Análisis a Fondo
Una economía empantanada y sin ninguna salida
30 millones de trabajadores en la clandestinidad
Por Francisco Gómez Maza
No es para celebrar, con música de marimbas tropicales y luces coloridas de tronadora cohetería, el hecho de que Andrés Manuel haya ganado arrolladoramente el derecho de sentarse en La Silla.
En realidad, como dice el adagio, se sacó la rifa del tigre. Levantar a México de la desgracia en la que lo deja el gobierno priista no es mondar una pera en dulce, o saborear una rebanada de plátano macho tecpateco en almíbar; no es deleitarse con hojuelas embadurnadas de miel con sabor a canela:
El presidente electo a partir de este miércoles, luego de que sea declarado por el Tribunal Electoral ganador oficial de las elecciones del domingo primero de julio, y tenga en la mano su constancia de presidente electo, sostendrá puros carbones encendidos en las manos, que difícilmente podrán no dejarle ásperas cicatrices de ardientes quemaduras:
Una economía maltrecha, empantanada, luchando por emerger de un mar cargado de sargazos, como están ahora las playas del Caribe mexicano, y aún más, adobada con la pobreza generalizada de la población, el deterioro del poder de compra de los trabajadores y el enriquecimiento exponencial de las clases dominantes, unos por la corrupción, los políticos, y otros, los plutócratas, por la corrupción y la explotación de los recursos de la nación y de la fuerza de trabajo.
El producto interno bruto, el cual se integra por la suma de todos los bienes y servicios producidos por la economía durante un determinado periodo de tiempo (un año), no creció. Continuó padeciendo del enanismo mediocre de los últimos 30 años. Muy, pero muy por debajo del prometido 4%-4.5% de las reformas estructurales.
Un segundo carbón ardiente heredado por López Obrador de Peña Nieto es el endeudamiento exponencial (tanto del sector público como de la economía). Ciertamente deja unas finanzas públicas con ligero superávit que no llega a un dígito, pero esto no sirve de mucho, pues la carga de la deuda es de casi el 50% como proporción del producto interno bruto.
El tipo de cambio se desbarrancó en los últimos dos sexenios. Cuando entró Fox, el dólar valía 9.65 pesos; cuando se inauguró Calderón, 10.81; cuando rindió protesta Peña, 12.87 y López Obrador recibe un dólar valuado en 19 pesos que ha fluctuado por arriba del 20 por ciento y que se estabilizó con el triunfo electoral del tabasqueño.
Una herencia realmente dolorosa por sus efectos en el bienestar de los trabajadores es la depauperación del empleo, que más bien podría llamarse subempleo. Peña Nieto presume que durante su sexenio se crearon casi cuatro millones de puestos de trabajo, pero lo que no dice es que la inmensa mayoría es de ínfima calidad, sin contrato colectivo, con contratos outsourcing, sin prestaciones, con seguridad social precaria, y salarios de miedo que no rebasan los tres mil o cuatro mil pesos, una situación que indigna a toda persona que se aprecie de tener una mínima conciencia social.
Pero además del empleo empobrecido, y del salario del miedo, López Obrador recibe una economía en la que aproximadamente 30.000,000 de personas (el 60 por ciento casi de la Población Ocupada) se fugaron masivamente a la economía subterránea porque la economía formal no les permitía satisfacer sus necesidades ni siquiera primarias.
Los trabajadores mexicanos verdaderamente luchan por la sobrevivencia. No es catastrofismo. Es que materialmente lo que ganan no les alcanza más que para medio vivir. Dicen los voceros oficiales que la inflación se ha mantenido controlada en un promedio de 4%, pero ese 4% es mortal porque acaba con las posibilidades de lograr el bienestar de las familias mexicanas; de la inmensa mayoría de la población, inclusive de las clases medias.
El reto para el nuevo presidente es mayúsculo. Creo que ni imagina en que se metió por lo que está haciendo antes de que sea declarado presidente y tome posesión el primero de diciembre. Entonces se verá si realmente es el presidente que requiere este país desmadrado por la corrupción, la impunidad, la simulación y el cinismo. Está cabrón.