Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Andrés Manuel López Obrador vivió ayer las primeras horas de la gloria y el poder real: recibió felicitaciones de los más importantes jefes de Estado del mundo y habló con Donald Trump durante media hora sobre un acuerdo bilateral integral y sobre las nuevas bases de negociación entre ambos una vez que asuma la Presidencia de México.
Trump diría más tarde que quedó feliz con la victoria del tabasqueño y sus conversaciones. Cómo no iba a quedar satisfecho si AMLO, al aceptar ir a un acuerdo bilateral, apoya tácitamente acabar con el TLC e iniciar una relación uno a uno donde es mucho más fácil someterlo
Del otro lado de la moneda, los bolivarianos Nicolás Maduro y Evo Morales indicaron que con la llegada del hermano López Obrador, se fortalecería la corriente de la dignidad latinoamericana.
En el remolino de la victoria en el que vive, AMLO ya no tiene descanso y apenas duerme. Hoy martes tendrá su primera reunión en Palacio Nacional con el presidente Enrique Peña Nieto. Seguro que el mexiquense le trasmitirá información confidencial, privilegiada, respecto de los asuntos nacionales y llegará con López Obrador a los primeros acuerdos para le entrega ordenada de poderes.
Entre sus planes, se dice, existe la intención de saludar y emitir un mensaje a los senadores y diputados que se van, y a los que llegan, a fin de iniciar una relación civilizada con el Congreso que redunde en grandes beneficios y reformas necesarias para su proyecto de cambio.
Y mientras los líderes empresariales se reúnen para emitir su mensaje de felicidad y reconciliación con el triunfo del que hasta hace unas horas consideraban su peor amenaza, y los expresidentes Felipe Calderón, Vicente Fox y Carlos Salinas le envían cartas de felicitación, los principales diarios de EU, The New York Times y The Washington Post adelantan sus análisis sobre el nuevo gobierno mexicano en curso.
VA A ESTAR DIFÍCIL, DICEN
De entrada, ambos diarios afirman que Andrés Manuel López Obrador ganó no tanto por sus propuestas sino gracias al enorme enojo social contra el gobierno de Enrique Peña Nieto, contra la corrupción y la violencia.
The Post indica que AMLO, siendo un populista, no es como Donald Trump, pero igual llega gracias a una oleada de insatisfacción de millones de votantes con la cúpula política.
“Es un referéndum sobre la forma en que se ha manejado el gobierno. No es diferente de lo que ocurrió en EU en 2016”, dijo el ex embajador de México en Washington Andrés Rozental a citado The Post.
El análisis, publicado bajo la firma de Kevin Sieff, cuestiona: “no será fácil acabar con la corrupción” que es la gran promesa de López Obrador. Tampoco lo será el “financiar los programas sociales con los que están contando sus partidarios. Y hereda la segunda economía más grande de Latinoamérica en momentos en que su principal socio comercial -EU- amenaza con seguir incrementando los aranceles”.
El diario señala que el gran reto sin duda del nuevo Presidente será resolver problemas estructurales muy arraigados, y a la vez cumplir con las expectativas que generó en su campaña y que, para muchos, no son realistas.
“El contrato social en México está roto”, afirmó a su vez a The Post el exembajador mexicano Arturo Sarukhán.
“No será fácil de reparar”, añadió.
Azam Ahmen y Paulina Villegas, afirman a su vez en el análisis en el The New York Times, que las promesas centrales de AMLO: combatir la corrupción, reducir la violencia y poner fin a la pobreza endémica en México, si bien fueron muy populares entre los votantes, no serán fáciles de cumplir.
Una gran incertidumbre se abre ante lo que López Obrador hará con los contratos energéticos ya firmados, indica.
The Times reconoce que, a diferencia de Hugo Chávez, López Obrador “tiene un historial de trabajar con el sector privado, y ha designado a un representante respetado para manejar las negociaciones del TLCAN”, a Jesús Seade Helú, ex subdirector de la Organización Mundial del Comercio.
El gran riesgo es que la gran incertidumbre, respecto de cómo actuará como mandatario, podría derivar en una “gran decepción” entre sus votantes”.
The Washington Post y The New York Times recuerdan que las promesas de AMLO son muchas y difíciles de cumplir, tanto como las expectativas que generó.
