ÍNDICE POLÍTICO
Por FRANCISCO RODRÍGUEZ
Luego del domingo, tras escuchar el mensaje presidencial del ¿Tercer? Informe de Gobierno, quedó cantado el regreso del capitalismo salvaje. Y no es tan malo, a menos que se busque algo peor. En la división actual del poder entre quienes no comen –casi cien millones de mexicanos–, y los que no duermen por temor a la venganza –el cinco por ciento–, triunfaron éstos últimos. La suerte está echada. ¿Hacia dónde vamos?
Algunos celebran retornar al capitalismo anterior. Faltan las consecuencias, porque no todo es “a falta de pan, tortillas”. Celebran el acabose de la incertidumbre y la ignorancia gubernamental, pero puede ser que lo que se avecina ya no se pueda tolerar. Fueron décadas donde se cebaron el hambre y la miseria. Pero otra vez ganaron los que las provocaron.
En México, tradicionalmente los triunfos del liberalismo individualista y del mercantilismo rampante destruyeron la organización agraria tradicional, provocando pavorosas inflaciones y un fenómeno de colonialismo interno. El retraimiento del Estado, el abandono de sus obligaciones fundamentales en manos sangrantes no augura nada bueno.
El logro de la modernización a cualquier precio contribuyó a la distribución crecientemente desigual de la riqueza nacional, en términos sectoriales, geográficos y regionales al interior del país. La inversión, reinversión y financiamiento de sectores cada vez más amplios, quedaron fuera de los controles nacionales.
Un recién nacido tiene menos expectativas de vida que antes de 1982
En nuestros días y en nuestro país , la complementariedad asimétrica entre regiones pobres y ricas, como realidades contradictorias regidas por la inflexible ley de ventajas comparativas, es casi absoluta.
Mientras que las ventas del subdesarrollo sureño consisten en nueve décimas partes de productos primarios o semielaborados, las de los estados norteños están constituidas en casi noventa por ciento de artículos manufacturados, cultivos protegidos con la facilidad de exportación y maquilados con ingreso a los Estados Unidos.
Las cargas de la deuda, las injustas políticas metropolitanas de los centros más poblados, los disturbios civiles, la masacre de la delincuencia organizada y los conflictos violentos que generan, la desertificación, las pandemias…
… y las enfermedades ancestrales imposibles de erradicar con pocos recursos, recetan un peligroso coctel que atenta contra la supervivencia de los más pobres, los que no comen. Engordan los bolsillos de los que no duermen.
Cada día el hambre crónica avanza y la malnutrición extermina a miles de personas. La inanición oculta frena se desarrollo, socava sus fuerzas y paraliza su sistema inmunológico. Tres de cada cuatro mexicanos padecen hambre. Un recién nacido tiene menos expectativas de vida que antes de que se entronizara el neoliberalismo, si así se quiere medir.
Los viejos adversarios son ahora aliados. Y se entroniza la corrupción
A partir de ya, asistimos al aumento vertiginoso de las tasas de desempleo y de las inminentes presiones inflacionarias en toda la geografía. Esto que hasta ahora es lo peor, no es nada si lo observamos en prospectiva, con una visión que rebase los conceptos aldeanos de la situación.
En el entorno del constante descenso de los índices de producción, causa y reflejo de la saturación de los mercados, el encarecimiento galopante de los insumos productivos y la estrechez de los canales financieros, se ubica la lucha encarnizada que más temprano que tarde se presentará en un país desesperado.
Los viejos adversarios son ahora felices aliados, y tiende a entronizarse la corrupción . Con toda seguridad, sus fricciones que se ven venir provocarán más involución, desempleo e inestabilidad, que necesariamente impactarán en una imposible gobernabilidad.
El gobiernito digital de la Bolsa de Valores nos llevará a buen puerto
En la cúpula, los intercambios comerciales con los países industriales no podrán sostener su propia expansión, porque por ahí no era, dejaron ir la oportunidad de Oriente. La cooperación entre países pobres está cada vez más estratificada y determinada por la posesión de recursos naturales que ahora responderán a diversas estrategias.
