La compra-venta de la divinidad

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Análisis a Fondo

Proliferación de sectas multimillonarias

Comercian con la necesidad espiritual

Por Francisco Gómez Maza

Las sectas seudorreligiosas se han convertido en una actividad comercial que vende a cientos de miles de personas de mala educación la salvación del alma, la santidad en vida, el progreso económico e infinidad de placeres terrenales, mundanos, a cambio de que “el fiel” sea puntual en el pago del diezmo. Con éste, los pastores se vuelven multimillonarios, adquieren grandes mansiones, vehículos de lujo y hasta aviones jet de supe lujo.

Miles de millones de dólares captan tales negocios sectarios que ofrecen bienes seudo espirituales, ofreciendo a Dios como la principal y más cara mercancía que sus consumidores compran.

Los seres humanos necesitan de satisfactores intangibles y Dios, Los pastores de las sectas se enriquecen con tan sólo un evento masivo en cualquier mega auditorio o estado deportivo, en el que hablan con multitudes, las motivan, hacen “milagros”, que convencen a los participantes, quienes retribuyen a los “guías espirituales” con un diezmo que, a su vez, enloquece a los fundadores y creadores de tales negocios, porque se hacen ricos multimillonarios de la noche a la mañana con las pingües aportaciones de los “fieles”. Jesucristo y sus modernos apóstoles sacian tales necesidades.

Cientos de miles de personas de pobre escolaridad caen en las redes de la propaganda seudoreligiosa desplegada por pastores, “apóstoles de Jesucristo>”, testigos, ministros que, con una mediática televisiva y hasta cinematográfica, las enloquecen ofreciéndoles el paraíso en la Tierra.

Las zonas más deprimidas culturalmente en Estados Unidos, México, Centroamérica y Sudamérica son los mercados seudorreligiosos más florecientes.

En México, uno de los ejemplos de esta actividad comercial es la Iglesia de la Luz del Mundo, que ha tenido un éxito inusitado, en cien años de que inició sus operaciones espiritucomerciales.

Los fundadores de tales “religiones” recogen muchísimo dinero en los países donde operan sus “iluminados”, con la enorme ventaja de que tales negocios de ingresos multimillonarios están exentos de pagar los impuestos que todo negocio debe entregar a la Hacienda Pública.

Es un gran bisnes ser fundador y pastor de una religión cobijada bajo la “inspiración” de Jesucristo, principalmente. “Apóstoles de Jesúcristo” acostumbran autocalificarse quienes comercian con lo sagrado.

Y algo aún más grave. Que combinan lo religioso, lo espiritual, con la trata de personas, la explotación sexual de niños y mujeres, algo similar a lo que practican, violando sus propios cánones, muchos sacerdotes y ministros de congregaciones históricas, como la católica.

Y no solamente no pagan impuestos fiscales, sino que tales “congregaciones religiosas” son privilegiadas por gobiernos y partidos políticos, por razones electoreras, tan como ocurrió con homenaje rendido a un pastor llamado Nasón, ceremonia celebrada en la catedral de la cultura mexicana, el Palacio de Bellas Artes, y al que asistieron prominentes miembros de los altos círculos gubernamentales. Dramático desenlace: Nassón viajó a Los Angeles y, al llegar su avión al aeropuerto, fue detenido por la policía, acusado de diversos delitos sexuales. El MP de la ciudad angelina prepara las pruebas de su acusación en contra del pastor, quien espera recluido en la cárcel.

Pero la mayoría de los “guías espirituales” que comercian con lo sagrado andan, impunemente, explotando la ignorancia de muchos seres humanos y haciendo el negocio de su vida.

A ningún gobierno le interesa regular la existencia y la muy exitosa actividad comercial de tales sectas. Tendría que comenzar por la iglesia católica, que no paga impuestos. Imagine como crecerían los recursos fiscales si la Villa de Guadalupe o el santuario de Judas Tadeo en la Ciudad de México estuvieran en el régimen de pago de impuestos o derechos, o lo que inventaran los fiscalistas.