Análisis a Fondo
-Del capitalismo salvaje a una economía social
-La pelea contra de la corrupción y los corruptos
Por Francisco Gómez Maza
Durante 36 años, para no ir más hacia atrás en el tiempo, los trabajadores mexicanos de todos los estratos, de las clases medias, de las pobres padecieron el maltrato, la exclusión social, el empleo esclavizante, mal pagado, la desocupación, la ausencia de una seguridad social regeneradora, el desprecio de las clases dominantes. Y el problema de fondo fue que la ideología no les permitió a los gobernantes ver hacia adelante, hacia las mayorías depauperadas. El desarrollo, el desenvolvimiento económico sólo privilegiaba a las minorías que detentaban los grandes medios de producción. Desde Miguel de La Madrid, ordenado por José López Portillo, “el último presidente de la revolución”, como el mismo se auto denominó, que llegó al grado, quizá para pasar, condecorado por el pueblo, a la historia de México, de expropiar y nacionalizar el sistema bancario para ordenar las actividades generadoras de ahorro y crédito, que es lo que menos les importaba a los banqueros.
En ese momento empezó a agudizarse la ya muy grave situación en que sobrevivían las mayorías mexicanas, porque los pequeños avances en el ideal de la economía que prometía la expropiación de los bancos para ponerlos al servicio del desarrollo del país, lo que hubiera impulsado el desarrollo individual de los mexicanos, con justicia y dignidad, fueron echados al traste por el presidente de la Madrid Hurtado, quien no hizo honor a su lema de campaña: “No permitiré que la Patria se nos deshaga entre las manos. Vamos a actuar con decisión y firmeza.” Y al final del sexenio, la Patria sí se le deshizo entre las manos porque la agarró el capitalista salvaje, calificado con una expresión anodina, como Neoliberal, el presidente Carlos Salinas de Gortari, “educado” para ser patrón, cacique y encomendero de las fuerzas más reaccionarias de la derecha. Con este gobernante y sus paleros, los intelectuales orgánicos que ya todo el mundo conoce, se agudizó la dependencia de México y la depauperación de los trabajadores, de los pobres y de los desheredados.
Pero en medio de esta triste situación, en la que los únicos que gozaban de los frutos de la economía eran las clases dominantes. Surgió una figura contradictoria, odiada por las minorías y amada por las mayorías: Andrés Manuel López Obrador, un populista que buscaba acabar con la desigualdad económica y social del país, agudizada por la derecha del PRI y el PAN y pequeños partidos integrados por grupúsculos extremistas. Y fue vapuleado por el oficlalismo pripanista , y a pocas horas de que entregue la banda presidencial aún sigue siendo blanco de una guerra sucia plagada de mentiras y de calumnias, que le son lanzadas desde todos los frentes, especialmente las llamadas redes sociales, en donde no hay día ni hora, en que no se denueste al mandatario que llegó arrasando a los partidos conservadores como el PRI y el PAN, que ya habían cansado a los electores con mentiras, con fraudes electorales, con una permanente guerra en contra de López Obrador, a quien le cerraban las puertas, empezando con el desafuero cuando logró ser Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y con una guerra cuyas armas y balas son la mentira, el acoso, la denostación, la calumnia al grado de que ahora lo acusan de apoyador del narcotráfico, que se agudizó con la declaración de guerra contra las bandas de traficantes de estupefacientes del presidente Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, cuyo brazo armado estuvo a cargo de su súper policía, Genaro Gercía Luna, quien espera en la cárcel de máxima seguridad del condado de Nueva York, quien también es utilizado para enlodar la fama del presidente Saliente. Pero no hay pruebas de nada y López Obrador se irá de Palacio Nacional con la honra reconocida por millones de mexicanos, a quienes los derechistas denuestan también inmisericordemente. Pero estos millones de mexicanos están agradecidos con López Obrador.