ÍNDICE POLÍTICO
Por FRANCISCO RODRÍGUEZ
Efectivamente, como decía Abraham Lincoln, “…no se puede engañar a todo un pueblo todo el tiempo”. La fuerza de los acontecimientos desborda cualquier dique, cualquier superchería política, ninguna resiste las evidencias, la prueba del ácido. El tiempo llega a la cita para comprobar las promesas frente a la cruda realidad.
Las estructuras de Morena y los grupos de fanáticos del nuevo régimen han sido cimbradas. Son demasiados los dislates, son muchos los estropicios causados a los apoyadores originales del proyecto… si es que de verdad lo había. Las bases populares de la Cuarta Transformación están contra las cuerdas. El país ya no responde a falacias, amenazas y truculencias.
Es tan ralo el piso de apoyo del nuevo régimen –algunos aseguran haber llegado al 30% de aprobación nacional, o menos que eso–, que los adalides del morenismo aseguran que ya ha llegado el momento de buscar al abanderado específico para la elección del 2024. Con los caballos que hay en el establo no se puede. Parece que nadie da el ancho.
Especulan allegados al círculo interior del nuevo régimen que las cartas con las que cuenta el tabasqueño no alcanzan para remontar los niveles de cuenta. Aunque Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard y hasta ese monigote en que se ha convertido Claudia Sheinbaum, están más que puestos, no tendrían el arrase popular para repetir el numerito.
No hay candidato que, surgido de la chistera del Titular pueda con ese paquete. Llevarían sobre los hombros el pesado fardo del ejercicio del poder, tan cuestionado. Y aunque para otras circunstancias serían estupendos gallos, para el momento actual estarían sometidos a una artillería pesada de la opinión pública, que les recordaría todo.
Como Lázaro Cárdenas, ¿AMLO escogería un sucesor de derechas?
Por más que el régimen voltee hacia otras figuras, no tiene personajes mejor equipados para la aventura electoral, y se trata de que pueda venir la Quinta Transformación, porque, dicen, este juego está apenas empezando. Falta redondear los beneficios, unir a todos los grupos en la construcción del país nuevo.
A todos les falta mínimo haber recorrido, aunque sea con la visión de viajero que se estila, digamos, unas cincuenta veces todos los pueblitos del país, saber qué chorizo o pozole es el mejor. Y para andar esas leguas ya no hay tiempo. El Titular ya lo consumió. Por ahí no es.
Y ahí está el meollo de la cuestión. Hurgando en los dedazos históricos llegan a la conclusión de que, así como Lázaro Cárdenas, el prócer que mejor se asemeja a las ínfulas actuales, escogió a Manuel Ávila Camacho, un hombre de derechas para el beneplácito gringo, dejando colgado a Múgica, así el de Tepetitán tendrá que escoger al suyo, bajo otras condiciones que no sean las burocráticas.
¿Quién motivaría a las masas para emitir un voto ya decepcionado?
Hasta ahí bien. Pero ¿qué pasaría si el elegido es tan ortodoxo hacia la figura y el pensamiento del actual que, precisamente por ello, no alcanzaría el respaldo necesario? Independientemente de que primero tendría que brincar la vara de los morenistas, que quieren un candidato de extracción genuina.
Debe ser un radical furibundo, con discurso orgánica y esencialmente de izquierda para darle la bendición. No quieren a alguien que se imposte en el lenguaje y la gesticulación para cubrir las apariencias, sino a alguien que se haya jugado el cuero en las huelgas de hambre, bajo los catorrazos de la policía y, si se puede, que conserve hasta el olor de humedad de cualquier mazmorra.
Es muy difícil. Ya no sería creíble. Los electores morenistas ya no se tragarían esa aldaba. Entonces, ¿para dónde hacerse, dónde está el personaje que se busca?
Usted, estimado lector, ya le atinó. Debe ser un individuo con halo mágico, que motive a las masas para salir nuevamente a arriesgar el pellejo, a emitir lo que resta de un voto decepcionado.
Carlos Slim, el “tapado” destapado ya comenzó su campaña electoral
Algunos afirman que ya lo encontraron. Y como en política tiene muchos siglos que no hay unanimidades ni coincidencias, es fácil saber que ya empezaron a construir la falsa popularidad que se busca. Al mismo tiempo, decidieron jugar las cartas a su favor. Es Carlos Slim, el dueño del país, de este “territorio Telcel”, arrasado y dócil.
