Ciudad de México, México.– La mayoría de los países ejerce una presión sin precedentes sobre los recursos hídricos y México no es la excepción, ya que en nuestra nación se requiere cada vez más cantidad de agua en municipios, regiones y sectores debido a dinámicas demográficas, actividades productivas, usos y usuarios de este elemento.El titular de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS) de la UNAM, Eduardo Vega López, afirmó lo anterior y agregó: es mayor el requerimiento del recurso para la generación de alimentos, establecimiento de cultivos y la fabricación de bienes manufactureros.
La demanda en cantidad y calidad siempre es superior a la oferta, y esta problemática debe ser el centro de la política pública. La evidencia que tenemos para las 13 regiones hidrológico-administrativas en que está dividido el país es que en algunos casos se supera con creces ese requerimiento, apuntó al participar en el IX Encuentro Libertad por el Saber. Agua y Vida, organizado por El Colegio Nacional.
El también exdirector de la Facultad de Economía dijo que en ocho –entre ellas la I, Península de Baja California; II Noroeste; III, Pacífico Norte; IV, Balsas; VI, Río Bravo; VII, Cuencas Centrales del Norte; VIII, Lerma-Santiago-Pacífico; y XIII, Aguas del Valle de México- se presentan las adversidades más notables en términos de escasez exacerbada y presencia de sequías reiteradas e intensas, y con grandes costos económicos, sociales, ambientales y ecológicos.
En la sesión La sustentabilidad ambiental en las políticas del agua. Conversatorio sobre propuestas para la agenda nacional, moderada por Julia Carabias Lillo, académica de la Facultad de Ciencias de la UNAM e integrante de El Colegio Nacional, recalcó:
Esas ocho regiones representan 74 por ciento del territorio continental del país, igual porcentaje de la población, y más de 80 por ciento del producto interno bruto nacional. Deben ser prioridad en la política pública, aunque en las cinco restantes la demanda también supera la oferta por su mala calidad, apuntó Vega López.
“Alguien podría decir que en la frontera sur –la región XII Península de Yucatán, que comprende Chiapas y Tabasco– llueve más y se ubican las cuencas hidrográficas del Usumacinta y Grijalva, y otros ríos de importancia, pero con las tormentas tropicales y los grandes caudales de esos afluentes no necesariamente se hace un buen trabajo en términos de política pública para el mejoramiento de la calidad de agua”, expuso.
Indicó que aún es tiempo para que la nueva administración del país escuche a la sociedad civil organizada, a la población universitaria y a los grupos de investigación en el tema, toda vez “estamos en la posibilidad de decir cómo puede mejorarse esa regulación de la oferta y la demanda del líquido en regiones y municipios específicos, con usos y usuarios tan diversos, qué requerimos de cantidades y calidades en volúmenes impensables de agua superficial”.
Destacó que la seguridad hídrica debe ser territorializada para constituirse en programas regionales prioritarios; se necesita infraestructura para potabilizar, tratar, recuperar, sanear, etcétera; establecer un federalismo fiscal hídrico; es decir, el agua cuesta porque la que tenemos en ríos, lagos, lagunas, humedales y manantiales, en proporción importante está contaminada y hay que limpiarla.
Los recursos tecnológicos para hacer ese trabajo no son gratuitos y tampoco de bajo costo; tenemos que presupuestar cuáles son los tramos de esos cuerpos de agua que se deben reforestar y conservar para que sigan siendo reguladores naturales, por lo que invertir en su manejo y conservación es hacerlo en el agua del presente y del futuro, pero también en infraestructura directa. Es una perspectiva de economía circular aprovechar varias veces los mismos caudales.
Por su parte, Eugenio Barrios Ordóñez, integrante de la Fundación Río Arronte, señaló que hoy la crisis que vivimos no es hídrica, sino ambiental, y como consecuencia la humanidad enfrenta tres retos: pérdida de biodiversidad, cambio climático, así como pobreza. El agua es un actor fundamental para resolverlos.
“En realidad gestionamos mal este elemento y parte de la solución es entender que se trata de un bien natural que sostiene a los otros recursos y servicios de los que nos beneficiamos”, manifestó.
Vale la pena aclarar que, si bien la que tenemos es poca, la virtud de su manejo es hacerla infinitamente cíclica, es decir, natural o artificialmente tendremos agua para todos, pero el problema es que hemos agotado esa ciclicidad y contamos con nichitos del recurso por todos lados. “Necesitamos entender el agua no como un recurso explotable, sino como parte de la naturaleza”.