Ciudad de México, México.– En la actualidad, más de 500 millones de residentes urbanos enfrentan problemas por el aumento del nivel del mar y tormentas más frecuentes o severas, y a mediados del siglo más de tres mil 300 millones de personas podrían estar en riesgo de sufrir impactos climáticos severos, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Alejandra Alvarado Zink, especialista en medio ambiente de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, destaca que más de 55 por ciento de la población en el mundo vive en ciudades, las cuales emiten más de 70 por ciento de los gases de efecto invernadero globales, por lo que es necesario reflexionar cómo se pueden mejorar o perfeccionar estos lugares.
Cabe destacar que con el confinamiento la producción de residuos aumentó de manera significativa en México: la basura doméstica de 3.5 a 17 por ciento; en tanto que los desechos tipo biológico-infecciosos lo hicieron hasta en 300 por ciento.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales reportó en 2020 que 10 por ciento de los municipios en México no presta servicio público de acopio de basura, de tal manera que 16 por ciento de los residuos no son recolectados. La mayor parte de los sitios de disposición final corresponde a tiraderos o basureros a cielo abierto, y solo 3.7 por ciento de los mil sitios que hay, cumplen la NOM-083.
Por otra parte, de los siete mil 800 millones de habitantes del planeta se calcula que dos mil 200 millones carecen de acceso al agua potable y dos mil 500 millones al saneamiento; es decir, un tercio de la población.
Respecto a nuestro país, datos del reporte Numeragua, 2018, de la Comisión Nacional del Agua, indican que 39 por ciento de los usos nacionales (excepto hidroelectricidad) son suministrados por aguas subterráneas. En la zona metropolitana de la Ciudad de México se extraen mil millones de metros cúbicos cada año y la recarga natural estimada es de 500 millones.
Debido a la pandemia se incrementó la demanda de 20 a 50 por ciento del vital líquido; además, los operadores debieron tomar previsiones para que el recurso no se convirtiera en factor de transmisión de la COVID-19.
La maestra en Ciencias por la Universidad de Nuevo México, Alejandra Alvarado, precisa que en Biología el hábitat es considerado el área donde un organismo vive, realiza sus actividades y lleva a cabo su vida. Y lo que se quiere es revalorar el sitio donde estamos, en el caso del ser humano son múltiples los ecosistemas en los que se ha desarrollado, pero especialmente prosperó en bosques templados o cerca de cuerpos de agua.
En 1985 Naciones Unidas determinó el primer lunes de octubre de cada año como Día Mundial del Hábitat, y la primera ocasión en que se celebró tuvo el objetivo de reflexionar sobre el derecho a la vivienda; este año el organismo internacional invita a pensar sobre “Acelerar la acción urbana para un mundo libre de carbono”.
Alvarado Zink comenta: “La ONU quiere actualmente crear conciencia de que las ciudades deben ser mejor planeadas, porque la población sigue creciendo y se requieren cada vez más espacios donde viva la gente. Muchas personas que viven en otros lugares empiezan a emigrar a las ciudades con la esperanza de encontrar una mejor vida y resulta que no es así”.
Con motivo de la conmemoración, que se celebrará mañana 4 de octubre, la divulgadora expresa que la forma en que diseñamos la generación de energía, el transporte y la construcción, así como las propias urbes, será decisiva para encaminar a las naciones hacia la consecución del Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Se necesita una revolución en la planificación y en la movilidad urbana, mejor eficiencia de combustibles, vehículos cero emisiones; cambios de hábitos como caminar, mayor uso de la bicicleta, transporte público o desplazamientos cortos. Las ciudades se beneficiarán más de la eliminación gradual del carbón: aire limpio, espacios verdes abiertos y gente más sana, asevera la especialista.
Aunque las sociedades modernas lidian con las consecuencias de las decisiones tomadas por los administradores del pasado, es necesario pensar a largo plazo e incorporar tecnologías que reduzcan las emisiones de CO2; fortalecer las áreas verdes, que en ciudades como la de México no están accesibles en todos lados y tampoco los espacios azules (cuerpos de agua).
“Cuando pensamos en la Ciudad de México pensamos en Xochimilco porque el agua nos atrae, o en el bosque de Chapultepec porque ahí está el lago. Créalo o no, ese tipo de ambientes fortalecen nuestra salud mental o la salud ambiental que existen en estos espacios. Lo que se persigue es eso, hay muchas formas de hacerlo. Nosotros desde la ecología podemos impulsar las áreas verdes que mejoran la calidad de vida”, reflexiona.
Alvarado Zink agrega que diversos estudios impulsados por la Organización Mundial de la Salud demuestran que un sitio con mayor biodiversidad ofrece mejor calidad de vida a sus habitantes, respecto a aquellos que tienen menos. Estos estudios han sido corroborados por trabajos respecto a los beneficios de los espacios azules o verdes.
Adicionalmente, son importantes en el aspecto psicológico debido al confinamiento por la pandemia, ya que no es lo mismo estar en el encierro, mirar a través de la ventana y ver árboles o escuchar el canto de las aves, a observar solo edificios grises, enfatiza la experta en Educación y Comunicación Ambiental.
Los habitantes de las urbes, continúa, pueden tener mayor calidad de vida y reducir los efectos del cambio climático al aprovechar mejor los recursos, apoyar el desarrollo de techos verdes, colocar macetas con flores, contribuir a la reforestación en sitios público y, sobre todo, no desperdiciar el agua.