Análisis a Fondo
Desapariciones, asesinatos, cementerios clandestinos
Periodistas en jaque y sin la protección de la autoridad
Por Francisco Gómez Maza
He de confesarle, amigo lector, que este escribidor está horrorizado, al saber que Emir Olivares Alonso, periodista del diario La Jornada, ha sido víctima de dos delincuentes que allanaron su casa, cuando él se preparaba para darse un baño. Leí en las páginas de ese periódico: …y tras la irrupción de los dos hombres… siguieron amenazas telefónicas y por mensajería instantánea. Minutos después de que ambos sujetos abandonaron la vivienda, un tercer hombre llamó para decirle que fue contratado para privarle de la vida por haberse metido con gente de la UNAM…ya que en junio de 2017 realizó un trabajo periodístico sobre narcomenudeo en Ciudad Universitaria. Y comenzaron entonces las intimidaciones y las advertencias. También desde aquel momento fue integrado al programa de protección a periodistas. Pero en esta ocasión, este viernes, dónde estaban sus protectores. Debería de haber estado vigilantes a las puertas de su casa. Pero como no había nadie, fácilmente los criminales, abriendo la puerta con enorme facilidad, ingresaron al departamento.
Narra La Jornada que el allanamiento ocurrió poco antes del mediodía del viernes 6 de diciembre y, pese a que mandos de la Fiscalía General de la República le ofrecieron su apoyo, nadie se presentó por lo menos solidarizarse con él, no obstante lo terrorífico que es hallarse, de repente, en manos de dos desconocidos y recibir, por teléfono (cómo conocen los datos personales), una amenaza de muerte Y el fiscal para atención de delitos contra periodistas, Ricardo Pérez Sánchez, no se dignó acudir al apoyo del periodista, no obstante que su caso es de conocimiento de las autoridades desde 2917.
Así que la vida de Emir depende de lo que quieran hacer de ella los delincuentes que lo tienen en la mira sin que alguna autoridad se comprometa a protegerlo en serio.
Da rabia que a las autoridades gubernamentales les interese un bledo la vida de la gente. En este caso, la de los periodistas. Por ejemplo, al salir del Senado, ya como nueva presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Rosario Piedra Ibarra fue cuestionada sobre los problemas a los que deberá hacer frente como el asesinato de periodistas.
“¿Han asesinado periodistas? O sea, no…”, respondió Piedra Ibarra, luego de que un reportero le recordó que este año ha sido el más violento para el gremio en México. “¿No se ha enterado del asesinato de periodistas?”, le cuestionó el reportero. “He visto lo que pasó en todos los sexenios pasados, y es algo terrible”, dijo la “ombudsperson”.
Algo tronó en mi interior, estimados lectores. Y ahora escribo por el gremio del cual formo parte. El de los periodistas verdaderos, que no estamos al servicio de los poderes político y económico. Pero el horror de Emir no paró ahí:
Al fin, momentos más tarde – narra La Jornada -, llegaron a la casa de Emir la policía capitalina y representantes del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. En ese momento, al teléfono celular del reportero entró la llamada (que fue grabada en parte por los presentes) de un hombre que se dirigió a él como señor Olivares y luego soltó que le pagaron un millón de pesos para matarlo por haberse metido con gente de la UNAM.
El presunto sicario le aseguró al periodista que, si quería negociar su vida, debía pagar el doble de lo que le entregaron. Ordenó que no cortara la llamada, que ya había visto que entraron dos de sus muchachos hasta el departamento, que conocía sus actividades, dónde trabaja, qué hace y quiénes son sus familiares, y le preguntó en cuánto valora su vida.
Por consejo de los agentes, el periodista le preguntó que qué quería y el sujeto le ordenó pagar, y si quería enviaría de nuevo a sus muchachos para que lo llevaran a una tienda de conveniencia a realizar el depósito. Colgó y comenzaron los mensajes de texto, llamadas e incluso intentos de conexión por videollamada, en las que insistían en que sería atacado si no entregaba el dinero y que todo está relacionado con el trabajo periodístico en torno a la venta de narcóticos en el campus.
La policía y la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México se comprometieron a investigar lo sucedido, para lo cual se abrirá una carpeta de investigación por intento de robo. Pero siempre hacen y dicen lo mismo los representantes de la autoridad, del ministerio público. Mientras, al leer la nota que daba cuenta del allanamiento del domicilio de Emir, en su presencia, y de la amenaza de muerte y de la ausencia de las autoridades, este escribidor fue víctima del pánico porque ya vivió situaciones similares durante este año. Ya sabe del miedo, ese horrible sentimiento de abandono total, que produce la delincuencia en el ánimo de su víctima. Y el agente del MP sólo dice: venga el viernes de la próxima semana para saber cómo va la investigación… ¡Carajo!