Ciudad de México, México.– La situación que vivimos por la emergencia sanitaria es resultado del abuso que hemos hecho de la naturaleza. “Esta epidemia, como otras previas, han surgido por la destrucción y fragmentación de los ecosistemas en diversas partes del mundo, y está documentado”, aseguró José Sarukhán Kermez, investigador emérito de la UNAM.
Durante la videoconferencia “Ecosistemas, historia y población”, en el marco de la celebración por los 75 años del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH), el exrector de la UNAM resaltó que “pocos países tienen el nivel, calidad y confiabilidad de información que México posee de sus recursos naturales, gracias al trabajo de casi tres décadas de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio)”.
El también coordinador nacional de la Conabio indicó que este organismo cuenta con referencia geoespacial, mediante la cual recibe gran cantidad de imágenes para verificar las condiciones del territorio. Además tiene el Sistema de la Alerta Temprana de Incendios Forestales, y a raíz de la aprobación de la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, en 2018, generó un mapa para todo el país con las áreas prioritarias de conservación y un sistema de consulta, entre otros instrumentos.
“El funcionamiento y desarrollo de México, basado en los recursos naturales, puede ser una contribución de análisis histórico para que la sociedad se informe y tome decisiones de consumo más inteligentes. De igual manera, puede ser un área atractiva para jóvenes historiadores, para que se aventuren en el manejo de información que sirva de reflexión y guía para el futuro”, remarcó.
Ejemplo nacional
De acuerdo con Sarukhán, México tiene recursos naturales y lo suficiente para alimentar a la población, pero no para producción agrícola a gran escala.
Recordó que de 1940 a 1960 se registró un crecimiento agrícola y pesquero que incrementó la disposición de alimentos, pero con altos costos ambientales. “También hubo un crecimiento ganadero de 1960 a 1980, y ocurrió la mayor deforestación con el Programa Nacional de Desmontes, que pretendía talar árboles para convertir tierras en pastos para el ganado”.
No obstante, reconoció que parte de ese deterioro se debió a la falta de políticas públicas y de conocimiento sobre el uso de los recursos naturales, “pero ahora ya no es el caso, pues se cuenta con información de esa riqueza y las consecuencias de su manejo”.
El exrector refirió que ha habido un gran esfuerzo para que haya empresas forestales comunitarias exitosas, que ahora son modelo mundial de manejo sustentable. En estas comunidades ejidales, donde se preparan y trabajan, hacen cortes para la producción de muebles de exportación, pero mantienen los bosques.
La diversidad biológica, precisó, comprende tres niveles de agregación; el más grande de ellos son los ecosistemas, porque se componen de especies (otro nivel) y es donde se contabiliza la riqueza de la biodiversidad de una región o país.
El tercer nivel son los genes y su variabilidad, pues con ellos cada organismo se puede distinguir de otros y son elemento central para definir la adaptabilidad de las especies en condiciones ambientales determinadas (tiempo, lugar y temperatura), detalló.
“Hay dos elementos que incluyo en el concepto de biodiversidad: la vida del pasado, porque nos da la posibilidad de tener el desarrollo industrial y tecnológico actual, toda vez que los fósiles han sido los productores de los combustibles. El otro es la diversidad cultural, resultado de la biodiversidad de cada lugar; nos la comemos todos los días, así que la contribución de la flora y la fauna es la única obra artística que se hace parte de nuestro cuerpo”, concluyó.