Ciudad de México, México.– En el mundo existen aproximadamente mil 100 millones de consumidores de tabaco; en México, cerca de 15 millones de adultos fuman y seis por ciento de adolescentes. Cada año ocho millones de personas mueren por esta causa; es decir, una cada cuatro segundos. A esta situación ahora también hay que agregar a los vapeadores y cigarros electrónicos.
Cuando aún no se ha podido resolver la problemática del consumo de tabaco, tenemos ese nuevo problema de salud pública propiciado por las tabacaleras que no sólo tienen una influencia enorme, sino la capacidad de diversificar sus productos, coincidieron en señalar Ana Beatriz Moreno Coutiño y Guadalupe Ponciano Rodríguez, académicas de las facultades de Psicología y Medicina de la UNAM, respectivamente.
En la conferencia de medios a distancia “Los vapeadores en México, en el marco del Día Mundial sin Tabaco”, Moreno Coutiño alertó: las campañas del vapeo y de los cigarros electrónicos han sido dirigidas a los adolescentes, una población vulnerable y atractiva para ese mercado.
El tema es particularmente grave toda vez que en la población mexicana de 12 a 65 años de edad, 975 mil personas utilizan vapeadores o cigarrillos electrónicos, y cinco millones los han empleado en alguna ocasión, según una encuesta de la Comisión Nacional contra las Adicciones (2022).
La experta mencionó que la edad de primer contacto de los niños con el tabaco es a los 10 años; con los cigarros electrónicos, el patrón es parecido y desde los 12 comienzan su consumo los cuales contienen nicotina y otras sustancias -como cannabinoides-, además de que son de fácil acceso, porque se consiguen en puestos callejeros, en máquinas expendedoras situadas en centros comerciales y hasta en plataformas de envío de alimentos. Es decir, llegan a la puerta de su casa, a pesar de que son ilegales en nuestro país.
Ana Moreno estimó también que el costo es bajo: de 180 a 270 pesos, lo cual permite que un menor lo obtenga con cierta facilidad; con la variedad de sabores, olor dulce y perfumado, así como formas diversas, entre ellas de bolígrafo o memoria USB, los consumidores dejan de percibir el peligro que implica su uso.
El “vapor” que sale de un cigarro electrónico en realidad es un aerosol que contiene sustancias como el propilenglicol y glicerina vegetal, que aumentan la irritación de las vías respiratorias; pero también, formaldehído, una sustancia causante de cáncer que puede formarse si el llamado e-líquido se sobrecalienta.
Estamos ante una industria sin ética que incluye sustancias nuevas para conocer el impacto que tienen en el mercado; son químicos que emulan la actividad de cannabinoides, y quienes las consumen están probando químicos que “se parecen a”, son “conejillos de indias de productos baratísimos que vienen principalmente de China”, dijo.
Ante esta situación, recordó que la COFEPRIS emitió hace unos días una alerta máxima de salud en nuestro país, con la intención de que el problema sea más visible y la gente se informe más acerca de esos productos, ya que “la inhalación de un excipiente frecuentemente encontrado en dispositivos de vapeo, denominado acetato de vitamina E, constituye un riesgo alto para la salud relacionado con enfermedades respiratorias agudas e incluso la muerte”.
Moreno Coutiño mencionó que la desregulación emocional es el principal factor asociado al “enganche en el consumo”, o sea, quienes viven ansiedad, depresión y estrés, o carecen de actividades placenteras y estimulantes o de retos personales, y quienes tienen una ausencia de figuras de apoyo emocional. Por lo que una manera de prevenir el problema es realizar deporte, actividades artísticas, intelectuales o pasatiempos; contar con tutores presentes, que brinden acompañamiento y vigilancia; y servir a otros, entre otras acciones.
Guadalupe Ponciano Rodríguez, adscrita al Departamento de Salud Pública de la FM y coordinadora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo, dijo que los nuevos productos de la industria se dividen en sistemas electrónicos para la administración de nicotina (cigarrillos electrónicos, vapeadores, pods); los sistemas similares sin nicotina; y los alternativos para el consumo de nicotina, como cigarrillos híbridos.
Un cigarrillo tiene un miligramo de nicotina, ejemplificó; los pods hasta 60 miligramos, es decir, el equivalente a tres cajetillas. La gente no sabe la cantidad de nicotina que mete a su organismo. En tanto, en los aerosoles además se encuentran compuestos orgánicos volátiles, metales pesados, partículas ultrafinas, saborizantes y colorantes, es decir, gran cantidad de sustancias tóxicas dañinas para la salud y que contaminan el ambiente.
Existe evidencia científica de que los sistemas electrónicos de administración de nicotina afectan los aparatos respiratorio, cardiovascular y reproductor, además de la cavidad oral; producen daños durante el embarazo, como mayor riesgo de malformaciones congénitas. También hay una gran cantidad de tumores asociados.
Los aerosoles afectan a todos los niveles el aparato respiratorio, desde el epitelio nasal y bronquial, hasta una parte fundamental que son los alvéolos. El tejido pulmonar, detalló, se desgarra, se rompe, pierde su estructura; “¿quién respira grasa (acetato de vitamina E) a través del aparato respiratorio? Nadie lo haría”. También hay evidencia de que ese aerosol, más la nicotina, solventes y saborizantes afectan al aparato cardiovascular, con lo cual se incrementa el riesgo de infarto y de tumores en el pulmón, entre otros riesgos, refirió.