Ay. Qué cosas tiene la vida, Mariana. Los políticos. Ah, los políticos. Ab ovum quieren que se le reconozca que son muy chingones (palabra al parecer soez, pero aprobado y justificado su uso por la RAE).
Con eso de que lo bueno no se cuenta, pero también cuenta, que quien sabe qué genio de la mercadotecnia y la fraseología a la Facebook le aconsejó a Peña Nieto, ahora se magnifican las acciones que no tienen ningún mérito porque, de ser verdaderas y no producto de imaginaciones calenturientas y demagogas, son absoluta obligación lograrlas por el gobernante porque para eso se le paga y se le paga con creces, como se le paga al presidente de la Comisión de Salarios Mínimos cuando su trabajo es aumentar 4 pesos el tal salario para indigentes.
Pero yo lo dudo. No le creo ni a dios padre cuando habla de México. Menos al INEGI y mucho menos al presidente. Eso es una falacia, que su gobierno se ha convertido en “el gobierno del empleo” pues, “por primera vez en la historia de México”, se ha creado 1 millón de fuentes de trabajo entre enero y noviembre de este año, para un total de 2.6 millones durante su mandato. Que permítame decirle que es muy miserable. Al año deberían de crearse cuando menos un millón 300 mil puestos de trabajo que son los que demanda la economía desde hace muchos años.
Eso mismo dijo Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa (quien por cierto este lunes se quedó sin madre y el cadáver de la señora era sepultado o cremado este martes en Puebla de Los Ángeles). El Presidente del Empleo.
Pues sí, yo no dudo que se hayan creado millones de empleos, pueden haberse creado dos, tres, cuatro millones. Lo que a mí me importa es la calidad, la remuneratividad, la justeza del empleo. No me cuadra que se hayan creado tantísimos empleos y la gente siga igual o peor de jodida, porque la jodienda es de todos los días, desde que amanece hasta que anochece, y sólo el sueño, la dormida calma la ansiedad y la angustia a los mexicanos, a los que no les alcanzan los pinchurrientos tres mil pesos mensuales que ganan por ocho o 12 horas diarias de esclavitud. Eso. Los empleos, los millones de empleos son el signo de la esclavitud. Pregúntenle a un empleado de Carlos Slim cuánto gana al mes, o a un dependiente de cualquier almacén de esos supergrandotes. No se vale, presidente, presumir con el dolor de la gente. Vaya que tienen empleo pero ese empleo es un medio de explotación de su fuerza de trabajo. Nomás mire cuánto gana un empleado de la presidencia. Un empleado de comunicación social de presidencia. Nadie quiere ir a trabajar a presidencia porque les pagan una madre. Podrá decirme que tienen trabajo. Pues sí, pero los beneficios de ese trabajo son para el patrón.
No me importa la cantidad de empleos que se haya creado. Presumirlo es pura demagogia. Y demagogia ni siquiera al estilo Chávez, Fidel Castro, o El Peje, sino demagogia de un gobierno que privilegia a las clases dominantes, a los que detentan la propiedad de los grandes medios de producción. Y eso que están en contra del populismo. Pues presumir de la creación de millones de empleos jodidos, mal pagados, injustos es eso, populismo de ultraderecha. Ay, dios mío. No se vale. Mientras los políticos se van a recetar bonos navideños multimillonarios, los mexicanos gozan de un pinchurriento trabajito que les lleva todo el santo día. Tres horas de viaje por la mañana, 12 horas de trabajo y otras cuatro horas de regreso a casa. Cuánto les queda para descansar. Ahora sí que se vale la palabra soez: una madre. Y eso los que tienen empleo. ¿Y los que no lo tienen? Qué comen, cómo comen, de qué visten, cómo se curan, como dan de comer a sus hijitos. Uta. Vaya que estamos metidos en una cueva profunda como aquella que me gustaba visitar cuando pequeño, que se llama todavía Sal Si Puedes…