Reprueba Iglesia asesinado de sacerdote guerrerense

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El obispo de Ciudad Altamirano (Pungarabato), Maximino Martínez Miranda, informó que luego de los estudios periciales quedó claro que el cuerpo pertenecía al presbítero, secuestrado el 22 de diciembre y encontrado sin vida ayer sobre la carretera Iguala-Ciudad Altamirano.

Fieles, feligreses de Tierra Caliente, sobre todo de comunidades de Ciudad Altamirano y Tlapehuala, municipio aledaño donde fue hallado asesinado el padre, se congregaron desde anoche en la catedral calentana.

Sin embargo, todavía al mediodía de este viernes los restos del sacerdote asesinado a balazos no habían llegado para que sus seguidores le dijeran adiós.

Maximino Miranda dijo que el padre, que actualmente daba clases de Liturgia en el Seminario de Ciudad Altamirano y que había sido vicario de dicha catedral, no merecía morir por ningún motivo de esa manera, como no lo merece nadie.

No obstante señaló: “Tampoco Cristo merecía morir en la cruz, pero así son las cosas cuando uno no alcanza a comprender lo que es divino y se limita solo a lo material”.

Recordó que no es el único caso de ese tipo en la región. En 2008 el sacerdote Abacuc fue asesinado a sangre fría, dijo, así como “Goyito” de 39 años de edad, originario de Las Piñas, Estado de México.

Además, en fechas recientes, en San Miguel Totolapan, municipio también perteneciente a la Tierra Caliente de Guerrero, que colinda con Michoacán, a mediados de septiembre fue asesinado el presbítero José Ascención Acuña. De ambos se supo que los crímenes tuvieron que ver con el crimen organizado, pero nada más.

“Lo que pasa es que el presunto delincuente era parte de un cártel, se acercó a un feligrés para comentarle que se había equivocado, que confundió al padre con otra persona y que estaba arrepentido”, contó en el caso de Abacuc, asesinado en el municipio calentano de Arcelia.

En tanto, el obispo de la diócesis Chilpancingo- Chilapa, Alejo Zavala Castro, externó que para la iglesia que ocurran estos hechos en tiempos violentos “nos causa una profunda indignación, un profundo dolor”.

“No es la primera vez que esto nos ocurre, aquí en la diócesis han matado a dos y a otros los han secuestrado, pero los dejaron libres”, expuso.

El caso más conocido de dicha diócesis es el de John Ssenyondo, sacerdote de origen ugandés de 55 años de edad, encontrado en fosas clandestinas el 29 de octubre de este año, en la comunidad de Ocotitlán, en Zitlala, municipio aledaño a Chilapa, donde el cura oficiaba misa, en la región de la Montaña.

Zavala aseguró que no han realizado denuncias penales, porque no se imaginaron que “nosotros estando en la fe, en el evangelio nos pasaran estas cosas. No entiendo por qué pasan estas cosas, no entiendo por qué contra la iglesia”.

Además, informó que la iglesia está consternada por los hechos, las diócesis de Tlapa, la Arquidiócesis de Acapulco, la de Chilpancingo y Altamirano hacen un llamado a las autoridades, para que la violencia cese y no toque a ningún estrato social ni sector alguno.