Eso quedó en claro cuando, momentos después de tomar posesión, firmó no menos de 10 decretos.
Y, contra la costumbre sajona de que sábados y domingos son sagrados, encabezó un encuentro con la CIA –donde sus comentarios fueron todo un editorial preventivo para el mundo-, y luego se apareció acompañado de Melania en la Catedral de Washington, para convertir la misa en un evento político.
El presidente Trump tiene prisa, y ya metió a Enrique Peña Nieto en esa dinámica al citarlo en la Casa Blanca el martes 31 de este enero.
Aquí se intentado vender este citatorio como un mensaje de la “buena voluntad y alto interés” de Trump hacia el presidente mexicano, con quien –adelantó Sean Spicer, vocero de la Casa Blanca-, Trump hablaría de comercio, migración y seguridad.
Previamente, el próximo viernes, Trump recibirá a Teresa May, Primer Ministro de Inglaterra y encargada de tramitar con la Unión Europea el llamado Brexit.
Es evidente que ambos hablarán de la salida de Inglaterra de la UE, algo que Trump ha considerado como el camino que deben seguir las demás naciones europeas.
Es ir de nuevo a estados nacionales. A mercados cerrados y al establecimiento de controles migratorios.
En ese contexto es en el que Enrique Peña Nieto hará su visita a Washington.
No hace falta ser aprendiz de Canciller, como Luis Videgaray o tener ninguna banda al pecho para saber que Trump es un patán.
La patanería es consustancial en el nuevo presidente de EU, como el aguijón lo es para el escorpión que picó a la rana a la mitad del río.
Si todos sabemos eso, entonces es importante preguntar a nuestro Presidente: ¿por qué la prisa de reunirse con él?, ¿por qué aceptar ir el 31 de este enero a la Casa Blanca donde Trump –de acuerdo a su propia estructura- ya cambió las cortinas guindas de la histórica oficina Oval, para ponerlas de color dorado, como en burdel de Polanco?
¿Por qué no dejar pasar algunas semanas más, un par de meses más, antes de aceptar ese encuentro?
¿Por qué exponerse a que el patán haga una de las suyas y lo exhiba ahí, frente a todo el mundo, con el rollo de que los mexicanos pagaremos el muro? ¿o de que pondrá fin al abuso de México que se ha llevado inversiones y plantas industriales norteamericanas?
¿Qué va a hacer Peña Nieto frente a los desplantes y la lengua larga previsibles de Trump? ¿Romper relaciones?
¿En verdad creen nuestro Presidente, su Canciller, que pueden modificar lo que Trump ha planteado hasta el cansancio respecto de que los migrantes mexicanos son una rémora de atracadores, malvivientes y ladrones de empleos y de que el TLC sólo ha servido para que empresas tengan plantas en México? ¿En verdad creen que le pueden poner límites?
¿Qué no quedó en claro que en su discurso inaugural Trump reiteró lo que dijo a lo largo de su campaña de que a partir de ese momento lo primero sería EU y los norteamericanos?
¿Por qué exponerse a una ridiculización más? ¿A una de ese tamaño?.
Digámoslo claro: la verdad es que Enrique Peña Nieto y México no significan nada para Trump. Un sujeto sin límites ni estilo, imprudente, más que arrogante, un verdadero patán.
Insisto: ¿por qué la prisa para exponerse a ese trance y escarnio? No entiendo.
ANAYA, EL GANDALLA
Sin los reflectores mediáticos encima, debido a que andan por Washington con Trump, Ricardo Anaya concretó ayer un nuevo golpe interno en el PAN contra Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle, al colocar a quizá más de un 80 por ciento de los 300 nuevos consejeros nacionales.
Como Usted sabe, el Consejo Nacional es el órgano más importante dentro del PAN luego de la Asamblea Nacional.
Es dentro del Consejo Nacional donde se tramitan los métodos de elección de candidatos, incluido el de Presidente de la República, y todos los cambios a documentos internos, especialmente sus estatutos.
Calladito, sin mayores aspavientos ni jaloneos, Anaya se dedicó durante al menos los últimos tres meses a controlar la elección de sus consejeros en cada uno de los 32 estados del país.
De acuerdo a la última reforma encabezada todavía por Gustavo Madero, entonces presidente del CEN del PAN, 270 de los 300 consejeros nacionales deben salir de elecciones en cada estado.
Los otros 30 son designados por la Comisión Permanente del PAN de entre coordinadores parlamentarios, gobernadores, alcaldes y dirigentes estatales blanquiazules.
Es así que en un trabajo hormiga, silencioso, que apenas fue tocado por el escándalo de los viajes semanales de Anaya a Atlanta, el dirigente nacional panista destinó todo esfuerzo a hacerse del control del nuevo Consejo Nacional panista.
Este era un paso esencial para su propia postulación a la presidencia de la República hacia fines de este año o principios del 2018.
Fue una operación, afirman quienes saben de eso, para consolidar su postulación frente a Margarita Zavala y a Rafael Moreno Valle.
Hoy con el control de más del 70 por ciento de ese Consejo, Anaya puede decidir si la candidatura a la Presidencia de la República se decide en una elección abierta a la militancia, como lo establece el Artículo 92 de los Estatutos, o por el 102 inciso H, que prevé que –si lo solicitan las dos terceras partes de los consejeros nacionales-, la candidatura presidencial pueda ser otorgada por designación interna de la Comisión Permanente Nacional.
En el proceso de renovación del Consejo Político Anaya no sólo se hizo del control de la mayoría, sino que echó fuera a algunos de sus opositores internos más sobresalientes.
EL BOTON DE MUESTRA
Así, sin importarle la crítica externa e interna, Anaya se agandalla uno a uno los procesos internos para consolidar su postulación a la Presidencia de la República en 2018.
Y para mostrar su poder de decisión basta referirnos al proceso de elección de candidato a Gobernador en Coahuila, donde acaba de imponer a Guillermo Anaya por sobre las aspiraciones del senador Luis Fernando Salazar.
Aguerrido y persistente crítico del PRI, Ricardo Anaya no perdona ni uno de los procesos del tricolor, pero copia fielmente los más rancios usos del tricolor.
El dedazo es aplicado por él sin pena ni pudor. Fue así como impuso a Guillermo Anaya en Coahuila, donde todos esperaban que diera curso a un proceso de elección democrático para ganar la gubernatura.
Al imponer a Guillermo Anaya, el líder nacional panista ha provocado la fractura en ese estado y ha definido la derrota anticipada de su partido en Coahuila.
En fin.