Análisis a Fondo
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De repente apareció Yúnes Linares, arropado por morenistas
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Los porros de Norma Lucía Piña se apoderaron del Senado
Por Francisco Gómez Maza
Ardió Troya en el salón de plenos del Senado de la República. Se presentó Miguel Ángel Yunes Linares, el viejo político panista de Veracruz, padre y senador suplente del senador Miguel Ángel Yunes Márquez, rindió protesta como senador, para representar a su crío quien se reportó enfermo y fue condenado severamente por la bancada panista porque ésta consideró que el reporte de enfermedad era el pretexto para darle a Morena el voto que necesitaba para tener mayoría calificada y aprobar sin oposición la Reforma al Poder Judicial, que permitirá designar a los ministros de la Corte Suprema, a los magistrados y a los jueces, reforma que no apoya la derecha partidista, del pri, del mc y del pan y que es tan deseada por las mayorías morenistas, principalmente el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, quien fue el que inició la reforma judicial junto con una veintena de reformas, como en general hace todo mandatario que está a punto de dejar el poder.
Pero este escándalo cortés-yunes no fue todo. Concluyó la primera parte de la sesión maratónica para aprobar la reforma judicial, y empezaba la segunda sesión, cuando los porros y pupilos de la doña norma lucía piña Hernández violaron la entrada principal del Senado, la que da a Paseo de la Reforma, por donde creció y era cultivado el jardín de la mariguana y se metieron al Patio del Federalismo por donde está la “sala de prensa” al aire libre, instalada desde los tiempos de la pandemia de coronavirus porque la verdadera sala de prensa, que está el sótano 2 del edificio senatorial era muy peligrosa para los periodistas, pues no tiene suficiente ventilación y se temió que hubiera habido ahí una epidemia de la gripe mortal.
Los porros Norma Lucía Piña, la jefa de los porros presuntamente defensores del poder judicial, anduvieron como pedro por su casa en todo el patio, gritando consignas, cantando, y los senadores tuvieron tiempo de salir del edificio por una serie de pasadizos, y se fueron a la llamada Casa Nuestra, la vieja sede del Senado para celebrar ahí la, ya no sé, que número, creo que la cuarta sesión de la asamblea legislativa. En eso, cayó el cielo sobre la zona donde se levanta la torre del nuevo senado. Imposible salir a las zonas sin techo y menos a la calle de Madrid que era un río caudaloso, o a Paseo de la Reforma.
En la primera parte de la prolongada sesión, en la pequeña bancada de acción nacional estalló una bomba que encendió la cohetería como en una bodega de artefactos explosivos de feria o de fiestas de la independencia, como ocurrirá la noche del 15 de este septiembre, y su poder hirió a los senadores la bancada azulina, que se quedó huérfana, helada cuando apareció Yunes Linares, el senador suplente de su hijo, Miguel Ángel Yunes Márquez, por el estado de Veracruz, arropado por senadores de Morena, mientras el presidente de la asamblea, Gerardo Fernández Noroña, le daba la bienvenida y le ofrecía un escaño en la zona del salón de sesiones ocupado por las mayorías morenistas y enseguida le ofreció la tribuna, a lo que inmediatamente aceptó el patrón veracruzano.
En la bancada panista, reinó un profundo silencio, de sorpresa mayúscula, sobre todo entre los viejos porque los senadores jóvenes apenas conocen la historia de la pandemia para acá, cuando apareció el viejo tiburón veracruzano, caminando hacia e atril desde donde iba a dirigirse a la asamblea dominada por Morena y ante el “no entiendo”, “quién sabe qué pasa”… salidos de la boca de los panistas. El veracruzano arrancó su discurso, pero el grito pelado de los miembros de la reducida bancada azulina no le permitió a los oyentes oír lo que empezaba a declarar Yunes Linares, a quien no dejaron hablar ni un solo momento, ni con la intervención del presidente de la Cámara, quien les pedía silencio.
Mientras el viejo tiburón veracruzano intentaba hablar, se armó un pleito de placeras, de verduleras entre el impresentable presidente del PAN, Marko Cortés Mendoza, senador, y el jefe de la dinastía Yunes. Yunes Linares se presentó en la sesión del Senado para defender la fama de su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez, quien, por la mañana, antes de que comenzara la sesión, envió una carta a la bancada del Pan para informar que una grave cirugía de columna no asistir a la sesión extraordinaria del Senado en la que se aprobaría o rechazaría la iniciativa de reforma judicial, pero el agarrón (materialmente fue un agarrón) entre Marco Cortes Mendoza y Yunes Linares prolongó los tiempos de la sesión, que fue matutina, tanto que también se retrasó el inicio de la segunda sesión de la jornada.
Los panistas, o menor dicho su jefe nacional, Marko Cortés Mendoza, culparon al senador Yunes Márques de no asistir para permitir que la bancada de Morena pudiera erigirse como triunfadora y con los votos suficientes para obtener la mayoría calificada. Y así nacerse con los votos suficientes para obtener la mayoría calificada y así poder lograr la reforma judicial, una de las iniciativas más analizadas y discutidas de los últimos tiempos.
Increíble, pero cierto. La jugada de los Yunes para no aprobar o abstenerse en la votación de la reforma aseguró el triunfo de Morena, independientemente de los suspiros, de los corajes de los senadores panistas y del mc por uno de sus senadores que estaba —–“desaparecido” en Campeche. Sea lo que fuere, el debate por la reforma judicial perdió la emoción a la que lo llevarían las intervenciones en tribuna. Los senadores panistas, derrotados por su propia inquina interna y por la presencia de Marko Cortés Mendoza, un jefe nacional que no respetó nada, ni a las jóvenes militantes, ni a los veteranos y que se anotó para ser senador de primera minoría sin ningún recato y desconociendo las peticiones de su renuncia luego de que durante su gestión el PAN ha salido como perdedor en todo.
Y así continuó la sesión que estuvo marcada no por los panistas confrontados por Yunes Linares, no por el discurso procaz de doña Lilly Téllez, no por las mentiras de Marko Cortés… Y el final miraba hacia la madrugada del 11 de septiembre, fecha maldita por el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende y por el ataque a las Torres Gemelas…