El nocivo surrealismo de la 4T 

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ÍNDICE POLÍTICO 

Por FRANCISCO RODRÍGUEZ 

Cuando firmó el Manifiesto al Surrealismo, André Breton, su autor, no dudó en redactar: “Somos ‎el automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar verbalmente, por escrito o de cualquier modo, el funcionamiento real del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral”.

Bretón instauró una corriente que pretendía romper con lo tradicional y apostar por una creación fuera de normas. Pretendía acabar con todos los sistemas establecidos, para así, mediante la destrucción, alcanzar la creación.

Sin embargo, cuando visitó México en 1938, al encargar a un carpintero una mesa de tres patas y recibió una abstracción mobiliaria, no dudó en proclamamos como el país más surrealista del mundo. Salvador Dalí, uno de sus compañeros, respaldaría a Bretón, advirtiendo que jamás regresaría a México, pues era más surreal que sus pinturas.

Leonora Carrington, Remedios Varo, Rufino Tamayo y otros seguidores de la especie, se dieron vuelo pintando figuras amorfas y oníricas que serían un ejemplo mundial de hasta dónde se podía llegar por ese camino. El surrealismo, acuñado por Apollinaire creó una super realidad que permitía develar el subconsciente.

Esta es la República de los impostores 

Este país produce y reproduce a sus propios violadores de la realidad. Los farsantes, nuevos surrealistas, se asocian al despotismo, generalmente ostentando más curriculum inventado que biografía real.‎ Más lauros engañosos que merecimientos. Son los tartufos del escenario. Aquéllos generalmente diseñados para el atraco, la simulación y la extrema codicia.

Mientras más pobre es, el país produce simuladores cada vez más ridículos y ostentosos. Son lacras vivientes y vigentes, imposibles de soslayar. Siempre están detrás de las tragedias, de los engaños pertinaces, de las burlas ofensivas, de las mayores denigraciones. Según se observa, ellos creen que llegaron para quedarse.

Esta es la República de los impostores. El reino de los farsantes nacionales vengativos. Los que, sin conocer a Bretón, lo rebasan por todos los flancos. A los que, cuando les estorba la realidad, simplemente la hacen a un lado para ‎instaurar la dinastía de los caprichos. El caprichato, al que tanto se refirió don Daniel Cosío Villegas.

Utilizan los poderes extralegales y se asocian con los narcotraficantes para imponer supremacía. Corazas de proa de toda reacción, el elemento indispensable, el cebo para la truculencia y la mano del gato que mece la cuna de las imprecaciones y del desasosiego nacional.

Por doquier, titanes del curriculum hechizo 

Políticos, dizque empresarios, líderes fabricados al calor del poder, merolicos, mercachifles y toda una estela de engañabobos y empoderados de paso que en realidad asumen importancias personales exageradas e infladas premeditadamente. Están en todos lados de la estructura autoritaria. Marcan la pauta, tienen el poder omnímodo.

Figuras icónicas del embuste, la mentira, la simple apariencia exaltada hasta el paroxismo, entre otros mecanismos, por los medios de comunicación a modo de todos los tiempos.

En el caso mexicano es imposible no identificarlos. Los impostores, recurrentemente presentados como salvadores de la patria han sido personajes creados desde el escritorio, sumamente obedientes a sus superiores, sino sólo una huella en su hoja de vida, o desde las filas de los fósiles estudiantiles. Titanes del curriculum hechizo.

Los medios cumplen su papel de testaferros 

La influencia de los medios de comunicación masiva ha sido su plataforma de lanzamiento, a base de sospechosas unanimidades en la calificación de sus supuestos atributos, empeñados en servirle siempre incondicionalmente al patrón de sus promociones.

Los medios cumplen su papel de testaferros. Los aparatos del poder hacen el resto. La mayoría, surgidos de amañadas votaciones y demasiado grandes y costosas rimbombancias. Es el circo mexicano de la política, el escenario del poder del dinero.

Somos gobernados por insensibles prefabricados, a quienes no se les ha dado luchar, ni pelear, ni disfrutar del poder, sino personajes sumidos en un concepto de venganza mediocre y rastacuera. Generalmente, impostores que acaban por creerse su papel y es aquí cuando se vuelven más peligrosos e insaciables.

Necesitan más guardaespaldas que valor 

Son capaces de llegar a todo lo que se imagine. Desde dominar a la Judicatura para que apruebe consultar al pueblo si se aplica la justicia a todos los actores políticos del pasado y del antepasado. De derrochar nuestros impuestos con miles de millones para una estructura electoral de barrilete que costará tanto como una elección presidencial. Todo para acabar haciendo el ridículo, pero para alebrestar a sus ‎fanáticos.

De presumir que no requieren guardaespaldas y construyen una copia súper costosa de Estado Mayor, la militarizada Guardia Nacional, para que les haga una valla de 168 kilómetros de lado y lado de la carretera entre Nuevo Laredo y Reynosa, por si las moscas. Necesitan más guardaespaldas que valor para presentarse por doquier a insultar y denigrar a los de abajo.

‎Convierten al nuevo y aún nonato Sistema Nacional anticorrupción en cajón indigno de sastre, sólo para darle chamba con sueldos de sultanato a mentecatos de octavo talón, cuyos rostros al rendir juramentos malogrados denotan ignorancia, pasado ríspido y ambición desmedida.

Presentan cada mañana leones desdentados 

El circo ha quebrado porque ya es un fracaso hasta para distraer al respetable. Presentan cada mañana leones desdentados, contorsionistas fracturados y famélicos, payasos desangelados, libretistas y apuntadores ocurrentes y sin argumentos de peso ni de fondo.

Son farsantes e impostores de octavo talón que han asaltado los puestos públicos de mayor envergadura sin haber leído un solo texto completo, y brincan de aprendices de porros y de reventadores a estadistas, gastando y derrochando el dinero del pueblo. Exigen sumisión a las tropas, cuando todo mundo sabe de qué pie cojean.

Forman parte de una claque de protegidos que se sienten inmunes a los delitos y a la crítica. Impunes a la réplica y al reclamo ciudadano. Blindados ante la opinión pública por encima del hilo negro y del agua tibia. Con ropajes de matasiete, guasones y licencia para matar, si se puede, a todos los adversarios, divergentes o replicantes.

Eso tiene que acabar. Hasta aquí llegamos. El guion del surrealismo no estaba teñido ni de corrupción ni de sangre.

¿No cree usted?

Índice Flamígero: La violencia en contra de candidatos es una clara muestra de que el crimen organizado busca incidir en las elecciones mexicanas del próximo domingo 6 de junio para controlar territorios locales, alertó ayer The Washington Post con datos de la consultora de seguridad Etellekt. Consideró que la actual es una de las “campañas electorales más violentas en los tiempos modernos”. El diario estadounidense refirió también que los cárteles de la droga se estaban enfocando en ganar control sobre los gobiernos y economías municipales. “Los ataques a candidatos reflejan un esfuerzo más amplio de los grupos criminales para ejercer control en México”, escribe Mary Beth Sheridan en su reportaje “Las mortales elecciones de México: los grupos criminales apuntan a candidatos en su lucha por el territorio”, destacado en la parte central superior de la publicación. “La campaña se ha convertido en una clara ilustración de la búsqueda de organizaciones criminales para expandir su control del territorio de México”, agregó. Y aquí de lo que se habla es de “amarillismo” de los medios y, claro, de “abrazos y no balazos”.

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