Ciudad de México, México.– Samuel Ponce de León Rosales, titular de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia Coronavirus, estimó que la siguiente pandemia global podría originarse por influenza o coronavirus, razón por la cual llamó a incrementar la prevención.
En tanto, Fernando Castañeda Sabido, director general de Asuntos del Personal Académico y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), se refirió a las tensiones de la democracia actual y dijo:
Ésta depende del voto, siempre que haya posibilidad de opciones y oposiciones verdaderas, y de una opinión diversa y plural, donde se puedan expresar formas de pensamiento y entendimiento diferentes, que permitan construir una voluntad política rica e importante. Cuando se tienen ambos aspectos, la ciudadanía tiene el poder de decidir, pero si se sustraen, se pierde esa posibilidad.
Los académicos de la UNAM participaron en la edición virtual de la IV Escuela Internacional de Verano de la Universidad de Panamá, donde la Universidad Nacional es la institución invitada.
Al comentar sobre una prospectiva de la pandemia de la COVID-19, Ponce de León abundó: “ciertamente será una enfermedad pulmonar por virus de RNA de transmisión respiratoria, y para tratar de contenerla hay que tener en mente la prevención”. Además, en América Latina hay una amenaza latente por fiebre amarilla.
Ponce de León, quien es también coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud, explicó que la prevención de pandemias se construye en el terreno de la anticipación; con sistemas de salud fuertes y con capacidad de crecimiento; inteligencia epidemiológica; desarrollo de la infraestructura de biotecnología; producción regional de vacunas; planes de contingencia que se cumplan y anticipando el peor escenario porque “no podemos ser complacientes”. Ello requiere financiamiento, más que palabras.
El universitario argumentó que el número de casos y personas fallecidas a causa de la COVID-19 da una idea parcial del desastre provocado por la pandemia actual, porque este problema no es exclusivo del ámbito de la salud, sino que afecta la economía, educación, cultura y crecimiento de la pobreza, entre otros rubros.
Hoy, continuamos en un escenario de permanencia del desastre; la pandemia va a aminorar, pero va a seguir, y tenemos que gestionarla de mejor manera con base en la experiencia que se ha acumulado, opinó Samuel Ponce.
El número de casos en el mundo disminuye y se espera que esa tendencia continúe, a menos que las variantes o cambios genéticos que sufre el virus y que comienzan a predominar “nos den un nuevo susto”. Durante los próximos meses podrían registrarse altibajos, hasta el otoño e invierno, cuando es probable que se vuelva a incrementar el número de casos, subrayó.
Ponce de León destacó que las vacunas serán la solución del problema en el mediano plazo. En este escenario de disminución de casos, hay que aprovechar para hacer un despliegue efectivo de las mismas, se inocule a la mayor parte de la población.
Hasta ahora se han aplicado 220 millones de dosis contra la COVID-19, 80 por ciento en países del primer mundo. “Si queremos equidad, necesitamos gastar para obtenerla. En la próxima pandemia se repetirá la historia, a menos que se invierta en biotecnología, en contratos anticipados o en una capacidad de atención médica suficiente”; la próxima pandemia, subrayó Ponce de León, podría causar una mortalidad mayor a la que hoy se tiene por el SARS-CoV-2.
La democracia
A su vez, Castañeda Sabido refirió que varios aspectos caracterizan la situación actual de las democracias: un proceso de polarización; el surgimiento de liderazgos carismáticos que personalizan y personifican el interés de las mayorías; el desplazamiento de la noción de ciudadanía por la de pueblo, nación, gente o algún término que funda pretensiones universalistas de un supuesto interés colectivo, histórico o ancestral; y una idea de trascendencia que ofrece a los seguidores de esos líderes un cambio epocál. Esto viene acompañado por la desestructuración de la opinión pública.
Consideró entonces que hoy vivimos fenómenos democráticos particulares que ponen en tensión a las democracias mismas. En muchas partes del mundo se viven situaciones críticas, particularmente a través de lo que algunos han llamado populismos u otros términos que se refieren a liderazgos como el de Donald Trump –quien a pesar de haber dejado la presidencia de Estados Unidos sigue siendo un problema importante para la democracia estadounidense–, Boris Johnson, Jair Bolsonaro o el caso mexicano.
Esos liderazgos tienden a radicalizar y a dividir, aseguró el universitario, en un proceso de simplificación y reducción de la diversidad y las opciones políticas, donde sólo existen dos posibilidades: la que representa el líder y la del resto que se opone a ella, y que no son sino “las variantes del mismo establishment o clase política que de alguna manera ha secuestrado o se ha apropiado del poder democrático”.
De manera sutil, pero significativa, consideró el exdirector de la FCPyS, se transforma el papel del ciudadano en el proceso de decisión. La práctica plebiscitaria (que normalmente acompaña a esos liderazgos) y otras formas de consulta popular, en general no invitan a la deliberación, sino a la ratificación o rechazo de una propuesta.
“En la democracia se decide entre opciones diferentes, en propuestas abiertas, verdaderas, con fundamento; si no es así, ya no se habla de una votación democrática, sino de otras formas de personalización del poder”.
Fernando Castañeda dijo que son pocos los países que han tenido elecciones regulares por más de 100 años, nuestra nación es un ejemplo. Sin embargo, durante el siglo pasado no puede decirse que México era una democracia, pues supone opciones políticas reales, una esfera pública independiente y una opinión pública plural que realmente permita la formación de una voluntad política. Aunque la gente salga a votar, hay que preguntarse si eso es suficiente para que haya democracia, concluyó.