Análisis a Fondo
Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo
Pero faltan las historias de Odebrecht y Nitrogenados
Por Francisco Gómez Maza
Dice el adagio que “para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo”.
Y la cuña apretó muy fuerte, hizo ampolla. Dolió a los apretados. No les dio tiempo de decir nada, ni siquiera el “y por qué yo” del vaquero montaperros.
Cuán profunda debe ser la ansiedad del señorito Emilio Lozoya Austin; cuánto su pánico debe de sentir ante el gran riesgo de pasar de Mirrey a preso común en cualquier mazmorra bajo la acusación de corrupción y otros delitos (ya probó las esposas en España) corrupción.
Pero como decía el abuelo Genaro, él se lo buscó. Quien no quiera ver visiones que no ande de noche, o dime con quién andas y te diré quién eres. Y el chamaco se metió con malas compañías; fue más grande la ambición que la razón.
Por lo pronto, los apellidos Lozoya Austin están ya inscritos en el libro maldito de la historia. Acusados de grandes ladrones del Erario. Qué va. De saqueadores de las arcas de la nación. Y es la familia entera. Es por ello que el muchachito, aconsejado por alguien a quien le guarda respeto filial, decidió cantar y cantó claro y fuerte. Y su KakaraKa debió llegar a oídos de Peña.
Y quienes fueron nombrados por el mirreicito, que se imaginó gran Jeque del petróleo mexicano, se quedaron impávidos. Creyeron. Estaban seguros en el anonimato. Con halo de gente trabajadora y honesta. Y ahora piden pruebas de la denuncia del ex petrolero.
O sea que “la mafia del poder” no es un invento del tabasqueño. ¡Existe! Es tan real como cualquier cártel de la maña. Y roban en serio. Sin necesidad de empuñar un letal Barrett M82.
Luis Videgaray, Ricardo Anaya, Ernesto Cordero, Salvador Vega, Francisco Domínguez y Francisco García Cabeza de Vaca, miembros de lo que se conoce como el prian obviamente que ya no pueden conciliar el sueño. Los desnudó el propio Lozoya Austin. Carlos es tan cínico y “grandioso”, que le vale lo que digan de él, mientras hablen de él. Él es el padrino de los cortesanos del Mirreinato.
Todo lo divulgó Reforma, un periódico que es cotidianamente acusado por López Obrador de ser vocero de “la derecha”, porque lo cuestiona severamente. Pues de derecha o lo que sea, los reformistas no dejan de ser periodistas. Y la nota es la nota, duélale a quien le duela.
Este escribidor cubría la Cámara de Diputados en ese tiempo. Tiempos de pacto por México. Y entonces era un secreto a voces que los legisladores que votaron a favor de las reformas estructurales, principalmente la energética que reprivatizó la exploración y explotación del petróleo, “habían sido maiceados” por Peña, vía el Erario. Esta es la expresión que se escuchaba en los pasillos del salón de sesiones, en la sala de prensa, y en los restaurantes y la explanada del búnquer de San Lázaro, por aquellos días.
Y vino a corroborar la especie el mismito hacedor del escandaloso chanchullo, el portador del suculento chayote, embute, iguala, por órdenes del Secretario de Hacienda. Lozoya aseguró que pagó, y no frugalmente, para que los legisladores dieran el visto bueno y su aprobación a las reformas planteadas en el Pacto por México, en las cuales se incluyó la reforma energética, como lo publicó Reforma y lo han replicado muchos medios.
Fueron 6.8 millones de pesos que Lozoya Austin habría entregado al que después sería candidato a la presidencia, competidor de AMLO, Ricardo Anaya, a la sazón presidente de la mesa directiva de la cámara de diputados.
El panista, cuyo sueldo mensual era, hace tres años, de la friolera de 400 mil pesos, confesado por él mismo en un debate electoral, y él se habría encargado de hacer el reparto entre los legisladores albicelestes. Lozoya habría cumplido, con la entrega del dinero, una orden de Luis Videgaray, entonces secretario de Hacienda. Ese dinero habría sido entregado el 8 de agosto de 2014 a una persona, cuya identidad no ha sido revelada, aunque Lozoya aseguró que existen dos números telefónicos con los que se tuvo comunicación para concretar la entrega.
Y lo de la maiceada a los legisladores es sólo una arista de la corrupción prianista. Falta que el gallito cante en el atascadero de Odebrecht y en la compra fraudulenta de la planta chatarra de fertilizantes, que mantiene en una cárcel española al presidente de Altos Hornos de México, Alonso Ancira.