Ciudad de México, México.– Debido a que el sistema inmune de los adultos mayores es muy frágil y el organismo empieza a producir anticuerpos IgM y a generar una respuesta primaria entre 15 y 21 días después de aplicarse la primera dosis de la vacuna contra el SARS-CoV-2, es imprescindible que este grupo poblacional mantenga el resguardo y las medidas de higiene, ya que, aún con la vacuna, se pueden enfermar de COVID-19, aseguró la científica del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Paola Castillo Juárez.
La especialista del Laboratorio de Virología de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) explicó que, de acuerdo con estudios realizados en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) en donde lleva a cabo una estancia posdoctoral, se ha observado que muchas personas producen pocos anticuerpos IgM con la primera dosis de la vacuna y hasta que reciben la segunda generan anticuerpos IgG de memoria, que originan una respuesta neutralizante y son capaces de bloquear al virus.
Aclaró que hasta el momento no existe ninguna vacuna que sea 100 por ciento efectiva para la prevención de enfermedades. “Es normal que una vacuna no proteja al cien por ciento; esto se debe a que los patógenos pueden cambiar y a que los individuos no siempre generan la respuesta inmune esperada, por ello no existe ninguna vacuna que brinde protección total; no obstante, mediante la inmunización garantizamos una mejor defensa ante el COVID-19 a quienes tienen un sistema inmune frágil, como los adultos mayores”, expuso.
La doctora Castillo Juárez precisó que los esquemas de vacunación que se manejan en dos dosis tienen el propósito de generar una respuesta inicial, es decir, estimular al cuerpo para que reconozca al agente extraño y, con la segunda aplicación se activan completamente los mecanismos de inmunidad celular y humoral y se eleva la respuesta inmune. “Bajo dicho esquema, con la primera dosis se alcanza una protección hasta del 80 por ciento y es hasta la segunda cuando se incrementa la inmunidad ante el patógeno a más del 90 por ciento”.
Mencionó que los efectos secundarios (fiebre, dolor de cabeza, ardor localizado en el sitio de la inyección) que se pueden presentar después de la aplicación de cualquier vacuna, no sólo contra SARS-CoV-2, son una respuesta natural del cuerpo, “pero cuando los síntomas se prolongan o intensifican por más de una semana, pueden ser señal de contagio, por ello, insisto, es necesario mantener resguardados a los adultos mayores, porque son blanco fácil de infecciones”, añadió.
Refirió que si un adulto mayor se contagia de SARS-CoV-2 después de la primera dosis es probable que desarrolle COVID-19 leve o infección asintomática, pero ello dependerá de su respuesta inmunológica inicial y si presenta o no comorbilidades.
“Si tuvo una buena respuesta inicial, quizá cursará con una enfermedad leve o asintomática, lo cual lo convertiría en propagador del virus, pero si su respuesta primaria fue deficiente y tiene comorbilidades, puede llegar a desarrollar cuadros severos de la afección; aunque también existe posibilidad de enfermar si se tiene el esquema completo, el riesgo es mucho menor”, puntualizó.