Análisis a Fondo
Muchos mexicanos muy tristes
Miles de desaparecidos a la fuerza
Por Francisco Gómez Maza
Día de informe de gobierno. Día en que el presidente presume, ante un reducido grupo de ciudadanos, reunidos en palacio nacional, todo lo que él considera son grandes realizaciones en favor del pueblo. Día en el cual sus simpatizantes, que son la inmensa mayoría de la población, le manifiestan apoyo total. Día en el que sus enemigos, (por lo menos un 30 por ciento del electorado) salen a las calles a mentarle la madre porque ya, de entrada, no les gusta que sea el presidente; porque lo odian con todo su corazón.
Pero también es un día en el que este escribidor puede recordarle al presidente que, independientemente de todos sus logros y sus errores en su desempeño, hay muchos mexicanos en duelo, que diariamente lloran de tristeza porque un día no muy lejano perdieron a un familiar, una niña, una jovencita, un joven, que salió de la casa a hacer un mandado y nunca regreso. En el “mejor” de los casos, su cadáver fue hallado o encontrado en un paraje del campo, o en un recodo de un camino de la ciudad. Esto les duele a padres, hermanos, abuelos, a la familia y parentela entera y a muchos mexicanos conscientes que lloran también las desapariciones perpetradas por criminales civiles y policiacos.
El pasado 30 de agosto (hoy es primero de septiembre; o sea hace dos días) se conmemoró el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada. Se maneja una cifra ya vieja que dice que los desaparecidos son 40,000. Pero no son muchos más. Nadie lleva una relación con exactitud. Pero no se pierde la esperanza de encontrarlos vivos o muertos. Algunos, como los padres y familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, están convencidos de que están vivos y que un día regresarán a casa y a la escuela normal a titularse de maestros. Bellas esperanzas. De esperanzas tienen que estar empedrados los caminos de la humanidad.
En esa ocasión, en la celebración del día de las víctimas de desapariciones forzadas, Karla Quintana Osuna, comisionada de la Búsqueda de Personas, recordó que, del año 2006, cuando empezó a recrudecerse la violencia en el país, al 14 de agosto de 2019 se encontraron en la geografía nacional 7res mil 24 fosas clandestinas que contenían cuatro mil 874 cadáveres, obviamente ya calcinados, pero que pueden dar pie, por el ADN, a identificarlos por nombre y apellido. Una tarea titánica.
Las cifras dadas a conocer son dinámicas y se modificarán con apoyo de la sociedad civil y de la academia. No se trata de números, sino de miles de personas que son buscadas por sus familias y que faltan en sus hogares.
En aquella ocasión, Quintana Osuna detalló que los estados que encabezan el mayor número de fosas clandestinas son Tamaulipas, Chihuahua, Guerrero, Sinaloa, Zacatecas y Jalisco. Mientras que los años en los que se encontraron más fosas clandestinas fueron 2006, 2011 y 2017. Desde el 1 de diciembre hasta el 14 de agosto se han encontrado un total de 522 fosas y 671 cuerpos. Colima, Sinaloa, Jalisco, Sonora y Chihuahua son los estados donde mayor número de fosas y cuerpos se encontraron en los primeros nueve meses del sexenio.
De los 671 cuerpos hallados, sólo 200 se han identificado, según información de las fiscalías estatales, mientras que sólo 116 han sido entregados a sus familias. Es la primera vez que, desde el Gobierno federal se da un seguimiento cotidiano a lo que sucede con la identificación y entrega de cuerpos”.
Hasta cuándo, los criminales dejarán de cometer los horrendos crímenes que enlutan a millones de personas. Lo ocurrido recientemente en Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz, es un signo ignominioso de que las cosas no van a mejorar en cuanto a la violencia asesina.
Yo quiero imaginar que los gobiernos, tanto el federal como el de los estados, están preparándose para enfrentar, por lo menos, la desaparición de personas. Con tantos desaparecidos ya deberían de tener corporaciones policiacas expertas en la búsqueda y localización de las víctimas y de sus victimarios. No es posible que la delincuencia sea más inteligente y hábil que quienes se dedican al cuidado de la seguridad pública.