Era necesaria la homologación de los criterios para enfrentar la crisis. De ello dependía que siguiéramos o esquiváramos en conjunto el camino de la regresión económica hacia la agudización del desempleo y del hambre.
Pero no fue así. El sistema se aferró a la solución sencilla, a la puerta falsa. Si no podemos, entreguemos todo. Que alguien lo haga por nosotros. Así ya no tendremos que preocuparnos, porque el gobiernito digital de la Bolsa de Valores y del grupito hegemónico del neoliberalismo nos llevará a buen puerto. A ellos ya los conocen en Washington y en Nueva York.
Los pobres ricos sólo son pobres diablos y sólo quieren más dinero
El dinero que teníamos en el cochinito del subejercicio presupuestal estará en buenas manos, dicen. Tomarán las mejores decisiones. Que ellos se ocupen de lo demás, nosotros vamos a enfocarnos a seguir en el retintín de las amenazas, los discursos baratos….y la campaña política.
Al fin y al cabo, los pobres ricos sólo son pobres diablos que quieren acaparar más dinero. Ahora los obligaremos a que creen empleos y distribuyan mejor lo que reciban. Ese es el punto fino de la fiesta. Hasta aquí llegaron, porque todos somos iguales. Con eso es con lo que se conforman. Para nosotros todo lo demás.
¿Quedará algo para después? ¿La política podrá hacerse después de semejante dislate? ¿Siguen creyendo, como los que decían que se habían ido, que nadie tiene memoria de lo que han hecho con este país? ¿Puede sobrevivir la Nación?
Y la poca esperanza restante ha sido agotada por quienes llegaron
Si ya se despreció el sentido del voto popular. Si sólo cambió el gobierno administrativo, pero no el sistema, ni el régimen, ni el presidencialismo, ni se va a cumplir ningún compromiso de justicia, redistribución, democracia, planeación, rostro internacional frente a los sátrapas, ¿qué es lo que puede quedar?
¿Quién podrá recuperar el ánimo del país para seguir acudiendo a las urnas? ¿Quién podrá ofrecer esperanza si la poca que se tenía ha sido agotada, vaciada de contenido, aniquilada por los que decían que habían llegado para separar el poder económico del poder político?
¿Se puede engañar a todos, todo el tiempo?
El regreso del capitalismo salvaje no es del todo malo, a menos que decididamente se haya buscado perseguir algo peor. Y me temo que esto ya llegó.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: De Pablo Londoño, en la publicación Dinero: “El 13 de de septiembre de 1970, en un artículo considerado histórico publicado en The New York Times, Milton Friedman, el premio nobel, padre del Neoliberalismo y de la llamada Escuela de Chicago, planteó lo que sería el mantra del sistema capitalista del futuro. En términos simples, la suya, que se ha conocido posteriormente como “La doctrina Friedman”, planteó que la responsabilidad social de las empresas es, sencillamente, incrementar sus beneficios. En otros términos simplificó el trabajo y la función de las empresas a generar valor a sus accionistas: nada más. El pasado 19 de agosto, empero, el Business Roundtable, la asociación de lobby empresarial más importante de los Estados Unidos, compuesta por 181 CEO de las empresas más grandes del vecino del norte (que representan 30 % de la capitalización total del mercado), dieron un viraje que pareciera fundamental, frente a la misión del mundo empresarial. En su más reciente declaración de principios (su nueva misión), este grupo, a cuya mesa se sientan personajes tan influyentes como Bezos de Amazon, Cook de Apple y Barra de General Motors, ponen en pie de igualdad, por primera vez desde su creación (casi a la par del artículo de Friedman), los intereses de los famosos stakeholders (es decir de trabajadores, proveedores, consumidores y sociedad) que los de los accionistas.” Es la muerte del capitalismo salvaje. Y aquí, en cambio, goza de cabal salud.
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