Análisis a Fondo
Peña Nieto, decepción para muchos
Último informe de un gobierno fallido
Por Francisco Gómez Maza
Una realidad de inseguridad, violencia, delincuencia creciente, violación de los derechos humanos, desapariciones forzadas, aumento del poder paramilitar de la delincuencia y las bandas de narcotraficantes, millares de ejecuciones de hombres, mujeres, niñas y niños, inclusive a manos de fuerzas de seguridad del estado, desigualdad escandalosa, aumento de la pobreza de la mayoría de los ciudadanos, corrupción escandalosa e impunidad desmiente su porfiada autodefensa y el discurso triunfalista que pronunció este lunes, en ocasión de su sexto y último informe de gobierno.
Cinco años y nueve meses de deterioro constante de su popularidad, escándalos de corrupción, conflictos de interés, espionaje contra periodistas, defensores de derechos humanos, políticos de la oposición, pero principalmente el llamado gasolinazo – liberación de los precios de los combustibles provenientes del petróleo-, que descontroló la inflación, encareciendo la vida de millones de personas, indignó a la población mexicana. Esta indignación, que devino en “encabronamiento” (término del lenguaje popular, que significa enojo al extremo) le valió al presidente Enrique Peña, que su partido, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), otrora mantenido en el poder por la compra de votos y el fraude electoral, fuera repudiado por las mayorías ciudadanas.
La aplanadora priista fue arrollada inmisericordemente, el domingo primero de julio de este año, por 30 millones 33 mil 119 ciudadanos; es decir, el 53.1 por ciento de la votación total emitida, que eligieron a Andrés Manuel López Obrador, el candidato nacionalista del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), quien fue víctima de fraude electoral en las elecciones del 2006, cuando se impuso el panista Felipe Calderón por tan solo 0.5 por ciento de la votación total; o sea medio voto, y en 2012, cuando Peña se impuso gracias a una millonaria compra de votos, apoyado, se supo después, por millones de dólares otorgados por la constructora brasileña, Norberto Odebrecht, que corrompió a varios gobiernos de América Latina.
Ahora se entiende la fuente para financiar millones de monederos electrónicos de Monex y Soriana, repartidos entre millones de votantes para la causa de Peña Nieto, quien venía de ser gobernador del Estado de México, baluarte del priismo que fue también arrollado por Morena, quedando en la orfandad el gobernador Alfredo del Mazo, quien se impuso también por la compra de votos y el fraude a la entonces triunfante candidata de Morena, Delfina Gómez Álvarez. Ahora, la mayoría legislativa morenista le va a recortar un 30 por ciento el presupuesto para 2019 al gobernador.
(El gobierno de Peña tuvo evidencia suficiente para presentar cargos contra funcionarios vinculados a uno de los mayores escándalos de corrupción en la historia de América Latina. Sin embargo, se rehusó a hacerlo porque “podría (haber) afectado al partido gobernante en las elecciones presidenciales del 1 de julio…”.)
El candidato de Peña Nieto, José Antonio Meade, y el del PAN, partido afín al PRI, Ricardo Anaya, fueron aniquilados y enviados también al cajón de los malos recuerdos por el voto de castigo de los sufragantes mexicanos.
Este escribidor ha visto “gobernar” a nueve presidentes, 7 del PRI, y los dos de la docena trágica panista. De veras, no había vivido un gobierno, tan impopular por inepto y ligero, por laxo e irresponsable, por abiertamente negociante de la política e impulsor de la cleptocracia, como el de Enrique Peña, quien ahora se va al basurero de la historia, sólo con el mérito de haber sido el móvil para que las mayorías decidieran un profundo cambio de régimen de gobierno.
Los aplausos de los amigos de Peña, que lo escucharon en el patio central de palacio nacional, no fueron tristes, nada escandalosos, ante el rosario de mentiras manifestado, no sé si consciente o inconscientemente, por el mandatario durante la presentación de este lunes en palacio nacional. Lo positivo que pudo haber realizado durante su mandato fue borrado de un brochazo electoral. No pasará a la historia y jamás alguna calle, plaza, monumento le hará honor a su memoria. Ni siquiera un monumento como la Estela de Luz, que no sirve más que para conmemorar la corrupción durante el mandato del panista Felipe Calderón.