Por Javier Ramírez
Ciudad de México, México.— La escalada de precios sigue boyante en contra de la economía de los consumidores capitalinos, pues el precio del kilogramo de pechuga andan hasta en 112.00 pesos y el kilo de huevo blanco se vende hasta en 43 pesos con un agregado más: empieza a desaparecer de los locales de distribución.
Los comerciantes justifican esos precios, porque dicen “todo está subiendo”, pese a que hay un programa presidencial para mantener los precios “justos” y la liberación del arancel de importación de varios productos. El kilogramo de chayote se vende hasta en el 25 pesos y el kilogramo de aguacate se vende en más de 100 pesos en la Central de Abasto (CEDA).
Los distribuidores de pollo en las bodegas de la Magdalena Mixhuca desconocen si no hay suficiente producción de pollo y de huevo. Lo único que saben decir es que “todo está subiendo”, y algunos de ellos aseguraron que empieza a escasear el huevo. En ese mercado, el kilogramo de pechuga andan hasta en 112 y el kilogramo de huevo en 43 pesos.
En un sondeo de mercado, los bodegueros y comerciantes de pescados y mariscos, quienes se caracterizan por negar la venta de sus productos del mar, aseguran que no hay producto, pese a que entra mercancía y la encarecen sin motivo alguno. Las autoridades como la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), hacen nada para frenar esos abusos en contra de los consumidores.
Y en relación a los precios en la Central de Abasto, el kilogramo de aguacate anda en 100.00 pesos, pese a que México es productor importante de la fruta, la fresa sin control de calidad cuesta 60.00 pesos, la papaya andan entre 17.00 y 20.00 pesos el kilogramo.
El plátano, tiene un precio de 15.00 pesos. La sandía rayada cuesta hasta 10.00 pesos el kilogramo y la pieza de melón guerrero cuesta 35 pesos. El chayote también anda por las nubes, pues, se vende hasta en 25.00 por kilogramo. El champiñón, tiene un precio de hasta 60.00 pesos el kilogramo. El bolsillo de los capitalinos cada vez se ve más mermado durante sus compras y los programas y acciones del gobierno federal no se ven por ningún lado a favor de los consumidores.
Los precios de los productos dan miedo: el kilogramo de haba a 75 pesos el kilogramo, el frijol peruano, a 40.00 pesos el kilogramo, los frijoles pinto, bayo y media oreja, 30 pesos el kilogramo, la avena a 24 pesos el kilogramo.
En la CEDA capitalina, lo peor de todo es que los precios elevados sin descanso se añade otro ingrediente más a la merma en el poder de comprar del consumidor: kilogramos de 800 gramos, pero la Profeco nada hace por poner en orden a los comerciantes, a quienes tolera con su básculas obsoletas y viejas en ese gran centro de abasto capitalino, en especial en la nave “IJ”.
La dependencia es inexistente en la CEDA, pese a que antes había una oficina. Ahora que el consumidor batalle con el comerciante abusivo con el permiso de la Profeco, en donde dicen ya no hay personal para enviar a ese gran mercado de la CEDA.
