Espacio exterior, ambiente hostil para ser humano

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Ciudad de México, México.– Múltiples cambios ocurren en el organismo humano al permanecer en el espacio exterior, entre ellos  ilusiones o errores de percepción con el entorno, incapacidad para inclinar la cabeza, vómitos repentinos, pérdida de masa ósea, aumento de estatura e hinchazón del rostro, por ejemplo.

Durante la Noche de Museos, organizada por el Palacio de Medicina, el profesor de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM y miembro fundador de la Sociedad Universitaria de Medicina Aeroespacial (SUMAe), Ricardo Martínez Tapia, expuso:

La Medicina Aeroespacial es una rama médica que se centra en el estudio clínico y científico del cuerpo de las personas, en uno de los ambientes más hostiles a los que se puede enfrentar: el espacio.

En los últimos años se viven un auge de la actividad espacial, que no se veía desde los 60 y 70 del siglo pasado, y en la cual participan inclusive empresas privadas que buscan lograr nuevos viajes, como llevar humanos a la Luna y tener una estación en Marte.

En estos traslados, el cuerpo necesita trajes espaciales dotados de alta tecnología que sirven como naves individuales, enfocadas en la protección y el mantenimiento de las condiciones humanas como si estuvieran en la Tierra.

“Así enfrentan, por ejemplo, la radiación y la gravedad”, señaló Martínez Tapia quien participó en un video de divulgación como comandante de una tripulación de profesores y alumnos de la FM quienes explicaron qué es la Medicina Aeroespacial.

El profesor Alejandro Hernández Chávez sostuvo que estas alteraciones drásticas en los organismos tienen también procesos de adaptación al volver a la Tierra, luego de un primer momento en ambiente de microgravedad o expuestos a la radiación cósmica. Algunos son tangibles, por ejemplo se compararon dos gemelos, uno de ellos estuvo en la Estación Espacial Internacional y a su regreso medía casi cuatro centímetros más, “algo que la gravedad se encargó de volver a poner en su sitio”.

En su intervención, el alumno de la FM y miembro de la SUMAe, Rubén Acosta Coria, aseveró que el estado de ingravidez tiene efectos en el cuerpo, por ejemplo en el sistema nervioso compuesto por el cerebro, la médula espinal y los nervios periféricos.

“En el espacio el sistema nervioso sufre algunos cambios por la radiación, la falta de gravedad y las temperaturas extremas, y padece el síndrome de la Presión Espacial, el proceso que el cuerpo tiene que llevar para acostumbrarse al ambiente espacial. Se puede identificar al experimentar dolores de cabeza, de estómago, mareos, náuseas, incapacidad para inclinar la cabeza y vómitos repentinos hasta por siete días”, comentó.

También se manifiestan ilusiones o errores de percepción con el entorno, como sentir que uno es el piso, que se va de lado o se está flotando; y errores posturales cuando el astronauta sale de la órbita y existe incapacidad para estar completamente erguido, añadió.

En microgravedad, nuestro sistema cardiovascular, formado por corazón y vasos sanguíneos, va a remodelarse para que toda la sangre sea capaz de llegar a todo el cuerpo y que siga funcionando como debe ser para mantenernos vivos, señaló la estudiante de la FM e integrante del grupo SUMAe, Ana Karen Vázquez Zacatenco.

“En estado de microgravedad, la sangre y todos los fluidos del cuerpo van de las piernas y el abdomen hacia el corazón y la cabeza, lo que provoca que las caras de los astronautas se hinchen, que el corazón tenga una sobrecarga y que la presión de los vasos sanguíneos aumente”, abundó.

Cynthia Altamirano Manrique, otra estudiante del grupo, se refirió al sistema óseo y dijo que los viajeros experimentan debilitamiento de los huesos por la pérdida de la masa ósea, que predomina en la parte media-baja del cuerpo.

“Los astronautas pueden perder entre el uno o dos por ciento de su masa ósea total, haciendo que el calcio que no está en los huesos se vaya a la sangre y se acumule en el riñón”, precisó.