Análisis a Fondo
Nashieli Ramírez, hostigadora laboral
Las represalias van desde el aislamiento
Por Francisco Gómez Maza
Como consecuencia de nuestro Análisis a Fondo del día 1 de octubre, titulado “La CDHCDMX, sumida en la mediocridad”, la Sala de Redacción de este medio informativo recibió el siguiente texto, que por su importancia y por respeto a los lectores, que tienen todo el derecho de conocerlo completamente, replicamos completamente, con la aclaración de que destacamos los puntos medulares, con el fin de que el lector que no disponga de tiempo para leerlo completo, se entere de lo que realmente está sucediendo en el seno de la otrora seria Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.
Una aclaración de los autores del texto:
En el marco del 25 aniversario de esta CDHDF, un grupo de trabajadoras y trabajadores de esta institución, quienes omitimos dar nuestros nombres por temor a sufrir represalias, deseamos expresar nuestra preocupación por el riesgo que se corre de que los cambios actuales en la Comisión lleven a que se prescinda -y pierda- personal especializado y que el clima laboral sea contrario a los derechos humanos.
Una vez incluida esta aclaración, destacamos lo más relevante del escrito:
…a partir de la entrada de la actual presidenta Nashieli Ramírez Hernández y su equipo de trabajo, en menos de un año se han ejercido prácticas sistemáticas de hostigamiento laboral, que atentan contra la dignidad de su personal, creando un retroceso importante en los derechos laborales, que tienen a su vez un impacto directo en los servicios que la Comisión brinda.
El hostigamiento laboral se opera bajo dos argumentos principales:
El primero tiene que ver con afirmaciones prejuiciadas de que el personal del servicio profesional o con mayor antigüedad en la Comisión somos burócratas que sólo buscamos privilegios, que nuestro trabajo es ineficiente y que nuestra actitud carece de compromiso con los derechos humanos.
El segundo argumento es que la entrada en vigor de la Constitución Política de la Ciudad de México lleva a una reconfiguración de la Comisión de tal magnitud que mecanismos de trabajo internos -probados por su efectividad- deben de desaparecer. La mezcla de ambos argumentos implica una secrecía al interior de la Comisión de los cambios que se preparan con la permanente amenaza de que el personal actual somos prescindibles, dejando espacio sólo para la incertidumbre laboral y el impedimento para participar en los cambios que se dicen se van a realizar.
Afirmamos que son prejuicios los calificativos que se usan para el personal, que ya éramos parte de la Comisión pues, aunque se comprometió públicamente a hacerlo, desde su llegada, la actual presidenta de la Comisión no se ha reunido con el personal que integramos cada una de las áreas, menos aún ha generado el inicio de un diálogo o algún mínimo proceso de evaluación. Al contrario de lo que señaló públicamente, ella y su equipo de titulares han confundido medidas de supuesto incremento de productividad con imposición de prácticas arbitrarias, sin considerar la experiencia y opinión del personal, incluso contraviniendo la reglamentación interna.
Bajo frases relacionadas con la idea de “poner orden en la Comisión” se están institucionalizando acciones de control orientadas desde la desconfianza, como son los recientemente aprobados Lineamientos generales en materia de ética, Declaraciones, responsabilidad administrativa, control y rendición de cuentas de la personas servidoras públicas de la CDHDF, que tienen como ejes centrales la inspección y sanciones, sin contemplar mecanismos que eviten o sancionen el abuso de poder que las personas titulares y/o la presidenta puedan generar, justificándose en dichos lineamientos.
Las acciones directas de hostigamiento laboral van desde a) la supervisión excesiva sobre las tareas realizadas a lo largo del día, a partir del llenado de bitácoras, b) la exclusión de los equipos del trabajo sustantivo, bajo argumentos de que el personal no es confiable, por lo que se centraliza el trabajo y la toma de decisiones en un círculo reducido de personas que están recién llegadas a la Comisión, c) la realización de tareas en horarios no laborales derivadas de la falta de organización y dirección por parte de titulares; d) represalias contra el personal por expresar su inconformidad o su opinión respecto a la nueva administración.
