Análisis a Fondo
Además de pedir perdón a las víctimas, apoyarlas materialmente
Y que jamás vuelva el régimen de torturar, ejecutar, desaparecer
Por Francisco Gómez Maza
Excelente idea que el Estado ofrezca disculpas a personas que sufrieron persecución por la justicia, cárcel, desaparición forzada, torturas, muerte, a manos de los esbirros del Viejo Régimen priista.
Sin embargo, no basta con las disculpas.
Es muy importante repensar las cosas.
Que además de las disculpas, que son fundamentales, el Estado les otorgue un sustancial apoyo económico por todos los sufrimientos que padecieron durante años, e inclusive por los gastos que tuvieron que realizar en sus procesos judiciales, pago de rescates, pago de abogados etc. etc. Al gobierno no le resultaría nada oneroso.
Esta reflexión viene al caso porque al mediodía de este lunes 23 de septiembre, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, encabezaron una peculiar ceremonia en el auditorio de la Casa de la Cultura de la UNAM, en lo que era la sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, para pedir perdón – en realidad esto es ofrecer disculpas – a la ciudadana Martha Camacho Loaiza quien, junto con su esposo José Manuel Alapizco Lizárraga, fueron detenidos en Sinaloa – ellos son sinaloenses – por soldados, policías estatales y miembros de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la temible policía política del Viejo Régimen que no tenía ningún miramiento en detener, torturar, desaparecer y asesinar a quienes consideraba enemigos del gobierno, o subversivos miembros de algún grupo guerrillero.
En aquellos tiempos de verdadera dictadura de partido, el estado de cosas era aterrador para los trabajadores y para los pobres, así como para los estudiantes y profesores conscientes de que era urgente cambiar el estado de injusticia y represión, no obstante que los gobernantes se autonombraban revolucionarios y su lema era “revolución y justicia social”. Una verdadera dictadura, como la calificó posteriormente algún escritor sudamericano, cuyo nombre mejor es no recordar. Era explicable que muchos jóvenes decidieran, inocentemente quizá, enfrentar a las fuerzas de seguridad del gobierno y o se iban a la montaña a formar un grupo guerrillero, o se integraban en células violentas en las zonas urbanas.
Pues Martha, la heroína de la que hablamos, y su esposo se integraron a lo que se llamó Liga Comunista 23 de Septiembre, a la cual se atribuyó la muerte del riquísimo empresario regiomontano Eugenio Garza Sada, uno de los más prominentes hombres del dinero del país.
Marta fue torturada durante 49 días en la novena zona militar en Culiacán, la capital de Sinaloa. José Manuel, su esposo, fue torturado, ejecutado y desaparecido, mientras Martha daba a luz en las condiciones más horripilantes y denigrantes. Al nacer la criatura, un esbirro le apunto en la cabecita con el cañón de una ametralladora, Pero sus padres pagaron un rescate a sus captores y la recién parida fue liberada.
Cuatro décadas duró la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación por aquella llamada Guerra Sucia, que dejó a muchos mexicanos en el camino, torturados, asesinados y desaparecidos por los esbirros de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez.
De 1970 casi al final de esa década, los mexicanos vivieron años muy difíciles. Fueron años de terror, como si Hitler o Musolini, o el padrecito Stalin hubieran asentado sus reales en este país de sólo dos clases sociales: pobres y caciques. Muchos quedaron en el camino, asesinados por las balas de militares y granaderos, o policías encubiertos de la DIF. Decir la DIF era como hablar de la CÍA o de la KGB. El terror hecho gobierno.
El actual gobierno, que presume de nacionalista y progresista, no debería quedarse en el ofrecimiento de disculpas a Martha. Aún quedan cientos de miles de Marthas que sufrieron cárcel y torturas de toda índole por no estar de acuerdo con los métodos estalinistas, hitlerianos, franquista del gobierno. Muchos fueron ejecutados, Y esto ocurrió en todo el país, particularmente en el estado de Guerrero, en donde las leyendas cuentan que los enemigos del gobierno eran transportados en helicópteros y lanzados vivos en alta mar.
Bien por el perdón pedido a Martha Alicia Camacho Loaiza. Pero la historia sigue repitiéndose. Y actualmente hacen falta muchos mexicanos, muchas niñas, jovencitas, jóvenes, que un día salieron de casa y nunca regresaron. Dicen que los desaparecidos actuales llegan a 40 mil personas. Y no aparecen. Los que aparecen, aparecen calcinados en una fosa clandestina. ¿Podrá el gobierno de López Obrador eliminar a las bandas de la delincuencia organizada? Es necesario cambiar de raíz nuestras relaciones sociales. Ah, y más que nada económicas.