Bosques y selvas frenan cambio climático

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Ciudad de México, México.– El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) indica que la deforestación es parte de los diez grandes problemas ambientales del planeta y afecta seriamente a la humanidad, porque se relaciona con otras dificultades como la extinción de especies, inundaciones, erosión y contaminación de la atmósfera.

En el caso de México, de acuerdo con el Programa Nacional Forestal 2020-2024, publicado en el Diario Oficial de la Federación por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, nuestro país pierde su cobertura forestal a causa de actividades ilegales, como cambio de uso de suelo, tala clandestina, comercio de materias primas y productos, incendios, plagas y enfermedades.

“En la medida en que se talan los árboles, desaparece una serie de servicios ambientales importantes, como hospedar gran parte de la biodiversidad del país, frenar el cambio climático, regular el ciclo del agua, evitar la erosión del suelo, y suministrarnos con madera y productos forestales no-maderables; proporcionar un paisaje atractivo”, alerta el jefe del Departamento de Botánica del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, Martin Ricker.

La Comisión Nacional Forestal (Conafor) reporta que de 2001 a 2018 se deforestaron 212 mil 70 hectáreas por año, casi todo para ganar praderas y en menor grado tierras agrícolas. La situación es especialmente grave en el sur de México: Campeche, Oaxaca, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo, aunque también en Jalisco, indica.

No obstante, esos datos no toman en cuenta la degradación de los bosques y selvas, cuando se alteran sin ser deforestados. Es decir, al extraer madera o cambiar la estructura del sitio, precisa el académico universitario en ocasión del Día Internacional de los Bosques, que se conmemora el 21 de marzo.

En 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas la proclamó, a fin de rendir homenaje a su importancia y generar conciencia al respecto, señala.

En nuestra nación se pueden distinguir cinco tipos forestales principales: bosques de coníferas, bosque latifoliado de montaña, bosque mesófilo de montaña, selva perennifolia y selva caducifolia. Para cada uno se reconocen múltiples subcategorías.

Aparte hay manglares y bosques de humedales, así como el matorral xerófilo. Al respecto, Martin Ricker señala que según datos del INEGI actualmente 33 por ciento de la superficie nacional está cubierta con bosques y selvas, y 27 por ciento con matorral. Sin embargo, considerando la vegetación potencial, originalmente 52 por ciento estaba ocupada con estos hábitats.

El experto universitario resalta también que en un estudio publicado en 2021, en Nature Climate Change, se estimó que a nivel global en las últimas dos décadas, eliminaron del aire (de manera neta) un promedio de siete mil 600 millones de toneladas de dióxido de carbono por año en el periodo 2001-2019, aunque obviamente hay incertidumbre sobre el valor exacto.

“Aun cuando solo se trata de una estimación, dicha información proporciona evidencia de que, a fin de cuentas, los bosques sí contribuyen a frenar de manera importante el cambio climático, aunque la deforestación en países tropicales es un factor fuerte, por el cual esta contribución es menor de lo posible”, afirma el especialista en ciencias forestales.

“Otra consecuencia de la deforestación, que es poco visible pero muy lamentable, es la disminución de la diversidad genética y últimamente la extinción de especies”, observa Martin Ricker.

Y añade: Es irreversible. Hay especies arbóreas de las que se conocen solo unos cuantos individuos. Dos de ellas que se eliminaron en la naturaleza de México, pero que se conocen bien, porque han sido cultivadas como plantas ornamentales, son “la palma de pita” (Furcraea macdougallii), que existía en Puebla y Oaxaca, y la orquídea “flor de muertos” (Laelia gouldiana), originaria del estado de Hidalgo.

Otro caso interesante es Horovitzia cnidoscoloides, descrita en 1988 en colaboración con un académico del IB,  pariente cercano de la papaya, que solo se conoce de un lugar en Oaxaca y de otro en Belice; por su cercanía genética con este fruto se debería conservar, considera.

Mejor aprovechamiento

Para un consumo sostenible de los bosques y contribuir a su conservación, prosigue el experto, es necesario un adecuado manejo forestal.

Al igual que las selvas son recursos renovables, es decir, se pueden extraer bienes, pero se debe regenerar lo que se cosecha. La cultura de manejar un esquema a largo plazo es importante, así como equilibrar los diferentes intereses entre terratenientes y de la sociedad en su conjunto, plantea Ricker.

Hay bosques en México, donde se implementa un manejo silvícola adecuado. Sin embargo, por diversos factores, la mayoría de terratenientes busca el aprovechamiento comercial de sus terrenos a corto plazo, añade.

Opina que los programas de reforestación de los gobiernos en México están enfocados más a proporcionar apoyo social en vez de desarrollar esos lugares con una visión a largo plazo, mientras que la selección de especies y el origen genético del germoplasma en función de los objetivos de la reforestación, así como el manejo y cuidado por años, con frecuencia no reciben la atención necesaria.

Para repoblar el terreno con plantas, es fundamental buscar la adecuada combinación de la especie con el sitio. En México hay aproximadamente tres mil arbóreas nativas, y aunque no todas son de interés comercial, siempre hay algunas de utilidad para su siembra. Aunque es necesario determinar cuál es la que mejor funciona para el lugar, finaliza el especialista.