Ciudad de México, México.– En México cada vez más jóvenes fuman cigarrillos electrónicos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Tabaco, Alcohol y Drogas de 2016, en ese año 2.5 por ciento de adolescentes de entre 12 a 17 años consumían los también llamados vaporizadores, eCigo eCigar, así como el 1.5 por ciento de la población de adultos.
“En este caso, es evidente que no lo utilizan para dejar de fumar, sino como puerta de entrada al tabaquismo”, afirmó Guadalupe Ponciano Rodríguez, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Los eCig son un sistema electrónico inhalable que pretende simular el consumo de tabaco; se calienta y vaporiza una solución (líquido de vapeo, e-Liquid o e-Juice) que supuestamente tiene un impacto menor para la salud, por lo que algunos vendedores lo anuncian como una terapia para dejar de fumar.
No obstante, su uso “es preocupante porque la edad promedio de inicio del consumo del cigarro tradicional de tabaco cada vez se reduce más. En el país es de entre 12 y 13 años, y esto se debe en gran medida a que el ambiente que rodea a los niños y jóvenes es muy permisivo, y a la facilidad con que los pueden conseguir”, subrayó.
Si a esto se añade que los eCig se elaboran con diseños atractivos y con líquidos de vapeo de colores y sabores llamativos para los jóvenes: fresa, mojito, caramelo con chocolate, kiwi y piña colada, entre otros, y que además no tienen restricción de venta, el problema se agrava, apuntó.
Cuando salieron a la venta en México, aproximadamente en el año 2010, estos sistemas electrónicos de administración de nicotina tenían un costo de hasta mil 500 pesos, y ahora se pueden conseguir en 200 pesos en mercados sobre ruedas o en pequeños módulos dentro de las plazas comerciales.
El problema es que no se sabe con certeza la calidad de sus líquidos, colorantes y saborizantes. Si bien inicialmente algunos no tenían nicotina, hoy la mayoría la incluyen, lo que los convierte en un problema grave; además, debido a que no están regulados, los fabricantes no están obligados a informar en los empaques de las sustancias o de las dosis de nicotina que contienen.
De acuerdo con la Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios), la venta y comercialización de cigarrillos electrónicos está prohibida, pero se consiguen con facilidad, por lo que se ha dejado desprotegidos a los consumidores, alertó Ponciano Rodríguez.
Funcionan con pilas que producen calor y están diseñados para proporcionar a los usuarios nicotina contenida en el líquido para vapear, que tiene además glicoles como el propilenglicol, glicerina, aromatizantes y colorantes, y en algunos casos etanol. Muchas personas piensan que el vapor que se produce es de agua, pero en realidad es producto del calentamiento del líquido mencionado.
“El problema es que como se lleva a cabo una combustión incompleta, se generan sustancias tóxicas, como las nitrosaminas, que pueden ocasionar cáncer”, advirtió.
Aunque se han hecho pocos estudios sobre las consecuencias del uso de estos cigarrillos, hay evidencia de sus efectos: irritación, hipersensibilidad pulmonar y mayor número de infecciones respiratorias. En modelos experimentales se ha demostrado que sus sustancias pueden producir tumores en el aparato respiratorio, por lo que en aerolíneas y sitios públicos no se permite su consumo, subrayó.
No hay certeza de que contribuyen a dejar de fumar, porque contienen nicotina y no rompen con el ciclo conductual mano-boca-humo del cigarro tradicional; “de hecho, muchos pacientes llegan a consulta porque quieren dejar el cigarrillo electrónico, pues produce el mismo síndrome de abstinencia que el tabaco”.
La académica consideró que para superar la adicción a la nicotina se debe tener la determinación de hacerlo, “pues los mejores tratamientos no funcionarán si no hay motivación real. Después se debe establecer una fecha específica para dejar de fumar de manera abrupta, aunque en casos de depresión o ansiedad se puede llevar un proceso de reducción gradual”.
No todos los fumadores son iguales: por sus características, algunos tendrán mayor dependencia física y psicológica a la nicotina, y es a quienes se recomienda no dejar de fumar solos, pues tendrán síndrome de abstinencia intenso debido a la falta de nicotina: nerviosismo excesivo, cambios bruscos de humor, dolor de cabeza, sudoración, aumento del apetito e incluso trastornos en el ciclo de sueño.
“En la actualidad contamos con tres tipos de medicamentos para apoyarlos: terapias de reemplazo de nicotina como los parches, la vareniclina y el bupropión, acompañados de sesiones psicológicas de tipo conductual para cambiar las ideas sobre el hecho de que fumar relaja, permite concentrarse o nos hace ver interesantes”.
Estas medidas, aunadas a una buena alimentación, actividad física y un cambio de estilo de vida, han reportado buenos resultados, concluyó.