TRAS LA PUERTA DEL PODER
Por Roberto Vizcaíno
Decía en este mismo espacio ayer que sorpresivamente Ricardo Monreal, sin duda el líder más influyente dentro del actual Congreso en México y sin duda uno de los tres aspirantes presidenciales más serios y viables del 2024, reconocía que existe hoy en el país un nivel de confrontación tal entre las fuerzas políticas y sociales que podrían derivar en quizá hasta la violencia.
Monreal lo reveló en un mensaje que corrió por redes sociales. Por ello pedía serenidad, prudencia y tolerancia entre las partes. Pero en especial se dirigía a los militantes de Morena, a quienes exigía no pensar en la aniquilación del contrario, abandonar la intención del todo o nada.
En su sorpresivo mensaje el zacatecano señaló que “hemos vivido momentos de crispación social y política provocados por la existencia de un proyecto de nación distinto, el encabezado por Andrés Manuel López Obrador”, que no es aceptado ni tolerado por sus contrarios.
Y advirtió que detrás de este proyecto nunca hubo engaño.
“Se trata de un cambio de régimen. Nunca nos fue dicho lo contrario. Inclusive, en todos los mítines, en todas las plazas, se repetía que la transformación, que el cambio, sería radical. Que se terminaría con los privilegios. Que se combatiría a fondo la corrupción. Que el quehacer político se modificaría, y que la mediocridad y la fanfarronería de los políticos quedaría en el baúl de los recuerdos. Que la austeridad sería política de estado…”, recordó.
Aplicar este cambio de régimen ha provocado una rebelión de capitales, otra – justa o injusta- de gobernadores, de partidos políticos y sus dirigencias, y la rebelión de quienes se les ha suprimido el caudal de privilegios que tenían casi de manera permanente e ilegal.
En fin, Monreal plantea un escenario de confrontación y de lucha de la existencia de una sociedad polarizada. De la necesidad de presentar una respuesta organizada y unida desde Morena.
Bien.
COMITÉS DE DEFENSA COMO EN CUBA, NICARAGUA Y VENEZUELA
Pero al parejo de este mensaje aparecieron otros que sí son preocupantes. El mismo día del video de Monreal en redes, apareció en la página 11 del diario La Jornada un desplegado suscrito por 120 mil firmas de militantes de diversos grupos de izquierda que denuncia un supuesto intento de desestabilización golpista de conservadores y la derecha traidora mexicana.
“En respaldo al gobierno del presidente Andrés Manuel López obrador en rechazo a los intentos desestabilizadores y golpistas de los grupos retrógrado en México hoy más que nunca la izquierda y los grupos democráticos y progresistas en sus diversas expresiones debemos defender esa victoria y privilegiar la unidad y organización para estar en la primera línea de batalla con el objetivo de consolidar el proyecto de nación que representa la cuarta transformación de México; porque la derecha retrógrada y sus pretensiones de mantener sus privilegios a costa de la miseria de las mayorías siguen vivas y han echado a andar con todas sus armas una escalada ofensiva para hacer fracasar al gobierno federal y sus proyectos”, indica en el tercer párrafo.
Por ello, afirman, dirigentes y representantes de morena convocan a la unidad de organizaciones izquierdas democráticas y progresistas de todo México y para la defensa del proyecto de nación que representa la cuarta transformación.
Este mismo día en su columna Estrictamente Personal de El Financiero, el periodista Raymundo Riva Palacio advierte de la reconstrucción y reorganización de grupos de izquierda que dieron vida al PRD y que han llegado a las filas de Morena y de la 4T.
Retoma un trabajo del periodista Rogelio Hernández, quien sigue sistemáticamente los movimientos de la izquierda mexicana desde hace décadas y quien señala que el nuevo movimiento de estos grupos es ahora encabezado por José Antonio Rueda Márquez, exmilitante del Partido Comunista.
Dentro de esta nueva organización se impulsa la formación de Comités de Defensa por la 4T, que, dice Riva Palacio citando a Rogelio, ha trabajado discretamente por dos años.
