ÍNDICE POLÍTICO
* Militares auto degradados * Manipulación mediática mundial
López Obrador está fuera de sus escasos cabales.Exasperado. Rabioso. Colérico.
Los números no le alcanzan.
La consulta del próximo domingo lo ha llevado a saltarse todas las trancas porque ya le anunciaron sus encuestadores que la mayoría de las urnas estarán prácticamente vacías.
Sus 30 millones de votos del 2018 quedarán muy lejos, muy arriba, en este 2022.
Urnas semivacías excepto, claro, en aquellas zonas deprimidas, marginales, pobres, en las que por el “acarreo” de ciudadanos menesterosos y, lo peor, chantajeados con la amenaza de que podrían quitarles las “ayudas sociales” en caso de no acudir a votar por la permanencia de AMLO… que, por lo demás, nadie le discute ni le disputa.
La realidad es que son pocos, muy pero muy pocos quienes desinteresados o en su sano juicio acudirán a votar ya a favor ya en contra de que el tabasqueño continúe en sus funciones hasta el último día de septiembre de 2024.
Esa misma coacción, retirar a los necesitados las “ayudas sociales”, han usado los cuatroteros para llenar las plazas en mítines encabezados por funcionarios públicos federales y hasta por militares que, así, se han auto degradado.
Fruncionarios como el secretario de Gobernación Adán Augusto López a quien, el más reciente fin de semana, sólo le faltaban la minifalda y los pompones de colores para lanzar porras, en Torreón y en Hermosillo, a la multicitada consulta, lo mismo que denuestos al INE y al TEPJF cuyos actuales miembros, dijo, “ya se van a ir todos, con la cola entre las patas”.
Y con el mismo atuendo –para no demeritar el uniforme militar, se lo hubiera quitado–, bailando y levantando la patita, al general titular de la Guardia Nacional Luis Rodríguez Bucio con su ¡chiquitibum-a-la-bim-bom-bá, AMLO, AMLO, ra -ra-rá!
Ridículos. Patéticos.
La ley le vale madres a Andrés Manuel López Obrador. Por eso la viola y da órdenes de que también la violenten sus subordinados, sus simpatizantes, todos… así y luego todos se hagan los desmemoriados o desentendidos y digan no saber ni qué pasó, como si estuvieran perdidos y recién aterrizados provenientes de la cuarta dimensión.
Y todavía preguntan que “¿cuál avión?”, en referencia a las evidencias de que, para asistir a un par de eventos partidistas, emplearon una aeronave asignada a la policía “civil” militarizada. Hacen, pues, como que se les va el avión.
En un país donde la impunidad campea y todavía se dan instrucciones de que todos se pasen las leyes por el arco del triunfo, la furia, la exasperación, la cólera de AMLO van a ser contraproducentes.
A final de cuentas, el próximo lunes AMLO va a autoproclamarse ganador. Y se sentirá verdaderamente triunfador porque su derrota le dará pie a intensificar su campaña en contra del INE que, ya anunció, va a ser desaparecido así porque sí, por sus purititas pinches pistolas.
Grandes perdedores, en cambio, los miembros de las Fuerzas Armadas, el Ejército en especial, cuya imagen pública otrora de gran respeto ha perdido lustre a medida que se pliega a los caprichos de quien vive y despacha en Palacio Nacional.
Generales con y sin diploma de Estado Mayor que actúan como cabos, valets, lustrando los zapatos y el falso orgullo del mandamás.
La gente, que no hace mucho respetaba a los soldados por la gran ayuda que prestaban en situaciones de emergencia, de rescate y de auxilio en casos de desastres se ha decepcionado al sufrir su prepotencia y falta de modos en los inservibles retenes, pues de todos modos por ahí pasan droga y malhechores.
Ha perdido la milicia porque antes que contribuir a la pacificación del país con un combate certero a las bandas delincuenciales, pareciera que con su actuación son uno más de esos grupos al margen de la ley que pisotean los derechos humanos de la población en general y que, lo peor de todo, sufren cotidianas derrotas en esa guerra en la que fueron embarcados por el espurio Felipe Calderón en el pasado no tan reciente. Ya llevan más de 15 años en esa lucha y, por los resultados, lo que se ve es que marinos y militares no’más no pueden.
Se han auto degradado los militares aceptando todo tipo de chambas donde se han revelado chambones. Igual si ponen en sus manos camionetas pick up de la Guardia Nacional que tienen registrada la más alta tasa de choques, carambolas y volcaduras… que si los destinan a fronteras, puertos y aeropuertos en donde se corrompen traficando con migrantes, con armas, con todo.
Van perdiendo los miembros de las Fuerzas Armadas cuando los trepan a los templetes o los orillan a pedir licencia de sus cargos para hacer campañas políticas al servicio de un movimiento que no consigue consolidarse en partido político.
Era impensable, pero AMLO derrotó al Ejército. Le quitó los fusiles. Le dio pico, pala y cuchara de albañilería. Lo colocó detrás de los escritorios. Y alentó que el dinero fácil, el dinero sucio, repletara sus bolsillos.
Y ahí sí, ¡chapeau!
¡Me quito el sombrero ante López Obrador!
El domingo, en redes sociales, corrieron un par de videos harto significativos de la manipulación mediática que, en el plano mundial, estamos padeciendo. En el primero se observa a una joven probablemente ucraniana que, micrófono en una mano y un control remoto en la otra reporta las incidencias de la invasión militar rusa a su país. Una voz en off le avisa que la imagen no corresponde a lo que ella habla. Y es ella misma quien, con el control remoto, cambia el fondo sobre el cual transmite. No, no es la Casa Blanca en Washington. Switchea. Tampoco el escritorio de un político de alto encargo. Switchea, otra vez. “¡Nyet!”, le gritan que tampoco ese paisaje… hasta que llega a la imagen de un par de edificios medio destruidos, medio incendiados y, entonces sí ya, comienza a grabar su reporte que, supongo, es sobre los daños que han causado los rusos en ciudades bajo fuego… El otro video es una entrevista periodística a un joven argentino que lleva viviendo ya varios años en Kiev. Y él nos dice que, al menos desde 2014, Rusia y Ucrania están enfrascados en combates, bombardeos, desplazados, heridos, muerte. ¡Una guerra que ya lleva ocho años, cuando menos! Una guerra a la que los políticos y los económicamente poderosos recién apenas acaban de subirle el volumen en los medios como si desde hace ocho años, por lo menos, no estuviese en desarrollo. Pero hacía falta para consolidar un nuevo orden económico en el planeta… Donde hay cero volumen es en los actuales sucesos de múltiples ciudades asiáticas en las que la pandemia de Covid-19 ha cobrado nuevos bríos. En Hong Kong, por ejemplo, se ha presentado una escasez de ataúdes debido al peor de los brotes desde 2020. En Shanghái, mientras tanto, extendieron el encierro obligatorio a la ciudadanía hasta el 8 de abril y muy probablemente lo lleven hasta el 15 de este mismo mes. Apenas el sábado, enormes aviones militares chinos llevaron a esa progresista ciudad al staff médico –2 mil personas– que hizo frente a los contagios en Wuhan. Los poderes que rigen el planeta, se ve, no quieren que se sepa lo que pasa en ciertas partes del globo terráqueo, mientras que lanzan los reflectores a aquello que sólo a ellos les conviene, ¿no cree usted? * * * Por hoy es todo. Le agradezco me haya acompañado hasta aquí en la lectura de estas líneas. Y como siempre, usted lo sabe, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!