AMLO-Bolsonaro: ¿destinos paralelos de éxito o fracaso?

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Tras la puerta del poder

Por Roberto Vizcaíno

El destino, no lejano, dirá quien gana y quien pierde.

Ambos ganaron con más de 50% de los votos en sus respectivos países y cada uno encabeza hoy a una de las 2 potencias económicas de América Latina.

Sus retos son similares.

Los 2 arrancan al mismo tiempo con programas de gobierno que se parecen mucho en algunas áreas, sobre todo en seguridad, y con marcados contrapuntos en lo económico, social, político e ideológico.

Con edades coincidentes –Andrés Manuel López Obrador con 65 años cumplidos y Jair Messias Bolsonaro con 63-, los dos son, afirman quienes saben, esencialmente dos populistas-nacionalistas.

Igual ambos llegan al poder luego de casi los mismos años de búsqueda de esa oportunidad.

AMLO se ufana a cada momento de haber obtenido 33 millones de votos (el 53%), pero Bolsonaro casi lo dobló al lograr 58 millones (un 55% de la votación total).

En este contexto, los dos parten con una legitimidad indiscutible a buscar dos proyectos distintos, pero extrañamente similares en no pocos de sus objetivos de fondo:

AMLO hacia la reinstauración de un populismo social a la mexicana de los años 50 del siglo anterior que se suponía superado;

Bolsonaro a la reinstalación de un neoliberalismo militarizado ya fracasado en Brasil.

Uno, el mexicano, va por un Estado benefactor y el otro, el brasileño, por un neoliberalismo absolutista.

El Brasileño termina oficialmente en 2022 -y se da por hecho que seguramente buscará su reelección para otros 3 años-, mientras que el mexicano pondrá a consulta en 2021 si continua en el mandato hasta el 2024, como lo indica la Constitución.

En este contexto, el ultraderechista Jair Messias Bolsonaro (en este paralelismo libre llama la atención que el brasileño se llame así, y al mexicano muchos lo consideren un mesías), impulsa un programa de gobierno de al menos 5 puntos esenciales que bien pueden ser confrontados con algunos de los 12 de López Obrador.

Luego de 13 años de gobiernos de izquierda encabezados por Luiz Inácio Lula da Silva -hoy en la cárcel-, y Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores-, el excapitán del Ejército, diputado desde 1991 por el estado de Río de Janeiro, Bolsonaro, con el lema “Brasil encima de todo. Dios encima de todos”, de da un giro de 180 grados a Brasil.

Como aquí AMLO sumó a la oficialía de Hacienda todas las compras del Estado, creando una sola ventanilla de adquisiciones, Bolsonaro unificó en Brasil las carteras de Hacienda, Planeamiento, Industria y Comercio en una sola, la de Economía.

Los objetivos de uno y otro son las mismas: concentrar todo en una ventanilla y tener sometida a su voluntad toda la economía y producción.

Por supuesto que ambos buscan así combatir la corrupción.

Bolsonaro va a la abierta privatización de la mayoría de las 147 empresas públicas brasileñas y a la reducción de 29 a 16 ministerios.

En la administración de Andrés Manuel López Obrador la privatización ya se realiza bajo el concepto de “terciarización”, es decir, encargar a empresas privadas funciones de las instituciones públicas.

Eso al menos se ha iniciado en lo que era Liconsa, de la antigua Conasupo, donde Ignacio Ovalle ha abierto las puertas de procesos de producción a empresas como Alpura y sobre todo Lala.

Una nueva “estafa maestra”, pues.

Bolsonaro dice no saber de economía, y por ello ha contratado a un economista egresado de la Universidad de Chicago, muy cercano a la comunidad empresarial de su país.

Su objetivo último es acabar con el déficit para antes de su segundo año de Gobierno y llegar a una inflación de un 4,5%, como máximo.

Algo similar ha indicado buscará AMLO.

La privatización del sector paraestatal brasileño, dice el exmilitar, daría para cubrir pensiones y algunas tareas sociales.

En su proyecto de simplificación administrativa -otro de los objetivos en que se parece a AMLO, o viceversa para no herir susceptibilidades-, dice el brasileño que concentrará oficinas públicas, como aquí AMLO ha ordenado la desaparición de oficinas de prensa y delegaciones.

Allá al menos una tercera parte de la administración pública será encabezado por militares.

De igual manera los 2 han iniciado sus respectivos gobiernos realizando un corredero burocrático.

Miles y miles -¿cientos de miles?- de trabajadores de todos los niveles y dependencias y estados del país se han ido a la calle en México desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre pasado.

Detrás de todo eso, se afirma, está la instauración de una severa “pero necesaria” política de austeridad. Algunos creen que es para depurar bases de los anteriores gobiernos priístas y panistas y abrir las puertas a los morenistas.

En menos de una semana en la Presidencia de Brasil, Bolsonaro no ha usado eufemismos ni engañifas como las de acá para iniciar una cacería de opositores dentro de la administración pública. Así se han ido a la calle ya los primeros 600 trabajadores y funcionarios identificados con la izquierda, es decir con los gobiernos de Lula y Rousseff.

Por ahí va la cosa.

Cercano, muy cercano a los evangelistas de creciente influencia en Brasil, igual que AMLO con los de México, el nuevo mandatario brasileño buscará implementar un sistema educativo, dice, con colegios militares en todas las grandes ciudades del país y con un programa educativo con “más matemáticas, más ciencias y portugués… y sin adoctrinamiento ni sexualización precoz”.

López Obrador buscará, dice, crear 100 universidades lo que ya en corto ha trascendido serán apenas unas cuantas escuelas con apenas 2 o 3 materias o carreras. Algo muy diferente al concepto que todos tenemos de una Universidad.

Ha iniciado con una “limpia” de burócratas y funcionarios con ideologías de izquierda. En los primeros días corrió a unos 600.

Con la diferencia de que el brasileño ha iniciado su Gobierno con la idea de liberar la venta de armas a civiles, Bolsonaro coincide con AMLO en que se debe militarizar la política de Seguridad Pública.

Brasil como México registran unas 60.000 muertes violentas o más anualmente.

Cierto, hay otros sectores y acciones en los que la diferencia es casi opuesta.

Lo cierto es que los paralelismos son contundentes entre AMLO y Bolsonaro, por lo que no es extraño preguntarse: ¿cuál de los 2 sacará realmente adelante sus proyectos y cual se quedará en el camino?

Ya veremos…

Nota: ¡¡¡Feliz Año 2019!!!