“Lo que buscan con esos comités, precisa uno de los documentos fundacionales de esta nueva estructura política y social, es enfrentar a “las derechas políticas” del PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, a “parte de la oligarquía” que integra un “buen segmento” del empresariado, a las “mafias incrustadas en los aparatos del Estado y cacicazgos regionales”, y a “grupos de comunicadores, intelectuales y académicos liberares, (que) han hecho todo lo posible por desacreditar la política e imagen del gobierno para desbarrancarlo por medio de la campaña sucia y la conspiración.
“El documento refleja el pensamiento de López Obrador, y retoma sus tesis de conspiración e intentos golpistas.
“Su análisis en el tema del golpismo es muy primitivo y está inspirado en el golpe de Estado a Salvador Allende, hace 37 años en Chile. Allende pudo ser derrocado porque no tenía el consenso nacional, que permitió que el Ejército, con el sector privado detrás, apoyados por la International Telephone and Telegraph, y el gobierno de Estados Unidos –que financió una campaña de propaganda negra subliminal a través del periódico El Mercurio–, conspiraran en su contra.
“López Obrador tiene el respaldo popular, ha comprado al Ejército con millones de pesos en presupuesto y obras, no hay medios que hagan lo que El Mercurio, en Chile, y aunque hay excesos editoriales, no están mintiendo. Propaganda y crítica no es lo mismo, pero el Presidente, que no sabe de medios y sí de propaganda, se confunde. No lo ataca el gobierno de Estados Unidos; al contrario, al darle siempre gusto al presidente Donald Trump. Enfrenta al capital privado nacional y extranjero, pero para que optaran por un golpe, como el caso de los militares, necesitarían a Estados Unidos de su lado.
“México está muy lejos de partirse, como estaba Chile, y ni los empresarios ni Washington están en la lógica golpista de López Obrador, que necesita enemigos para lograr apoyo incondicional a su proyecto. Ahí entran los Comités de Defensa de la 4T, convocando por “municipio, barrio, colonia, ranchería, comunidad, centro de trabajo o afinidad identitaria o de género, a aquellas personas dispuestas a asumir la defensa de la 4T”. La lucha estará en el universo electrónico, WhatsApp, Twitter, Facebook y YouTube, para comunicarse, enviar mensajes, difundir acciones de gobierno y, ante “ataques”, responder colectivamente. Si el respaldo no se da mediante la persuasión, será a través de la confrontación.
“Los comités se asemejan en organización y estructura a los Comités de la Defensa de la Revolución de Cuba, y a los Comités de Defensa Sandinista de Nicaragua, formados ante lo que denunciaban sus líderes como procesos de desestabilización. Se convirtieron en policías y comisarios ciudadanos para neutralizar a quienes disentían de Fidel Castro y Daniel Ortega. Hugo Chávez fundó las camisas rojas, grupos de choque que hicieron lo mismo que Castro y Ortega, pero con violencia física sistemática.
“Rueda Márquez no plantea nada parecido, pero está creando una organización que puede volverse peligrosa para las libertades, si se les sale de control, porque parte de los mismos supuestos superficiales de que lo que está en disputa es el poder. Es absurdo, pero hay quienes en el entorno de López Obrador están buscando pleito de carne y hueso. El poder lo tiene el presidente López Obrador y nadie más. Lo que se está jugando en México es otra cosa: una democracia o un régimen autoritario. De eso se trata la disputa. De nada más”, indica Rica Palacio.
Ayer el propio Rogelio Hernández en el sitio digital de Eje Central anuncia que esa agrupación de izquierda, bajo las siglas de Coordinación Nacional por la Unidad de las Izquierdas formó ya 300 Comités de Defensa de la 4T y esperan construir alrededor de 3 mil antes de 2021, de acuerdo a informes del coordinador general, José Antonio Rueda Márquez.
Sumados los escenarios y los mensajes, se plantea un contexto no sólo preocupante sino explosivo. A me gustaría que Monreal explicara su parte, ampliara lo que ve para decir lo que afirma. Porque ya estar en la creación de comités de defensa, pues es situarnos en la Cuba de los 80. ¿O no?