Análisis a Fondo
Qué se espera del encuentro AMLO-Biden
De política migratoria, cárcel para los niños
Por Francisco Gómez Maza
El presidente Andrés Manuel López Obrador y el de Estados Unidos, Joseph Robinette Biden Jr. sostendrán la primera conversación oficial, este lunes 1 de marzo, en un ambiente en el que el mandatario mexicano llega después de plantearle dos advertencias al estadounidense, como no reconocer su triunfo mientras no fuera confirmado por autoridades electorales y exigirle que no se entrometa en los asuntos internos mexicanos.
Dicen algunos expertos que la actitud de López Obrador y la de Vladimir Putin, de la Federación Rusa, molestó mucho al nuevo presidente de la unión americana, pero si de eso se tratara, lo ha de haber molestado mucho más la exigencia del mexicano de que no se entrometiera en los asuntos internos de México.
El gobierno de Biden había “sugerido” al gobierno de López Obrador un “ambiente de inversión en el sector energético”, horas después de que la mayoría legislativa aprobó, contra los intereses de las grandes compañías eléctricas extranjeras, una radical reforma a la ley de energía eléctrica, que reubicará a la empresa estatal, Comisión Federal de Electricidad, como la empresa insignia de la generación de energía eléctrica. Esto significa lo que podría calificarse de una revolución dentro de la contrarrevolución que desnacionalizó las principales empresas paraestatales, en lo que se ha denominado como el periodo neoliberal que va de la presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado (1982) a Enrique Peña (2018).
Indudablemente que el gobierno de Biden se opone y se opondrá, mientras pueda, a la política nacionalista emprendida por López Obrador, desplegada durante el tiempo que navegó en la oposición, consistente en recobrar para el Estado mexicano la rectoría de la economía nacional, desechada por los gobiernos priistas y panistas, que lograron privatizar y reprivatizar la economía nacional, desconociendo los principios nacionalistas de la Revolución Mexicana.
Así, llega el primero de marzo y AMLO y Biden platicarán, en videoconferencia entre Palacio Nacional y la Casa Blanca. Mas, de qué hablarán. Pareciera infantil creer que hablarán de los temas que la Cancillería mexicana dio a conocer el viernes 26 de febrero. Ingenuo pensar que así será la tónica del encuentro presidencial.
Para empezar, nadie entiende qué significa el primer punto de la agenda del encuentro. Informó la Cancillería que ambos presidentes conversarán “sobre la visión y objetivos compartidos de la agenda bilateral”. Y cuál será la agenda bilateral, estando en la Casa Blanca un nuevo presidente, que se ha presentado como un halcón de aquellos de la Guerra, bombardeando a un pueblo como Siria que lucha en contra de intervenciones de todo tipo en su territorio. Confirma el carácter intervencionista de los gobiernos demócratas que asolaron al mundo con guerras e invasiones y en América Latina hay grandes testigos.
A qué mecanismos de cooperación se refiere la oficina del canciller Marcelo Ebrard Cassaubon, cuando asegura que los mandatarios abordarán los “mecanismos de cooperación para atender las causas estructurales de la migración en el norte de Centroamérica y el sur de México”, cuando el gobierno de Biden ha adoptado ya, en horas, la política carcelaria contra los niños migrantes, que son separados, inmisericordemente, de sus padres. Y mantenidos privados de su libertad en condiciones infrahumanas, casi de esclavos.
Los niños migrantes han vuelto a ser confinados en centros de detención insalubres que realmente son cárceles. Muchos esperan que de esas cárceles saldrán en grupos para ser deportados y entregados al gobierno de México, a fin de que éste se haga cargo de ellos.
Qué dramática tragedia para un niño que viaja miles de kilómetros con una esperanza: encontrar a sus padres o a sus hermanos en algún lugar del territorio estadounidense. No llega a su destino porque es detenido y encarcelado por alguna policía estadounidense. Cuánto dolor para un pequeño que apenas ni siquiera sabe cómo quitarse los mocos.
El triunfo de Biden sobre el descocado Trump representó para millones de migrantes, particularmente centroamericanos, la gran expectativa de que, por fin, serían aceptados por el gobierno de Washington como asilados políticos, pero las esperanzas de estos migrantes, hacinados en territorios mexicanos de este lado del Río Grande, o Río Bravo, se han ido desvaneciendo a medida que trascurren los días.
Otros temas de la “agenda” del encuentro presidencial, que realmente no les dicen mucho a los mexicanos, son “los estragos del covid-19 y las áreas de oportunidad que presenta el T-MEC hacia una recuperación económica sostenible y más igualitaria en Norteamérica.” En el asunto de la tragedia mundial de la covid-19, el gobierno de Estados Unidos no tiene mucho qué enseñarles a los mexicanos. Estados Unidos no ha podido controlar la enfermedad, ni con las vacunas. Y México, otro tanto. Guardadas las proporciones, ambos gobiernos han fracasado hasta ahora en el manejo de la pandemia. Sólo es cuestión de ver el número de contagios y la cantidad de fallecimientos por insalvables complicaciones respiratorias.
Es así como se celebrará esta reunión que, pensándolo muy bien, no conducirá a mucho y será sólo parte de la propaganda del imperio.