Al mismo tiempo, aparecen en el cotarro 1) la postulación del ingeniero a la Medalla Belisario Domínguez, como gran benefactor de la igualdad, 2) la viralizada portada fake de la revista Forbes, que lo llama el gran salvador del… de López Obrador y, 3) para quitar cualquier sospecha, los grandes carteles con su nombre que cuelgan de los edificios reparados del temblor del año antepasado.
“Gracias a la Fundación Slim es posible restaurarlos”, dicen las grandes mantas del sur de la Ciudad, colgadas de las fachadas de los inmuebles colapsados, portando una fotografía cachonda del ilustre mexicano – libanés. Un rostro de candidato carismático que no deja lugar a dudas del ansiado propósito electoral. La imagen se construye. Los ciudadanos, boquiabiertos.
Que no, que sí, que a lo mejor no por Morena, sino por una coalición
El famoso y riquísimo Ingeniero, fabricado a mano por el salinismo, y por el regalo de todas las concesiones multimillonarias, tendrá que insistir en su necio discurso de que no quiere la postulación, aunque sea para quedarse de una vez por todas, con el santo y las limosnas. Pero ¡aguas!, ahí está el nudo que no han desamarrado.
Porque Carlos Slim podrá decir que no quiere, porque tal vez haga bien las cuentas y efectivamente no quiera ser candidato de Morena, porque no le alcance para llegar a la meta. Y así podrá estar libre para poder ser postulado por una coalición de partidos hoy borrados del mapa que no dudarían en llevarlo como abanderado.
Un frente amplio, del tipo sudamericano, que ha llevado al poder a Mujica y a Tavares en Uruguay, lo habíamos previsto con usted desde hace tiempo. En el arrancadero, Slim podría optar por deslindarse del dedo benefactor a la última hora para aparecer como un demócrata plural, ecuménico, el salvador de cualquier incipiente dictadura.
Ha sido “amigo” de todos los partidos desde hace cuatro décadas
Imagínese usted al PAN, al PRI, a lo que queda del PRD, al intere$ado Verde y los que se sumen, postulando al personaje amigo de ellos desde hace cuatro décadas que empezó su imperio. Todos contra Morena, y el candidato que decida el Titular a la mera hora. Fácil, como quitarle el dulce a un niño.
No faltarían las inmensas mayorías que decidieran su voto a favor del ingeniero Slim creyendo que, ahora sí, como es “el de la lana”, traería las cantidades de dinero necesarias para cualquier solución, máxime cuando los bolsillos de los mexicanos han quedado secos, y así seguirán hasta esas fechas del calendario político. Todos opinan que ése sería el anzuelo.
¡El Trump mexicano! Lo único que nos faltaba en esta terca realidad
Un platillo difícil de despreciar, sobre todo para un aventurero que tiene muchísimos años esperando la oportunidad, coronando una ambición para alcanzar la gloria y la legitimidad de su vida.
El poder total, el mismo que quieren otorgarle los que antes lo ubicaron como el adversario de las reivindicaciones populares.
¡El Trump mexicano!
Lo único que nos faltaba.
¡Bienvenidos a la terca realidad!
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Con la empresa Televisa disminuida a su mínima expresión, con todos los vientos políticos a su favor, el gigante de las telecomunicaciones América Móvil, del magnate Carlos Slim, está cada vez más optimista de que podrá recibir una codiciada licencia para ofrecer televisión en México, que le ha sido negada por las autoridades durante casi tres décadas. América Móvil ofrece televisión en varios mercados de América Latina, pero se le ha prohibido proporcionar el servicio en el país que la vio nacer desde la privatización de la estatal de telecomunicaciones Telmex a principios de la década de 1990, que dio lugar al gigante de la industria. En octubre pasado, una subsidiaria de la compañía presentó una solicitud de licencia para ofrecer televisión de paga ante el regulador mexicano del sector, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Si bien el IFT no ha dado indicios de la decisión que tomará, en los últimos meses ejecutivos de la empresa han expresado su optimismo de que el asunto pronto podría resolverse a su favor.
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