alucinaciones auditivas, visuales y somatosensoriales, delirios de grandeza y superioridad, paranoia y pensamiento desordenado. Adicionalmente ocurren alteraciones cognitivas, específicamente falta de atención y reducción de las capacidades de memoria.
Para tratar los signos positivos se emplean antipsicóticos típicos, cuyos efectos adversos por el uso agudo producen parkinsonismo, es decir que al afectar el área motora dificulta los movimientos; mientras que la administración prolongada (después de cinco años) genera discinesia tardía, caracterizada por movimientos involuntarios de los brazos. “Es importante agregar que con dicho tratamiento los síntomas cognitivos no sólo no desaparecen, sino que llegan a empeorar”, puntualizó.
El investigador politécnico afirmó que ambas pruebas mostraron que al afectarse la función del núcleo reticular talámico, se reduce la memoria. Por ello, es necesario profundizar los estudios, pues aunque hay psicóticos atípicos que tienen menores efectos adversos que los típicos, no ayudan a controlar los síntomas negativos, ni los cognitivos y es importante encontrar sustancias que incidan en el tratamiento de todos los síntomas sin generar efectos colaterales.