Análisis a Fondo
Muerte al amasiato de burdel
Protección al periodista de a pie
Por Francisco Gómez Maza
Quiero esperar que la relación poder-periodismo cambiará radicalmente en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien ha declarado hasta el cansancio y la incredulidad que acabará con la corrupción en todos los niveles de la estructura gubernamental.
Quiero creer que terminará ese amasiato de burdel, sórdido. perverso, denigrante, que caracteriza a los gobiernos corruptos y a los periodistas corrompibles en los regímenes conservadores, de derecha, como el que está terminando este 30 de noviembre.
Lo que caracterizó hasta ahora la relación gobierno-periodismo (grandes medios, principalmente; periodistas a modo del poder) fue un derroche monumental de recursos financieros para comprar espacios, tiempos, imágenes y el aplauso o adulación de periodistas que hicieron del periodismo una suripanta al servicio de gobernantes y poderes fácticos de todo calibre, desde presidentes de la república, pasando por secretarios de estado, empresarios sin escrúpulos, líderes sindicales, hasta barones de la delincuencia.
A partir de la inauguración del nuevo régimen de gobierno, encabezado por López Obrador, quiero esperar que todo cambiará en la relación prensa-gobierno, cambio sumamente dificultoso porque muchos medios y gente de los medios están acostumbrados a acrecentar su riqueza a costa del Erario. Pero, quiero pensar que las llaves de las arcas gubernamentales se cerrarán y dejará de fluir el dinero fácil, para comprar espacios informativos que elogien las acciones de gobierno, y opiniones que distorsionen la realidad, y desaparezcan los coros aplaudidores y aduladores. No puede ser de otra manera si López Obrador ha anunciado que va contra la corrupción, la prostitución que ha caracterizado las perversas relaciones construidas hasta ahora.
Entonces, quiero esperar que el Periodismo será, a partir del primero de diciembre, perro guardián de la democracia (de esta democracia), como lo advirtió recientemente el Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, Edison Lanza. O como digo yo, los periódicos impresos y electrónicos, así como los periodistas deberán ser watchdogs de las acciones de gobierno…
El objetivo deberá ser fortalecer la libertad de expresión, aunque se tienen que dar muchos pasos en la relación entre los gobiernos y la prensa, porque los gobernantes, del signo que sean, siempre esperan una “buena cobertura” y muchas veces la publicidad oficial ha sido y es hasta ahora factor de premio-castigo. Habrá que transparentar, por lo mismo, la publicidad oficial, pero también contar con un sistema de medios más plural donde se fortalezcan las radios comunitarias, la televisión y medios públicos, pero que éstos no estén al servicio del gobierno, como lo dice Lanza.
Simultáneamente, el gobierno deberá garantizar, en serio, el trabajo diario de los periodistas de a pie, particularmente los que reportan hechos condenables perpetrados por funcionarios corruptos o miembros de la delincuencia y de los padrinos del narcotráfico,
Hasta ahora, y no creo que la situación cambie, México es uno de los países que, no estando en guerra, es el más peligroso para ejercer el periodismo.
México tiene que dar muchos pasos en la relación entre los gobiernos y la prensa, como lo advierte el Relator de la OEA. Hay que respetar la independencia de cada quien y que se distingan los temas de interés público. La prensa debe jugar un rol de investigación, de independencia, de crítica. Pero en cuanto a la peligrosidad del ejercicio periodístico, de acuerdo con la CIDH, México ha avanzado muy poco en materia de investigación de crímenes contra periodistas.
El hecho es que el tema de la relación poder-medios-sociedad es un paquetote, una bomba, en las manos del nuevo gobierno. Pesan los grandes medios, sobre todo los monopolios de la televisión, acostumbrados al dinero fácil que brota a raudales de las arcas nacionales.