Ciudad de México, México.– La lactancia materna muestra el ejercicio de múltiples derechos: que niñas y niños tengan una alimentación sana y gocen de salud; ser cuidados, cuidar y generar procesos de autocuidado de las mujeres; además elegir ser madre y amamantar a su bebé.
Así lo afirman las expertas de la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU) de la UNAM, Gabriela Gutiérrez Mendoza y Aranzazú Belmont Flores, con motivo de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que este año tiene como lema “Cerrar la brecha: apoyo a la lactancia materna para todos”, y se conmemorará del 1 al 7 de agosto.
También subrayan que esta práctica debe darse en espacios adecuados donde se proteja la intimidad e higiene de la madre y su bebé. Destacan que en la Universidad Nacional se avanza en la implementación de lactarios que favorecen el ejercicio de estas garantías, la igualdad y el cuidado colectivo.
Gutiérrez Mendoza, jefa de la Unidad de Educación y Extensión para la Igualdad de la CIGU, explica que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) recomiendan que la leche materna sea el único alimento de los bebés en los primeros seis meses y se mantenga hasta los dos años, en combinación con otros alimentos nutritivos.
Sin embargo, la OMS indica que solo 55 por ciento de los infantes en América Latina y el Caribe son amamantados en la primera hora después de nacer; 43 por ciento lactan en los primeros seis meses de edad; y solo en 19 de 35 países de la región hay medidas legales relacionadas con el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna.
De acuerdo con la experta, esta leche proporciona anticuerpos que se requieren en los primeros años de vida; además protege de infecciones gastrointestinales, respiratorias y es un factor preventivo de obesidad, diabetes, leucemia, alergias, entre otros.
“Impacta también en el desarrollo cognitivo y en el coeficiente intelectual por la interacción que se da entre la mamá y su bebé. Les permite generar vínculos emocionales y psicológicos porque hay mucha cercanía en el momento de la lactancia, cuando se carga el bebé se le abraza y se da el arrullo, que es una forma amorosa de cuidado, de protección”, manifiesta.
La madre se identifica más con el infante, pues al alimentarlo lo mira, va reconociendo su llanto y expresiones. “En el arrullo cambia la voz, puede ser más tierna, más dulce y eso genera tranquilidad en el niño o la niña, cuando hay las condiciones adecuadas para la lactancia”, añade.
Gutiérrez Mendoza agrega que quienes lactan después del alumbramiento tienen menor riesgo de sufrir hemorragias y presentar depresión posparto. Además, es una práctica con impacto económico porque disminuye adquirir fórmulas especializadas, biberones y demás productos, y no genera residuos por el envasado o su transporte.
En tanto, Aranzazú Belmont Flores, colaboradora de la Dirección de Políticas de Igualdad y No Discriminación, sostiene que incluye también el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, ser madre o no, amamantar o no. Implica la prerrogativa a cuidar, ser cuidados y al autocuidado.
Dignificar la lactancia
Actualmente, detalla, se han instalado 15 salas de lactancia en diversas instancias universitarias, las cuales visibilizan que la comunidad realiza, a la par de sus labores, tareas reproductivas que contribuyen al sostenimiento de la vida, la salud y el bienestar.
“Es de resaltar que existen las tareas de cuidados y que no solamente nos corresponde a nosotras, sino que es una tarea colectiva: yo tengo derecho a cuidar, tengo derecho a que me cuiden y al autocuidado. Ahí se cruzan muchos aspectos y en los lugares donde laboramos y estudiamos nos deben facilitar espacios para llevarlos a cabo individual o colectivamente”.
Dichos sitios son una respuesta institucional para dignificar la lactancia y ayudan a que la comunidad esté saludable. Existen normas en las cuales se considera como prerrogativa laboral que la mujer pueda lactar o extraerse su leche; sin embargo, existe la percepción social de que durante el tiempo que destina, disminuye su productividad, destaca.
Asimismo, explica que al ser una política institucional se reconoce que hay una corresponsabilidad en las tareas de cuidado entre la institución y las mujeres para tener lugares donde amamantar. Las salas de lactancia cuentan, al menos, con un lavabo, refrigerador, sillón y dispensador de agua; son espacios para llevar a cabo el cuidado.
Algunas de las instancias que disponen de ellas son la Dirección General de Personal; las facultades de: Filosofía y Letras, de Medicina y de Estudios Superiores Aragón; los institutos de Geografía, Biotecnología y de Investigaciones Jurídicas; la Unidad Coordinadora de Servicios de Apoyo Administrativo; los Consejos Académicos de Área y el Centro de Nanociencias y Nanotecnología. En la página https://coordinaciongenero.unam.mx/corresponsabilidad-cuidados/ puede consultarse el directorio.
Señala además que la Dirección de Política de Igualdad de la CIGU proporciona acompañamiento para la habilitación de estos espacios, los cuales deben visibilizarse, así como para promover y sensibilizar sobre los cuidados corresponsables en la Universidad.