Ciudad de México, México.– Con base en resultados de los estudios de la inflamación y respuesta inmunitaria en pacientes con COVID-19 que se realiza en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y en su experiencia en el desarrollo y evaluación de vacunas, el IMSS colabora en tres de las cuatro propuestas enviadas a la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), para el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2.
En este sentido, el jefe de la Unidad de Investigación Médica en Inmunoquímica (UIMIQ) del Hospital de Especialidades del CMN Siglo XXI, doctor Constantino López Macías, detalló que una de estas colaboraciones es con el laboratorio Avimex, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el CINVESTAV, a través de la evaluación preclínica y clínica de un vector que contiene antígenos del SARS-CoV-2. Esta vacuna se encuentra ya en los ensayos preclínicos en animales.
Con el Instituto de Biotecnología de la UNAM, precisó que el IMSS participa en la valoración de la vacuna que utiliza el vector adenoasociado que contiene proteínas importantes de este virus, con la opción de utilizar un adyuvante, es decir, un potenciador de la respuesta inmune desarrollado en el Seguro Social.
López Macías refirió que también participan con el grupo de la Iniciativa Jonas Salk, para la evaluación clínica de la vacuna que se basa en el material genético que codifica la expresión de una proteína importante de este virus.
Recordó que desde la notificación del brote pandémico en China, el IMSS inició las reuniones de trabajo entre investigadores institucionales a través de la Coordinación de Investigación en Salud, que tuvieron como resultado ya en más de 400 protocolos de investigación, que han sido o se encuentran ya evaluados por los comités de ética e investigación institucional.
“En particular, dos protocolos de investigación de la UIMIQ aprobados, abordan tanto el estudio de la respuesta inflamatoria como la respuesta inmune mediada por anticuerpos a largo plazo en los pacientes con COVID-19 y sus contactos”, destacó.
El investigador del IMSS afirmó que “la información reportada a nivel internacional y la obtenida en nuestro laboratorio, nos ha servido para identificar importantes blancos de la respuesta inmune dentro del SARS-CoV-2. Esta información la estamos empleando para el diseño de nuevos candidatos vacunales contra COVID-19 en la UIMIQ”.
Mencionó que se continúa con intensa actividad de investigación, desarrollo tecnológico y los procesos de innovación para los cuatro proyectos presentados ante CEPI; el grupo de investigadores se encuentra trabajando fuertemente con el apoyo de sus instituciones así como de dependencias del gobierno federal y de la industria e iniciativa privada.
“Se está articulando un nuevo ecosistema de colaboración sin precedente en México, donde el IMSS está participando de manera destacada a través de sus unidades de investigación y de atención médica aportando importante conocimiento científico derivado del estudio de los pacientes, así como preparando la investigación clínica para la evaluación de las vacunas”, apuntó.
López Macías refirió que la vacuna que desarrolla la UIMIQ se encuentra en las fases de diseño del prototipo y elección del sistema de producción, una vez concluida esta etapa, se hará una evaluación preclínica y toxicológica en animales.
Agregó que tras las pruebas en laboratorio, el siguiente paso es producirla y garantizar que puede escalarse; de ahí la importancia de formar parte del grupo de científicos que representa a México ante la CEPI.
Con más de 30 años de experiencia en el área de inmunología, el IMSS ha participado en el desarrollo de al menos cuatro vacunas utilizando las plataformas de proteínas purificadas e incluso, en 2019, con el brote de Influenza, el Seguro Social dirigió uno de los estudios clínicos más grandes del mundo en donde reclutó alrededor de 5 mil personas.
“Estas vacunas y adyuvantes son protegidos a través de patentes cuyo titular es el IMSS y han sido apoyadas de manera muy importante por fondos institucionales y por CONACYT”, afirmó.
El investigador Constantino López Macías aseveró que normalmente el desarrollo de una vacuna lleva alrededor de 10 años, sin embargo, en el caso del COVID-19 se han roto todas las marcas en muchos aspectos, por ello, no es posible estimar el tiempo en que estas vacunas se encuentren listas.
“El desarrollo de esta vacuna no depende sólo de aspectos técnicos y científicos, sino también de la parte regulatoria, administrativa y de infraestructura, así como de los cuantiosos recursos que se necesitan para la fabricación y la evaluación clínica”, concluyó.