De acuerdo con datos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), la mayoría de los indígenas presos provienen de comunidades de Oaxaca, Chiapas, Puebla, Veracruz, Guerrero, Ciudad de México, Yucatán, Chihuahua, Hidalgo, San Luis Potosí y Estado de México.
Preocupado por esta injusticia, Ralis Cumplido impulsa una iniciativa para que los escritos de declaración preparatoria y cualquier otro documento que requiera rúbrica durante su proceso, se realicen en la lengua que hable el imputado.
La reforma al Código Nacional de Procedimientos Penales, artículo 113, señala que en caso de no cumplir con lo establecido en el párrafo anterior, los documentos carecerán de validez.
Destacó que en los reclusorios existen indígenas purgando condenas excesivas por delitos menores, por firmar sin saber qué decía el documento de su declaración inicial y no contar con una defensa adecuada.
A pesar de que nuestro país cuenta con diversas normas en materia de derechos indígenas, en la procuración de justicia falta mucho por hacer. “De nada sirve que existan leyes que reconozcan los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, cuando en la práctica sabemos que es un tema pendiente”, afirmó.
En la República Mexicana se hablan 68 lenguas indígenas que tienen 364 variantes lingüísticas, de acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali); sin embargo, “ser indígena muchas veces es sinónimo de discriminación, vejaciones, impunidad y criminalización”, acotó.
“A pesar de que la Constitución en su artículo 17, establece el derecho de toda persona a la administración e impartición de justicia por medio de tribunales, en la práctica las deficiencias son enormes para la población en general y aumentan aún más para los indígenas”.
Todo lo anterior, explicó, debido a que son víctimas de discriminación, abuso, vejaciones, falta de intérpretes y defensores, procedimientos lentos, juicios llenos de irregularidades, sentencias severas en proporción al delito e ignorancia por parte de los prestadores de servicio respecto a los usos y costumbres de la comunidad.
Ello, aunado a que los encargados de impartir justicia carecen de una preparación adecuada y falta de sensibilidad, que garantice a los indígenas un proceso justo.
Aseguro que esta situación genera que muchos se encuentren privados de su libertad, criminalizados desde el momento de su detención; tal es el caso de Pedro Gatica, quien estuvo 11 años en prisión preventiva y los hermanos Sebastián y Marcial Zúñiga, quienes al igual que su padre permanecieron 10 años presos acusados de un delito que no cometieron.