Ciudad de México, México.— Las economías emergentes podrían presentar desaceleración por debilidad en los fundamentos macroeconómicos, en algunas de ellas, y riesgos existentes a nivel global como condiciones financieras más astringentes por la normalización de la política monetaria de EU, aumento en tensiones comerciales y geopolíticas a nivel mundial, reconoció la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Sin embargo, la dependencia señaló que el gobierno federal ha seguido una estrategia dirigida a preservar la estabilidad macroeconómica y promover el crecimiento económico del país. La estrategia se ha fundamentado en el compromiso con mantener un marco macroeconómico sólido con finanzas públicas sanas, y con la implementación de un ambicioso conjunto de Reformas Estructurales que han permitido sentar las bases para incrementar la productividad y la competitividad del país.
Según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la estrategia ha permitido que México crezca a pesar de los choques externos que el país ha enfrentado en los últimos años.
El crecimiento promedio del PIB en lo que va de esta administración ha sido de 2.4 por ciento anual. En ausencia del fortalecimiento del marco macroeconómico y de la implementación de las Reformas Estructurales se hubiera observado una importante desaceleración de la economía.
También ha contribuido a la confianza que han mostrado los mercados internacionales sobre el país el nivel de reservas internacionales (complementadas con una línea de crédito flexible con el Fondo Monetario Internacional por 88 mil millones de dólares y la línea de crédito con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por 9 mil millones de dólares), el grado de capitalización de la banca, un déficit de cuenta corriente moderado financiado con inversión externa directa y niveles históricos en los fondos de estabilización de los ingresos públicos.
Durante 2018, la economía global ha mostrado un crecimiento económico positivo. No obstante, al tercer trimestre, se aprecian señales de que hacia adelante se observará una menor sincronización en el crecimiento de las distintas economías.
La economía de Estados Unidos muestra un ritmo de crecimiento sólido, mientras que la actividad económica en el tercer trimestre de 2018 para el resto de las economías avanzadas muestra signos de cierta desaceleración.
La SHCP aclaró que en las economías emergentes, si bien en general continuaron creciendo, la debilidad en los fundamentos macroeconómicos en algunas de ellas, así como los riesgos existentes a nivel global están complicando el panorama para este conjunto de países.
Entre los riesgos que han venido materializándose destacan las condiciones financieras más astringentes por la normalización de la política monetaria de Estados Unidos, un aumento en las tensiones comerciales y geopolíticas a nivel mundial, mayores precios de referencia del petróleo, y el incremento en la volatilidad en los mercados financieros globales por el riesgo de contagio. En este contexto es muy favorable que se haya alcanzado un acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá que contribuirá a dar certidumbre al comercio e inversión a nuestro país.
La actividad económica en México mostró una recuperación en el tercer trimestre de 2018, luego de la desaceleración que exhibió en el segundo trimestre. El PIB presentó un incremento trimestral desestacionalizado de 0.9 por ciento (aumento anual de 2.6 por ciento con cifras sin ajuste estacional). Este dinamismo se vio favorecido por la aceleración de las exportaciones no petroleras y el crecimiento del consumo de servicios. Asimismo, en el periodo julio-septiembre, el mercado laboral continuó mostrando un sólido desempeño, lo cual se reflejó en una tasa de desocupación en niveles históricamente bajos y niveles de empleos formales en máximos históricos.
Al cierre del tercer trimestre, la inflación general anual se ubicó en 5.02 por ciento, 1.75 puntos porcentuales por debajo del cierre de 2017, si bien 0.37 puntos porcentuales mayor que la registrada al cierre del trimestre anterior. Además, durante el tercer trimestre de 2018 se observó un incremento en las tasas de interés en el mercado de bonos gubernamentales de México, siguiendo el proceso de alzas en las tasas de referencia por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos.
En materia de finanzas públicas, al tercer trimestre de 2018, los principales balances fueron mejores que lo programado, lo cual se explica por mayores ingresos respecto a los previstos originalmente. En este periodo, el balance público presentó un déficit de 311.2 miles de millones de pesos, inferior al déficit programado de 364.2 miles de millones de pesos. Asimismo, el balance primario presentó un superávit de 108.3 miles de millones de pesos, monto mayor al previsto en el programa de 72.0 miles de millones de pesos. Los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP), la medida más amplia del balance del Sector Público Federal, se encuentra en línea con la meta de un déficit de 2.5 por ciento del PIB para 2018. Con este resultado se prevé continuar con la trayectoria decreciente del SHRFSP y que al cierre del año se ubiquen en 45.5 por ciento del PIB, por debajo del 46.0 por ciento del PIB registrado al cierre de 2017.
Los resultados al tercer trimestre reflejan finanzas públicas sólidas. Como resultado de la Reforma Hacendaria implementada en 2014, se cuenta con una estructura de ingresos públicos menos dependiente de los ingresos petroleros, y que se ha visto favorecida por un aumento de 5 puntos porcentuales del PIB de los ingresos tributarios en lo que va de la administración. Asimismo, la contratación de las coberturas petroleras ha permitido garantizar los ingresos petroleros previstos en la Ley de Ingresos de la Federación ante caídas en los precios de la mezcla mexicana de exportación. Además, el saldo de los fondos de estabilización se encuentra en un nivel máximo histórico, lo que permitiría hacer frente a caídas en los ingresos.
La política para el manejo de la deuda pública ha estado orientada a preservar la estabilidad de las finanzas públicas a pesar de un entorno económico internacional adverso. Durante el presente año las acciones en el manejo de la deuda se han orientado a cubrir las necesidades de financiamiento del Gobierno Federal considerando un horizonte de largo plazo y un bajo nivel de riesgo. Esto se ha traducido en una estrategia de colocación en los mercados interno y externo diseñada para favorecer la colocación de instrumentos a largo plazo y a tasa fija. El plazo promedio de la deuda interna en valores gubernamentales es de 8.0 años y el plazo promedio de la deuda externa de mercado es 19.7 años. El 77.2 por ciento de la deuda neta del Gobierno Federal se encuentra denominada en pesos. El 81.4 por ciento de la deuda interna de mercado tiene una tasa fija y largo plazo, para el caso de la deuda externa es de 100 por ciento. Así, la estructura de la deuda es robusta para hacer frente a choques provenientes de los mercados financieros internacionales.
Con estos resultados el Gobierno Federal refleja disciplina fiscal y refrenda el compromiso con mantener las finanzas públicas sanas para seguir contando con fundamentos macroeconómicos sólidos.