Las represalias van desde el aislamiento, no sólo dentro de la institución, sino también con las personas usuarias y objeto del trabajo que se realiza; el bloqueo del trabajo o el cambio sustantivo de funciones establecidas, las amenazas permanentes de no continuidad laboral, el cambio de cargo que implica la baja de salarios sin respetar antigüedad ni experiencia; tratos violentos sistemáticos, hasta despidos injustificados.
Esta situación se agrava en el caso de las personas contratadas bajo el régimen de honorarios, a quienes se les renueva su contrato cada mes, colocándolas en un contexto de mayor inestabilidad laboral.
El escenario descrito es denigrante y completamente fuera de lo esperado de quien se presentó como una defensora de derechos humanos dispuesta al diálogo y la construcción colectiva.
En once meses se ha orillado a un número significativo de personas integrantes de la Comisión a renunciar, con o sin paga de sus derechos, pero sin duda afectando la inversión de años en formar personal especializado en derechos humanos. Al contrario de lo estipulado y del espíritu de esta Comisión y su Servicio Profesional, en los últimos once meses se ha contratado personal sin realizar los concursos de oposición y al arbitrio de los titulares actuales. No sólo no hay intenciones de construir equipos sólidos y solidarios, sino que tampoco se reconoce la existencia de los conflictos que crecen, todo ello en un contexto de ausencia de canales de diálogo para la resolución efectiva de los conflictos. Las y los titulares no emiten instrucciones claras, dando lugar a mayor confusión y formulando reproches y regaños de manera violenta por los errores cometidos.
El personal ha quedado fuera del diseño institucional no sólo porque no se comparte la visión de esta nueva administración, ni los cambios que están por operarse a partir de la entrada en vigor de la Constitución de la Ciudad de México, sino porque en el trabajo cotidiano no se toma en cuenta la experiencia acumulada como equipos de trabajo.
Ante esta situación y con la finalidad de contribuir al mejoramiento de la institución, ponemos de manifiesto los siguientes puntos petitorios:
- Que se revise el reglamento de operación del Comité de Igualdad de Género de la CDHDF (hasta ahora ineficaz) a efecto de que se cuente con claros y efectivos mecanismos para su funcionamiento, como auditorías internas que permitan identificar posibles riesgos de acoso y hostigamiento laboral y, en consecuencia, formular e implementar prácticas y acciones de igualdad laboral y no discriminación.
- Acompañar, desde el Consejo y de un grupo plural y objetivo, un proceso de investigación sobre el clima laboral y garantías de trabajo digno, con metodologías que permitan la protección de la identidad de las personas para que se pueda hacer una revisión profunda. Con los resultados, que deberán ser públicos, crear los mecanismos de cumplimiento de garantías y mejora de condiciones.
- Hacer transparente y participativo -tanto para el personal como para la ciudadanía que quiera participar-la planeación de cambios que se están pretendiendo hacer en la estructura y funcionamiento de la Comisión, tanto de sus políticas internas, como de sus servicios.
- Que se formalicen medidas de flexibilización de horarios que concilien la vida personal con la laboral, atendiendo las necesidades de cada persona, y que su implementación no quede al arbitrio de titulares, sino que forme parte de una política institucional.
- Que se fortalezca el Servicio Profesional en Derechos Humanos, a efecto de que la contratación, formación y asensos del personal sea con base en los criterios ya establecidos y no al arbitrio de las personas titulares.
Queremos reiterar que el hostigamiento laboral es una forma de violencia que puede derivar en afectaciones graves en la salud mental, física, que atenta contra la dignidad humana y su perpetración vulnera derechos humanos. Por lo anterior, de no tomarse medidas para atender los problemas anteriormente expuestos, nos veremos en la necesidad de acudir a otras instancias.
Finalmente, queremos destacar que la Comisión está conformada no sólo por las personas que la dirigen, sino por todas las personas que trabajamos en ella y que día a día contribuimos en su buen funcionamiento, por lo que la eficiencia, eficacia y cumplimiento de sus objetivos dependerá en gran medida de generar un buen clima laboral que sea congruente con los objetivos y fin último.