Ciudad de México, México.– El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estima que cada año se producen en el mundo más de 400 millones de toneladas de plástico, la mitad se fabrica para una vida útil de un solo uso y menos de 10 por ciento se recicla.
Además, calcula que cada año de 19 millones a 23 millones de toneladas de basura plástica terminan en lagos, ríos y mares; en consecuencia, los microplásticos, que son partículas de plástico con tamaños menores a 5 milímetros y que proceden, en parte, de la degradación de la basura plástica de mayor tamaño, son un elemento presente en la naturaleza.
De acuerdo con el investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM, Jorge Feliciano Ontiveros Cuadras, los seres humanos hemos sido colonizados por los plásticos, lo que constituye un problema de salud ambiental.
En ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, que se conmemora el 5 de junio, indica que además de las bolsas y envases de agua purificada de un solo uso –que son parte del grave problema de la contaminación–, el empleo de prendas de vestir elaboradas a partir de plásticos contribuyen a la contaminación por microplásticos a causa de la generación y liberación de fibras sintéticas a los ecosistemas terrestres y acuáticos.
Como parte de los trabajos de investigación que realizan grupos del ICML, donde colabora, académicos de Mazatlán y Ciudad Universitaria, dedicados al estudio de la contaminación por metales y metaloides, así como a la polución plástica en ecosistemas acuáticos, en particular en zonas costeras, se ha observado que “en cualquiera de las muestras que analicemos está presente la señal antrópica” (alteraciones, producto de la actividad humana).
En el rubro de plásticos “nos hemos aventurado a analizar muestras de arena de playa, columnas de sedimentos, material acumulado en trampas de sedimento, y muestras marinas de agua superficial; los microplásticos, como indica la literatura, están en todos lados. No hay una sola muestra de laboratorio obtenida en los ecosistemas, que hemos tenido la oportunidad de visitar, donde no haya una señal de esas partículas contaminantes”.
El investigador universitario menciona que el problema es grave y está relacionado a que numerosas empresas no están obligadas a reportar –en sus respectivos países donde realizan sus actividades– cuál es su producción de plásticos, razón por la cual se desconocen los volúmenes y flujos reales con los que contribuyen a este fenómeno contaminante.
Ontiveros Cuadras –interesado en la evaluación de la acumulación, enriquecimiento y procedencia de metales y metaloides en ecosistemas marino-costeros de México durante los últimos 150 años– destaca que las actividades humanas son el principal motor de este gran concepto que es el cambio global, que incluye: cambio climático, aparición de especies invasoras, incremento de los niveles del mar, derretimiento de los casquetes polares, etcétera.
En el caso particular de México, al igual que en otros países, la investigación sobre la contaminación por microplásticos es un tema que inicia. “Es decir, se están generando los grupos de investigación, uno de ellos es en el que colaboro y que tiene apoyo de Naciones Unidas; también se han realizado algunas reuniones con el gobierno mexicano para empezar a generar inventarios sobre la contaminación plástica, para tener una primera aproximación del problema y dar cifras un poco más aterrizadas”, precisa.
Hemos estudiado en Sinaloa los microplásticos que se acumulan en las playas, sean rurales o urbanizadas, y el agua superficial marina. Otros colegas trabajan con organismos, pero el problema es complejo y con innumerables variables; estamos en una etapa totalmente inicial, asevera.
Por doquier
Ontiveros Cuadras señala que el polímero está en todos lados y se vuelve difícil contar con insumos que puedan sustituirlo. “Cuando me preguntan qué podemos hacer en nuestras casas para que la contaminación por estos materiales no empeore, considero que sí existen formas para ello y siempre menciono: es fundamental evitar el consumo de plásticos de un solo uso y empezar a reciclar”.
El experto sugirió, por ejemplo, utilizar una botella de agua rellenable en vez de comprarla en envases de PET. Debemos decidir entre la comodidad inmediata o hacer pequeños cambios en nuestros hábitos de consumo.
Recuerda que debido a la efervescencia del tema de la contaminación plástica, algunas de las grandes marcas de ropa llevan a cabo la confección de prendas de vestir y zapatos deportivos, elaborados con plásticos reciclados.
Con respecto a los tomadores de decisiones, apunta, la comunidad científica tendría una aportación sustancial como la generación de datos duros que indiquen cómo se distribuyen los microplásticos y sus flujos, a fin de que las autoridades elaboren leyes para el mejor manejo y disposición de los materiales a nivel industrial.
Sin embargo, el problema del plástico en el proceso de transformación es su calidad, ya que no es equiparable a aquel de nueva producción. Al mezclar polímeros distintos el producto final tiene características que, con frecuencia, no son las que buscan los consumidores, como rigidez y resistencia a temperaturas. Es por ello que a las industrias no les interesa tanto reciclar, puntualiza.
El Día Mundial del Medio Ambiente es el principal vehículo de las Naciones Unidas para fomentar la conciencia mundial y la acción por el planeta. Esta fecha internacional se celebra cada año, a partir de 1973, y se ha constituido en una plataforma vital para promover el progreso en materia de los aspectos ambientales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
Esta conmemoración es una llamada de atención. Debido a la sociedad de consumo en la que estamos inmersos olvidamos que también somos organismos que formamos parte de un único ecosistema y de un planeta que es una isla; “no tenemos ningún lugar a dónde huir si las cosas van mal”.
Esta fecha es una oportunidad para realizar una autoevaluación, revisar si es más importante nuestra comodidad como entes consumidores o integrar acciones sencillas a nuestras rutinas como es reducir, reciclar y reutilizar, para convertirnos en consumidores responsables, afirma Ontiveros Cuadras.