Análisis a Fondo
El rechazo de los consejos indígenas a presidente
No a los megaproyectos anunciados en campaña
Por Francisco Gómez Maza
López Obrador, con el apoyo de la mayoría de los electores, el candidato más votado desde que murió el régimen de partido único, afronta serias resistencias y no entre las clases medias acomodadas, que se manifiestan, sin ganas y sin entusiasmo, en contra de su gobierno. Enfrenta el descontento de pueblos originarios aglutinados en el Conejo Nacional Indígena, el Consejo Indígena de Gobierno y el EZLN, que rechazan en bloque al gobierno federal, acusándolo de ser más de lo mismo y la continuidad de los gobiernos neoliberales del pripan.
Lo declararon desde la campaña electoral. Rechazaron la mediación del padre Alejandro Solalinde. Y decidieron no recibir en territorio zapatista de Los Altos y la llamada selva de Chiapas al entonces candidato de Morena. Inclusive se expresaban (y siguen haciéndolo) con un discurso de odio en contra del ahora presidente de la república. No casan pues, ni casarán zapatistas, bases zapatistas y prozapatistas con el modelo de gobierno del tabasqueño, Los pueblos originarios, aglutinados en esas organizaciones, proclaman ir hacia la Izquierda, en tanto López Obrador juega con el nacionalismo y el liberalismo de Benito Juárez, a veces al estilo del PRI de la “revolución y justicia social”.
Los indígenas del CNI, del CIG y del EZLN parecería que coinciden con los enemigos declarados del presidente, pero desde las derechas; los que perdieron las elecciones y quedaron al margen de la historia, maltrechos e inclusive abandonados por sus bases. ¿Será que, en el caso, es válido ese axioma de que los extremos se unen?
Difícil, pues, le será al presidente romper ese cerco impuesto por los indígenas, que pareciera obedecen a una cabeza invisible que les dictara ese marcado rechazo al presidente. Eso es lo que le preocupa y de ninguna manera las manifestaciones de ciudadanos de derecha, que no van a exponer su seguridad individual y familiar por confrontarse con el gobierno. Y, en este contexto, asume un papel protagónico María de Jesús Patricio, “Marichuy”, ex pre candidata a la Presidencia en el proceso electoral de 2018, quien el pasado fin de semana se lanzó en contra de los llamados megaproyectos de López Obrador, como el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y el llamado Corredor del Istmo, acusando que son la continuación del despojo de las tierras a los pueblos indígenas de México, al tiempo que aseguró que las consultas que organiza el gobierno están “amañadas”, preparadas para que los consultados digan “sí”.
El discurso de Marichuy es el de la comandancia del EZLN y particularmente de su cabeza, el ex subcomandante Marcos y ahora rebautizado como Galeano. Y lo remarca la ex aspirante presidencial, al asegurar que “todos esos proyectos son la continuación; es el despojo; están pensados para fortalecer al gran capital y no pensados para beneficio de los pueblos… Yo digo que las consultas están amañadas, la gente de las comunidades a veces ni sabe qué les están preguntando; las amañan de tal manera que solamente es una respuesta, no viene una explicación, nada más viene que va a traer beneficios, pero no les dicen que ya no van a tener agua, bosques, animales, eso no se dice y se debería de decir para que fuera realmente una consulta bien”.
Habrá pues mucha tela que cortar todavía, antes de que las constructoras comiencen a tender los durmientes y las vías del famoso tren, que, por otro lado, augura un desarrollo económico sin precedentes para el Sureste mexicano, en el que, dice López Obrador, saldrán beneficiados los pobres, de lo cual el escribidor no está seguro, porque de esos tales proyectos nacionalistas y liberales nunca han salido beneficiados los pobres, que cada día se depauperan más y más esté quien esté a la cabeza del gobierno.
Para los consejos indígenas y el EZLN, el gobierno de López Obrador profundiza el neoliberalismo, y la Cuarta Transformación sigue el camino de sus tres predecesoras, “aunque con más brutalidad y cinismo, si posible fuera”. En fin, los hechos y no los dichos serán lo que le den o no la razón a los indígenas organizados.