ENTRE CREER Y DUDAR
El lunes 2 de julio llegó para muchos mexicanos en un ambiente contradictorio. No pocos esgrimieron el discurso de Andrés Manuel en un hotel como un llamado a empresarios e inversionistas, a mercados internacionales y a calificadoras, y a medios de información a la confianza.
Ante sus simpatizantes y decenas de reporteros, fotógrafos y camarógrafos el tabasqueño no sólo hizo un llamado a la reconciliación y a iniciar en serio el combate a la corrupción sino que se comprometió a respetar la libertad empresarial, de expresión, de asociación y de creencias.
Y al insistir en que encabezará cambios profundos, y lo que eso signifique, garantizó que su gobierno no realizará confiscación ni expropiación de bienes.
“El nuevo proyecto de nación buscará establecer una auténtica democracia, no apostamos a construir una dictadura abierta ni encubierta, los cambios serán profundos, pero se darán en apego al orden legal establecido, habrá libertad empresarial, de expresión, de asociación y de creencias, se garantizarán todas las libertadas individuales y sociales, así como los derechos ciudadanos y políticos consagrados en nuestra Constitución”.
Es claro que López Obrador responde así a quienes han advertido que podrían realizar todo eso una vez sentado en la silla principal de Palacio Nacional.
Ahí mismo, respeto de lo económico, se comprometió a que “el nuevo gobierno mantendrá disciplina financiera y fiscal, se reconocerán los compromisos contraídos con empresas, bancos nacionales y extranjeros”, y explicó que “los contratos del sector energético por particulares serán revisados para prevenir actos de corrupción e ilegalidad…
“No actuaremos de manera arbitraria ni habrá confiscación ni expropiación de bienes, la transformación será desterrar la corrupción de nuestro país…
“Bajo advertencia no hay engaño, el combate contra la corrupción incluirá a compañeros de lucha, funcionarios, amigos y familiares, ya que un buen juez por la casa empieza”, subrayó.
LUEGO EN EL ZÓCALO…
Pero minutos después en el Zócalo y ante simpatizantes anunció a su equipo de transición e informó que se reunirá hoy con el presidente Enrique Peña Nieto en Palacio Nacional…
“Para que el país siga su marcha sin que haya crisis de ninguna índole, que la transición se dé con armonía, de manera ordenada y pacífica, sin sobresaltos de ningún tipo”, explicó.
Ahí, en medio de la algarabía de sus simpatizantes, reiteró que desde el día primero de diciembre próximo en que tome posesión, se duplicará el bono a adultos mayores y que este bono alcanzará por igual a pensionados y jubilados adscritos al IMSS e ISSSTE.
Reiteró de igual forma su promesa de que no dejará a ningún joven si escuela media y superior y que a eso se sumará una beca y garantía de empleo.
Dos promesas que causan dudas por los montos que requerirán.
En medio de la fiesta y la felicidad del triunfo, López Obrador, siempre acompañado por su esposa e hijos, informó a sus simpatizantes que sus coordinadores de transición son: su secretario de Hacienda, Carlos Urzúa y quien será el jefe de la oficina de la presidencia, Alfonso Romo; en lo internacional estarán Héctor Vasconcelos y Marcelo Ebrard; para lo político, Olga Sánchez Cordero y Tatiana Clouthier y César Yáñez para asuntos de comunicación.
Y dijo que, de julio a mediados de septiembre, se dedicará junto con sus equipos a elaborar y desarrollar proyectos y definir sus acciones de Gobierno y que en noviembre, hará un nuevo recorrido por todo el país ya como presidente electo.
Y prometió que tanto él y sus colaboradores trabajarán “respetando la autoridad constituida. No vamos a faltarle el respeto a las actuales autoridades, vamos a esperar nuestro tiempo y vamos a actuar de manera respetuosa”.
Pero sobre todo enfatizó que con su triunfo inicia la cuarta transformación de México y una revolución de las conciencias. Sin embargo ya no habló de impulsar una constitución moral.
“Ahora vamos a transformar al país… vamos a cumplir todos los compromisos, no les voy a fallar, no se van a decepcionar. Soy muy consciente de la irresponsabilidad histórica, no quiero pasar a la historia como un mal presidente. Conozco lo que han hecho todos los presidentes, desde Guadalupe Victoria hasta el actual, y quiero pasar a la historia como un buen presidente de México”, insistió ahora ya como ganador de la tercera contienda prsidencial.